Parte 4

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Pov. Lisa.

No sé ni cómo llegamos a mi hotel, entramos cómo en una burbuja llena de adrenalina, añoranza y deseo. Ni siquiera sentimos los escalones de la escalera de emergencia cuando subimos corriendo, porque el ascensor estaba tardando demasiado.

Reímos como dos locas dementes haciendo la travesura más extraña del mundo y nos olvidamos de todo a nuestro alrededor.

Invadimos el cuarto sin hacer mucho ruido, como si alguien pudiera escucharnos, aunque no había nadie más que nosotras dos en esa habitación.

No dijimos nada, solo nos dejamos llevar. Dejamos que nuestros cuerpos tomaran el control y solo nos limitamos a sentir.

Sus labios…sus manos…su cuerpo…

El primer paso lo di yo, la tomé de la mano y la lleve a la cama, la senté y poco a poco nos fuimos desvistiendo lentamente y sin prisa, con la única necesidad de tenernos cerca.

No podía dejar de verla…sus piernas…su espalda… ¡Dios! Estaba hermosa, más que nunca. En este tiempo sus curvas habían madurado, se veían más definidas pero al mismo tiempo tan familiares que me estaba volviendo loca.

Sus labios me llamaban y sus ojos estaban llenos de esa esencia tan poderosa de siempre que no sé como fui capaz de irme y sobrevivir tanto tiempo lejos de ella, de su amor, de su calor y su pasión.

Nos besamos como para durar toda la vida, entregándolo todo y dejándonos con nuestras intensiones totalmente expuestas. Yo la deseaba con cada célula de mi cuerpo, con la necesidad de un ciego por ver la luz del día. Como si hubiese estado muriendo frío y sólo ahora podría alcanzar el alivio.

La acosté dejándola caer de espalda y me acomodé encima suyo, en donde aún podía verla a la luz de la luna, porque no habíamos prendido nada y seguíamos a oscuras, riendo y sonriendo como si fuera la primera vez que estábamos en esta situación, pero nuestros cuerpos se conocían y se reconocían.

Un solo toque suyo me llevaba cada vez más alto y con un solo roce podía ver su piel erizarse.

Me gustó saber que aún causaba escalofríos en su espalda al besar su cuello y que al bajar por su pecho ella todavía sintiera cosquillas y riera nerviosa con su respiración agitada, tomando mi cabello con fuerza mientas besaba su estómago y mis manos bajaban por sus piernas.

Entonces me devolvió a su boca y comenzó un ritmo más apremiante, más duro y con mucha necesidad, absorbiendo todo lo que puede de mí y yo le respondí de la misma forma. La ternura se había ido y ella quería jugar, pero jugar con todo.

Sentí su lengua buscar la mía y sus brazos rodear mi nuca, apresándome en la cárcel más hermosa y deliciosa del universo entero.

Colé una de mis piernas entre las suyas y la presioné despacio. Jennie jadeó contra mis labios  y por instinto me apretó, arrancando roncos gemidos desde mi garganta.

Yo estaba más que excitada. Ebria de felicidad por sostenerla entre mis brazos otra vez. Amándola como lo hice desde el primer día y como jamás dejé de hacerlo.

Volví a bajar por su pecho, pero esta vez dejé que mis manos vagaran a su antojo, recorriendo cada rincón de su piel caliente.

Oír mi nombre en su boca cuando me dediqué a torturar su senos, me devolvió la vida. Sus jadeos y la presión de sus piernas en la mía me hicieron querer retroceder el tiempo.

Sus manos recorrieron mi espalda y regresé su cuello, subiendo por su quijada y llegando a su oreja, la mordí a mis anchas, y ella no me detuvo, es más solo soltaba gemidos fuertes, mientras su cadera se movía contra mi pierna buscando contacto y sus uñas se clavaban en mi piel, demostrándome que no había sido la única que había añorando esto en estos largos y tortuosos años de separación.

MI BUEN AMOR | ONE SHOT JENLISA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora