𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 1

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Cuando llegué al santuario, no esperaba sentirme nostálgico en un lugar donde nunca había estado, en realidad no se debería. Sin embargo, a pesar de eso, mirar a mi alrededor me hace sentir como si ya estuviera en casa, como si algo me estuviera llamando. Es casi la misma sensación que tuve cuando conocí a Shun o a Saori. Aunque con Saori me duele un poco su actitud, más de lo que debería.

Después de caminar un rato, me llevaron ante una persona con máscara, a la que llamaron Marín. Al parecer, ella sería mi maestra. No puedo saber cómo se siente realmente por su máscara, pero eso no importa tanto en este momento. Cuando el encargado de traerme se fue, ella me miró y me hizo una pregunta.

—¿Por qué, siendo solo un niño, has venido a un sitio tan lejano como Grecia? —preguntó la ya confirmada Marín.

—Por la armadura —respondí, evitando mencionar que algo más me había llamado aquí. No quería parecer extraño.

Como todos los adultos, Marín siguió haciéndome preguntas. Intenté responder lo mejor que pude. A pesar de tener solo siete años, sabía que no debía contarle que venía por un trato para encontrar a mi hermana, ni que simplemente un instinto me decía que debía estar en Grecia. Eso sería aún más raro.

Aun así, me siento raro solo por estar aquí, pero le prometí a Shun que nos volveríamos a encontrar cuando fuéramos caballeros de Athena, y siempre cumplo mis promesas. Me pregunto si fui el único que, al decir eso, sentí que algo faltaba. Había un malestar en mi muñeca, como si algo debiera estar allí, y no sé por qué, pero miré a Saori como si esperara algo.

Recuerdo que Hyoga fue a Siberia, Ikki a la isla de la muerte, Shun a la de Andrómeda, y Shiryu a los Cinco Picos. Mi mente sigue dando vueltas en torno a que debí decirle algo, pero bueno. Espero que a todos les esté yendo bien. En mi caso, solo quiero averiguar qué me pasa.

Regresando a lo que Marín estaba explicándome, realmente espero no haber escuchado que intente partir una roca que parece medir el triple de mi tamaño, porque es imposible.

—Intenta partir esta roca —me dice, de pie sobre la enorme roca, confirmando mis temores.

Y de repente, no es ella quien me lo dice, sino otra figura borrosa que se sitúa encima de otra roca gigante con un sombrero. Esa persona dice algo casi igual y también parece no ser real.

—No puedo hacer algo así —respondí, con nervios. Ni siquiera sé por qué me lo piden, aunque sé que no es imposible, porque la persona borrosa lo hizo. Yo, en cambio, no puedo, simplemente pide demasiado aún así...

Miro a Marín rompiendo la roca con facilidad y me dice que si quiero ser caballero, debo hacerlo. De repente, siento un miedo profundo ante lo que va a suceder. Algo me dice que voy a sufrir, así que solo espero que todo esto valga la pena.

Recordé más de la cuenta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora