Capitulo 2

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Era un día como cualquier otro, a mis 20 años tenía una rutina bastante marcada, me levantó la alarma a las 6 am y me vesti con un buzo gris bordado con flores, un pantalón color crema y unas botas negras.

Fui a hacerme el desayuno y mientras se calentaba el agua me lave la cara y los dientes.

Para el momento en el que termine tenía que salir corriendo a la parada donde tomaría mi colectivo.

Quizá les suene un poco aburrido, y la verdad es que si, mi vida era un poco tranquila y monótona inclusive mi apariencia no era algo destacable.

Tenía una piel blanca, ojos y pelo marrón oscuro, aunque mi pelo era ondulado y eso era algo a destacar, mi apariencia era bastante simple.

Tenía unos labios de tamaño medio rellenos con arco de cupido muy marcados y la forma de mis ojos era muy redonda, por herencia de mi madre  tenía la cara un poco alargada pero a mí cara no le faltaban unos cachetes que me hacían un poco aniñada, no era nada sensual aunque tenía el Lilith en casa 1.

La astrología se había equivocado enormemente conmigo, tenía un montón de posiciones de femme fatale, pero pareciera que en mi se habían manifestado en una apariencia tierna y aniñada.

Y bueno así transcurría mi día, ni hablar del viaje que era una situación horrenda donde estaba 2 horas parada, porque nadie te iba a seder el asiento, de eso ni hablar.

Llegaba a la universidad y empezaba mi clase e iba con esa idea pero ví el Starbucks y dije voy a probar ese nuevo café de matcha.

Así que entre y lo pedí, usualmente no soy de prestar atención a mi alrededor pero en ese día mire atrás mío y dios.

Vi al chico más sexy de toda mi vida, alto como de 1.90, hombros anchos mirada sería, mandíbula marcada, ojos negros.

Parecía enojado, parecía tan cortante, difícil e inaccesible, estaba vestido con un sueter verde oscuro, que solo parecía acentuar su color de piel pálido y su pelo negro.

No me había dado cuenta pero me había quedado mirándolo y el me miró devuelta.

No voy a mentir, entre en pánico y gire mi cabeza rápido, sentía que mi corazón latía muy rápido.

¿Cómo es tu nombre?- me pregunta el chico que me atendía, no me pidan más descripción, estaba conmocionada no podía enfocarme.

Jaz.- le respondí.

Escribió mi nombre en el café y me lo dió, lo tomé y sali  de allá bastante apurada. Nunca gire a mirar al chico que me había parecido fácil la persona mas atractiva que había conocido, no podría haberlo soportado.

Soy una virgen de 20 años, no me pidan que sea osada con un chico que me parezca atractivo. La verdad me ponen muy nerviosa.

Así que fui tomándome mi matcha a mi clase y pensando en el chico, en lo lindo que era, en lo que me había causado su mirada.

Imaginándome que de alguna forma terminabamos interactuando, hablándonos, conociéndonos y enamorándonos.

Imaginaba que era el hombre decidido que yo tanto quería, que era masculino, que me quería, que me deseaba y me lo demostraba constantemente.

Me permití imaginar una relación con él, imaginar su nombre, Dante, era un buen nombre para él.

Me imagine, en millones de escenarios donde él era mi hombre y yo su mujer, dónde el desde el primer momento me demostró interés, seguridad y estabilidad en sus emociones y acciones.

Me imaginé tanto de todas las maneras que llegue a asumirlo y después mirando a mi alrededor en la clase, me di cuenta que no tenía nada.

Pero como lo iba a tener, si ni sostener el contacto visual podía, como pretender una relación y un anhelo de su parte para mí persona si yo me comportaba de esa manera.

Y así transcurrían mis días, sin llegar a nada sintiéndome desconectada del mundo, con una constante tranquilidad que parecía agobiante.

Sintiéndome culpable, porque era una gran bendición que no sabía apreciar.

Que mi vida fuera esto, una constante, dónde me podía permitir tener estos pensamientos y sintiéndome culpable por tener estos pensamientos en vez de estudiar.





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⏰ Última actualización: Jun 17 ⏰

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