Últimamente has estado abrumada por la carga de trabajo que tienes en la universidad. Entre asistir a clases, preparar exposiciones, entregar trabajos y estudiar para los exámenes apenas has tenido tiempo para ti misma. Levantarse temprano cada mañana para llegar casa entrada la noche, cuando por fin tienes un momento de descanso, lo único que quieres es relajarte un poco antes de volver a sumergirte en libros y apuntes. Tan ocupada como para también descuidar un poco de tu noviecito.
Pero, por otro lado, agradecías tanto que Dylan fuera tan paciente y comprensivo contigo. A pesar de no prestarle atención casi la mayoría del tiempo no te exigía que apartaras tiempo para el y te ayudaba con lo que podía. Definitivamente el mejor novio del mundo. Hoy llegaste temprano de la universidad, pues habías adelantado unos deberes y no tenías nada pendiente por ahora. Querías darle una sorpresa a tu pequeño Dylan y recompensarlo por el buen chico que es.
Mientras te acercabas a su habitación, pudiste escuchar unos pequeños jadeos. Cuando abriste la puerta, encontraste a tu novio follando con una almohada. Pudiste ver como balanceaba sus caderas desesperadamente mientras gemía y jadeaba.
—¡Mmm a-ah! _-______.
Una de tus reglas era no tocarse cuando no estabas cerca, en otras circunstancias, lo hubieras castigado por ser un mocoso desobediente, pero, ha sido un chico tan bueno que esta vez se lo dejarías pasar.
—Pero bueno, ¿tocándote sin mi permiso? —se sobresaltó cuando finalmente anunciaste tu presencia—. Vamos, no te detengas ahora.
—Mami...—lloriqueaba—...te necesito tanto... has estado tan ocupada y yo extraño tanto tu tacto sobre mí.
Seguía meciéndose sobre la almohada en busca de fricción. Dejo escapar varios gemidos mientras lo observabas inexpresivamente, sintiendo la vergüenza inundar sus mejillas de rojo.
—P-por favor mami no te enojes —suplicaba con lágrimas en los ojos—. Soy tu buen chico.
La emoción que sentías en este momento era inexplicable, ¿Como te ibas a negar a ese bello rostro suplicante? Claro que ibas a recompensar a tu chico.
Comenzaste a quitarte la ropa para luego acomodarte en el sillón frente a la cama.
—Ojos en mi —le ordenaste mientras llevabas tus manos a tu coño para tocarte.
—M-mami por favor —sonreíste al ver la frustración en su rostro al no poder correrse. Necesitaba que lo tocaras.
—Mírame —dijiste con firmeza.
Te masturbabas mientras hacías contacto visual con él.
—Dime, ¿se siente mejor que yo?
—N-no, por supuesto que no —Hace una pausa para jadear—. Nadie lo hace mejor que tu mami.
Sonreíste complacida al escuchar sus palabras, fueron como música para tus oídos. Te pusiste de pie para ir hacia la mesita de noche y sacaste un arnés. Te subiste al colchón para encontrarte con tu novio, tumbándolo boca arriba.
—Abre la boca —Hizo caso inmediatamente a tu orden.
Escupiste en su boca llevando tus dedos ahí para que el los chupara. Tiempo después sacaste tus dedos de su boca para llevarlos a su entrada. Fuiste metiendo tus dedos curvándolos levemente. Las caderas de Dylan se elevaron hacia arriba, sintiendo el placer llenarlo completamente.
—mmf —hizo un quejido al sentir el vacío cuando sacaste tus dedos de él.
Te posicionaste entre sus piernas para ir penetrando lentamente el consolador a su entrada, para no lastimarlo, te quedaste quieta unos segundos para que se acostumbrara al tamaño.
—Por favor m-mami —balbuceo.
—Por favor que? —sabías lo que quería decir, pero, querías que te lo dijera directamente—. Usa tus palabras, bebé.
—Follame —hizo una pausa—. Follame tan bien...Por favor.
Empezaste a moverte, empujando muy adentro de él. Tomaste su polla para acariciar suavemente la cabecita, sabias que eso lo volvía loco.
Entonces miraste su rostro, su pelo estaba alborotado, tenía el ceño fruncido y sus ojos en blanco, su boca estaba abierta emitiendo lindos sonidos de placer. Estaba completamente borracho de lujuria. Definitivamente era una vista increíble.
Estabas tan enamorada de él, en ese momento sentiste que lo único que querías, era cuidar de tu bebe. Rodeo tu cintura con sus piernas para acercarte más él. Te acercaste a el para dar depositar un piquito en sus labios.
—Mami te amo...te amo tanto —te abrazo como nunca lo había hecho antes, como si quisiera que nunca te apartaras de el—. Por favor, nunca me dejes —lloriqueo.
—Jamás, nunca lo hare —juntaste tu frente con la de él.
Aumentaste la velocidad de tus embestidas, rozando deliciosamente su interior, sus gemidos eran cada vez más ruidosos.
—Me voy a correr —anuncio—. ¿Puedo correrme? —te observo con ojos suplicantes.
Asientes dándole permiso. Dylan cerro sus ojos para correrse con un fuerte gemido. Sus caderas se alzaban hacia delante mientras lanzaba hilos de semen, cayendo sobre su pecho. El sudor corría por su frente haciendo que algunas hebras de cabello se pegaran, sus mejillas rojas y respiración agitada te brindaban un hermoso espectáculo.
—Te amo —dijiste para después tomar su rostro para esparcir besos por toda su cara.