Blue

Monocromática

En una caja, estaba Iris mirando a la nada que carecía de color, rodeada de un claro blanco y de cientos de tonalidades negras, grises y blancas. En el medio de la nada misma, sola, sin nada que resalte ni brille, todo igual. Pero, ¿por qué ella no era así de blanco y negro como lo demás?

Como recordatorio de esto, se ve en un pequeño o grande espejo su silueta y un hermoso cabello azul, unos ojos marrones miel, unos labios algo violetas por el frío y una morena piel. Aunque eso no importaba, pues nada de eso era real, solo eran sus pensamientos en medio de la clase de algún profesor que hoy no tenía ganas de enseñar. Pero el sentimiento estaba igual, que aunque el color allí sí existiera, todo parecía ser blanco y negro. Creo que todos los demás parecían ver lo mismo, y notando aquel color que le encanta resaltar, aquel cabello azul que a la mayoría le desagradaba. Pues en esta vida de grises y blancos, el azul y cualquier otra tonalidad no era permitida.

¿Acaso no es capaz de encajar? ¿Por qué no cambia y ya? Eso es el común pensamiento de los demás, para el cual Iris no tenía una respuesta. Ella sabía bien que no encajaba, era una pieza errónea, un rompecabezas mal cortado y una pieza sobrante en aquel lugar tan solitario para ella. Porque los días de soledad ya se habían pegado a su memoria, todas las burlas, las risas, los insultos, ya no había forma de sacarlos. Habían quedado ahí para siempre, en su cabeza, en aquella caja blanca en donde todo era blanco y negro, que por más raro que parezca no se alejaba mucho de la realidad. Aquellas tonalidades oscuras y blancas se podían ver en los demás, aunque nadie más las pueda notar. Para Iris, la diferencia siempre va a estar ahí, acompañándola, recordándole que por aquel azul de su cabello es que estaba condenada. Pues por no ser igual a los demás, se había puesto unas cadenas que jamás va a saberse sacar sola.

Y así se va a quedar, sentada en la caja blanca, atada por la condena impuesta por la sociedad.