Sorprendentemente, ya ha pasado una semana desde que llegué al santuario. No he visto a Aioria ni una sola vez, pero en realidad, no me ha dado tiempo de pensarlo, considerando que sigo entrenando. Marín ha sido constante, y, aunque me asusta cómo se queda mirando el barranco, puedo decir que al menos he hecho un avance: ya no me llaman tantas veces para levantarme. Estoy aprendiendo, aunque de maneras que no imaginaba.
Marín dice que necesito aprender tanto la teoría como la práctica, y si soy honesto, no sé cuál odio más. El calor del sol me golpea mientras estoy de nuevo en el campo, realizando un ejercicio físico que me mandó hacer. Estoy tratando de respirar, aunque el sudor me corre por la frente y me irrita los ojos. Durante este tiempo, he aprendido algunas cosas sobre la vida en el santuario.
1. No hagas enojar a Marín.
2. La teoría es una abominación.
3. Lo físico igual.
Sobre el hecho de molestar a Marín, prefiero no recordar mucho, solo sé que saltarme un ejercicio no es lo mejor. Recuerdo claramente ese día cuando decidí no hacer una serie de repeticiones; el entrenamiento que siguió fue un verdadero tormento. Sin embargo, he notado que ahora casi no siento esos extraños sentimientos durante el entrenamiento. En su lugar, han cambiado a sueños.
Lo malo es que al despertarme, apenas recuerdo algo; solo me queda grabado una voz que dice: "Sasha, no te volveré a fallar". Me despierto en medio de la noche, confundido y con el corazón latiendo rápido, y salgo a mirar las estrellas. A veces siento que Marín lo sabe, pero no dice nada. Solo me quedo allí, mirando la misma constelación una y otra vez, como si en ella pudiera encontrar respuestas a mis preguntas.
Hoy, mientras me concentro en mi ejercicio, una voz me saca de mis pensamientos.
—¡Seiya! —grita mi maestra, un poco enfadada—. En lugar de andar distraído, sigue con lo tuyo.
—¡Solamente me falta un poco! —respondo, aunque sé que apenas estoy a la mitad.
Veo la incredulidad en su mirada, incluso detrás de la máscara que lleva. ¿Cómo lo sé? Ni idea. Tal vez el entrenamiento me ha enseñado a leerla un poco, o tal vez simplemente estoy aprendiendo a conocer su carácter. Pero lo cierto es que no puedo soportarlo más. Esto es horrible. Solo necesito hacer una más y ya.
Finalmente, logro terminar, y me dejo caer en el suelo, respirando profundamente. Por fin puedo tomar mi descanso, aunque tengo hambre, y aún falta una hora para la comida. Si saben que necesito la comida para sobrevivir, ¿no? Okey, tal vez no, pero es una lástima.
Cierro los ojos por unos minutos y me dejo llevar, pero pronto siento una presencia que me hace entreabrir los ojos. La figura de Aioria aparece de forma borrosa ante mí, y ni siquiera sé de dónde ha salido. Sin embargo, su rostro me es familiar. Por un momento, su nombre se escapa de mi mente, y me encuentro pensando en otro que no sé de dónde ha salido.
"Reg... no, Reginaldo... ¿Regis? ¿Regaliz?" Trato de recordar nombres, pero ninguno parece encajar.
—Mmmm, ¡Ya sé! ¡Reguiario! —exclamo para mí mismo, aunque ni siquiera creo que sea un nombre válido.
Al final, otro nombre resuena en mi mente, Sasha. ¿Cómo pude olvidarlo? Al menos tengo un nombre y medio. Me aferro a eso mientras miro a Aioria, aún un poco confuso.
—Seiya, ¿estás bien? —pregunta Aioria, con un matiz de preocupación en su voz. Me pregunto por qué.
—Sí, por supuesto —respondo, sintiéndome un poco molesto por no poder averiguar el nombre, pero está bien. Tal vez ahora puedo preguntar algo—. Aunque solo de casualidad, ¿conoces un nombre que comience con Reg?
Espero que me diga algo, incluso si ahora el confundido es él.
—¿Reg? —me responde, titubeando—. Ah, Regulus.
Su respuesta me sorprende, y una sonrisa se dibuja en mi rostro. Ese nombre suena familiar, casi como si lo hubiera escuchado en sueños.
—¿Regulus de Leo? —pregunto, y cuando él asiente, me quedo sin palabras. Regulus de Leo. Esa es la persona con la que he estado confundiendo a Aioria. Tiene sentido; tiene una armadura, así que puedo decir que es un caballero, pero aún así…
—¿Por qué? —me pregunta Aioria cuando ve que no contesto.
¿Qué se supone que debo decir? ¿Te confundí con él? Lo siento, sería extraño para un niño de siete años decir eso. Tal vez podría explicarle que fue pura curiosidad, pero no creo que me crea.
Así que, en lugar de eso, opto por quedarme callado, tratando de averiguar cómo responder.
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Recordé más de la cuenta
FanfictionCuando el alma de un pegaso, decidió ser desobediente y dejar que el próximo portador de su armadura recordara más de la cuenta, simplemente cambia las cosas, más si contamos el hecho de que fue a temprana edad, así que un Seiya con nostalgia y dema...