Te echan a perder tu madre y tu padre, quizás no sea su intención, pero lo hacen, te transmiten todas sus carencias y crean algunas más en ti, tuyas en exclusiva
- Philip Larkin
En Eldorya, era bien conocido que si alguien realmente deseaba algo de todo corazón debía pedírselo a la Luna, pues ella podía conceder los más profundos anhelos de cualquiera, excepto los de ella misma.
Lo que la Luna deseaba con toda su alma era tener un hijo, pero al ser un ser celestial tan poderoso y alejado de la tierra era imposible que alguien la embarazara y por tanto le era imposible concebir a un hijo. Eso fue hasta que una joven le rogó a la Luna poder desposar al rey de Eldorya, Mikael el Implacable. Pues ella ansiaba el poder y las riquezas que solo una reina podía poseer, pero esta joven jamás podría casarse con un rey, no por cuenta propia al menos. Por ello le lloró a la Luna para desposarse con el hombre que, en ese momento, gobernaba el reino.
-Oh reina Luna, escucha mi deseo, haz que el más poderoso de los hombres del reino me ame, haz que el rey Mikael el implacable me pida la mano, pues es lo que mi corazón más anhela-
La Luna al oír el llanto de la joven decidió concederle lo que pedía, pero con una condición. La joven se desposaría con el rey Mikael, y a cambio, la joven le entregaría a su primogénito, así ambas podrían cumplir su deseo. En ese momento la joven, cegada por
las ansias de una vida rodeada de lujos, aceptó sin pensar.
¿Para qué querría un hijo, cuando podría tener el mejor de los hombres junto a ella? Si hiciera falta tendría más. No, lo que ella realmente necesitaba era casarse con el rey.
Y así se hizo, la Luna cumplió su parte del trato e hizo que el rey Mikael se enamorara y le propusiera matrimonio a la joven. Al poco tiempo de este matrimonio la joven anunció que estaba embarazada y tras haber probado ya la vida de reina, no llegó a dudar ni por un momento en que el niño fuera entregado a la reina Luna en cuanto naciera, sabiendo que si no se hacia asi, la Luna podría quitárselo todo tan rápido como se lo había dado.
Lo que la joven no previó es que la Luna quería un hijo que fuera completamente suyo y por ello durante las noches dejaba parte de su magia en el niño. Debido a lo cual, cuando el niño, hijo de padres de piel oscura y cabello castaño, nació, era completamente blanco como la nieve y su ojo, en vez de verdes como los de su padre, brillaban en plata como las estrellas.
Al verlo, el rey sólo pudo suponer lo peor, había sido engañado.
-Tú, maldita ramera- gritó contra la joven que acababa de dar a luz- Te convierto en mi reina, te doy joyas y riqueza, te doy todo lo que cualquier mujer podría desear y me pagas traicionándome-
Ciego de ira apuñaló y asesinó a su mujer, ignorando los gritos de aquella joven que pagaba con su vida el trato que había hecho con el ser celestial. Luego trató de hacer el mismo con el niño, pero la Luna nunca permitirían que dañaran a su único hijo, lo protegió con su magia para que aquel hombre enloquecido no pudiera dañarlo. Pero el Rey Mikael el implacable no se había ganado ese nombre rindiéndose y si no podía matar él mismo al niño, decidió abandonarlo en el bosque para que la bestias acabaran con él.
Y así nació el hijo de la Luna, un nacimiento marcado por la muerte, lo que probablemente, fue un presagió de cómo sería su vida.
Espero que os haya gustado el cápitulo aunque este se un poco corto
Nos vemos pronto en el próximo cap👋
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El Rey Lobo
FantasySe han contado miles de historias respecto al amor entre la Luna y el Sol, se cantan canciones y se escriben versos sobre ellos, pero tal vez la historia no es como la cuentan, tal vez la Luna nunca estuvo enamorada del Sol, tal vez ella no quería u...