INSTA LOVE

3. Quotidianità prima della tempesta

Con pasos rápidos, me adentré hacia la cuadra de donde había provenido el grito. Alcé las cejas al encontrarme con Tsuki y, al frente...

—Por favor, no puedo vivir sin ti...

—Cálmate, me asustas... —la castaña le pidió en voz baja, mientras el chico la tenía aprisionada con su brazo.

Lo había visto en la escuela, ojeroso y con el pelo desordenado, siempre solo en los descansos. En un tiempo, Mj y yo quisimos acercarnos a él, pero cuando lo saludamos, solo nos miró sin expresión alguna y sin decir una sola palabra. Luego, incómodos, nos alejamos.

—¿Está todo bien? —sin retenerme más, y viendo lo incómoda que estaba Tsuki, alcé mi voz un tanto agresivo.

Él me miró con sorpresa y, segundos después, se alejó de la chica asustada al frente, quien parecía agradecida de que yo estuviera allí.

—¡Sanha! —sin previo aviso, corriendo se abalanzó hacia mí para abrazarme.

Como si se tratara de protegerla, la arropé con mi brazo derecho. Por otro lado, el chico, quien parecía verme con algo de resentimiento, retrocedió unos pasos; su expresión cambió a una sombría. Se veía espeluznante.

—Escucha, lo mejor es que te vayas —le dije con firmeza, tratando de mantener la calma.

—No entiendes... —murmuró cabizbajo—. Ella es todo lo que tengo...

Alcé una ceja y bajé la vista hacia Tsuki, quien seguía abrazándome sin decir nada. Nunca los había visto en el colegio juntos. ¿Era algún familiar? No se parecían...

—¿Lo conoces? —me dirigí hacia mi amiga asustada, quien apartó su rostro de mi brazo para mirarme.

—Yo... —volvió a observar al chico desganado—. Sí, lo conozco...

Tenía que asegurarme. Parecía alguien fuera de sus cabales. Observé su rostro, tratando de entender la situación. Ella lo conocía, pero claramente no se sentía segura con él.

—¿Cómo lo conoces? —le pregunté con suavidad.

—Era... un amigo de la infancia...

El chico, al escuchar sus palabras, levantó la cabeza. Parecía adolorido y desesperado.

—Aún somos tan cercanos —dijo con voz quebrada—. No puedo creer que hables en pasado...

Sentí que la situación se volvía más complicada. Él no solo estaba desequilibrado, sino que se veía alterado. Era extraño para mí escucharlo hablar. Y al ver que Tsuki no quería seguir cerca de éste, tenía que despacharlo.

—Mira, no queremos problemas —dije, manteniendo mi tono firme—. Si realmente eres su amigo, dale espacio. Ella no quiere hablar contigo.

Pareció dudar, su mirada alternaba entre mi amiga y yo. Pero luego, con un suspiro derrotado, dio un paso atrás. Se quedó allí inmóvil por un momento, antes de girar y alejarse lentamente, sus pasos resonaron en la calle desierta. Observé su figura desaparecer antes de volver mi atención Tsuki.

—¿Estás bien?

—Sí... gracias, Sanha —respondió ella, todavía aferrándose a mí.

No quería sacar el tema de su amigo de infancia en ese momento, así que preferí evitarlo.

—¿Te acompaño a tu casa? —le sugerí, y ella asintió.

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