El Rey Lobo

DESTINO I

Podemos perdonar fácilmente a un niño que le teme a la oscuridad, la verdadera tragedia es cuando los hombres le temen a la luz.

-Platón

¿Alguna vez habéis oído hablar de un reino llamado Eldorya? Probablemente no, ya que todos los que alguna vez habitaron en él, han muerto o han olvidado de dónde vienen.

La razón por la que este reino era tan especial era por su conexión con los seres celestiales. La Reina Luna, el dios Sol e incluso las Estrellas guardianas. Todos ellos estaban conectados de una forma mística con Eldorya y gracias a ello la magia corría por las venas de los nacidos en esta tierra. No solo eso, sino que algunos, que demostraron ser dignos y que se ganaban en el favor de los celestiales, eran obsequiados con dones, a aquellos afortunados de recibir este honor se les conocía como hijos del celestial.

Este título era solo de palabra, era imposible que un celestial tuviera un hijo y mucho menos que este hijo se quedará en la tierra y durante mucho tiempo ésto fue cierto, hasta la llegada del rey Lobo.

Este fue el rey más poderoso de toda Eldorya, por todo el reino se contaban historias sobre su poder y sobre lo sanguinario que podía llegar a ser, sus enemigos lo temían e incluso algunos de sus amigos también lo hacían, ya que era capaz de dar muerte a aldeas enteras sin más ayuda que la de su espada. Algunos incluso le consideraban un bárbaro por su falta de piedad y sus ansias de vengarse de todos aquellos quienes consideraba que lo habían ofendido.

Pero durante su reinado nunca hubo un solo campesino que pasará hambre o cuyas preocupaciones no fueron escuchadas, el rey Tyrone podría ser considerado como un monstruo, mas siempre se preocupaba por su pueblo y por los suyos.

El rey Tyrone no siempre fue así, antes de ser rey era un joven valiente y encantador que sabía que a veces la violencia era necesaria, pero que prefería la paz frente a todo, pero entonces tomó la corona y con ella vino el sufrimiento y la traición, tuvo que construir un muro alrededor de su corazón para que nadie volviera a hacerle daño. Sabía que los monstruos existían y si quería que su reino prosperara y que sus súbditos pudieran vivir felices, entonces él debía convertirse en el mayor de los monstruos.

Construyó murallas tan altas alrededor de sí mismo que nadie pudo volver a dañarlo. Estas murallas lo alejaban de todo y de todos, incluso de aquellos que le importaban. El rey lobo estaba tan asustado de volver a ser traicionado que no se atrevía a confiar, pensaba que el amor era debilidad, que lo llevaría a su destrucción y por eso alejó a todos en los que una vez confío y si aisló en su castillo dejando que se crearan historias sobre su falta de piedad y su ansia de sangre, porque si la gente lo temía, jamás se atreverían a dañarle.

Durante muchos años el rey Tyrone gobernó solo junto al poderoso hechicero Lugus el único al cual le depositaba algo de confianza, (aparte de su pequeña hermana, pero eso es otra historia), Lugus eres el hechicero más poderoso de todo el reino y la otra mitad de Tyrone, ya que había nacido para luchar junto Tyrone. Era un hermano para el rey de los lobos y el sentimiento era mutuo, por ello Lugus se preocupaba más cada día que Tyrone mostraba en su comportamiento más bestia que humano, vivía temiendo el día en que su humanidad desapareciera por completo.

Por ello ideó un plan, Tyrone debía volver a amar, debía volver a sentir el poder que venía con la confianza y para ello debía encontrar una reina. Lugus sabía que su amigo y gobernante no aceptaría a cualquiera como reina. Ella debía ser perfecta, debía ser valiente para no dejarse amedrentar por el temperamento del rey, regía para ser digna de la corona, amable para comprender todo lo que Tyrone había pasado y sobre todo debía ser leal, pues Tyrone nunca perdonaría una traición. A todo esto había que sumarle algo muy importante, necesitaba que la dama amara a Tyrone, y con todas las historias de terror que contaban sobre el malvado rey de los lobos (las cuales no estaban muy alejadas de la verdad, hay que admitir) sería difícil encontrar a una mujer que no solo no temiera al rey, si no que pudiera llegar a amarlo.