Capitulo 3

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Ante lo dicho por la señora Quiroga, las luces de la casa parpadearon y se apagaron. Todos quedaron a oscuras, y la clienta soltó un pequeño grito por el susto repentino.

—¡Chicos! ¿Están todos bien?— interrogó Charles, preocupado.

—Sí, lo estamos—respondió Crystal.

—¿Creen que el fantasma haya apagado las luces?—cuestionó Niko, luciendo algo asustada. —Realmente no me gusta la oscuridad... señora Quiroga, ¿está usted bien?—

—S-sí, debería estar acostumbrada pero... tengo miedo.—

—No se preocupe, la protegeremos— aseguro el fantasma eduardiano, sonando algo angustiado. Realmente no podían ver nada, pero se mantenían juntos para saber dónde estaban. —Charles, ¿tienes alguna linterna en tu bolso?—

—Carajo, debí pensar en eso.—Entonces, entre la oscuridad, se vio una luz que Charles sacó de su bolso mágico, una luz verde fluorescente, la primera que pudo encontrar. —Ahora que lo pienso, los celulares podrían ser una fuente de luz.—

—No prende— dijo Crystal, intentando desbloquear su teléfono. —Creo que algo lo interfiere, no lo sé.—

—El mío tampoco— afirmó Niko. —Supongo que dependemos de la luz de Charles.—

—Todos tranquilos, lo importante es proteger a la señora Quiroga—ordenó Edwin. Entonces, las luces parpadearon por un momento. Una de las luces quedó encendida, apuntando directamente a un niño. Un niño vestido con un overol maltratado, piel pálida y rizos azabaches, sus ojos eran grises sin una pizca de brillo. Pero Edwin recordaba perfectamente que esos ojos eran azules y llenos de vida.

El niño parado frente a ellos, que los miraba con una mirada asesina, era su hermano pequeño, Timothy. Edwin sentía que no podía respirar, retrocedió unos pasos tambaleándose.

—Ése es el niño—señalo la señora Quiroga asuatada. Charles entonces vio a Edwin, y cuando puso la luz sobre él, pudo ver que estaba aterrado. Esto iba a ser difícil.

—¡ELLA NO ES MAMÁ!— gritó el niño con un llanto tan fuerte que rompió las bombillas de las luces y las paredes temblaron un poco. Por suerte, la lámpara de Charles fue resistente. Todos se taparon los oídos y Edwin no podia dejar esto asi, sabia que su hermano podria estar asustado, solo queria protegerlo y asegurarle que todo estaria bien.

—LO SÉ, PERO ESTOY AQUÍ—grito  Edwin entre lágrimas, intentando acercarse a su hermano. A pesar de todo, aún tenía ganas de abrazarlo y decirle que todo estaría bien. Su hermano había vivido como fantasma todo este tiempo y él simplemente siguió con su vida como si nada. Era un pésimo hermano, quizás sí se merecía el infierno después de todo.

—MIENTES, MI HERMANO ME ABANDONÓ, ¡COMO MAMÁ! ¿¡POR QUÉ TODOS ME ABANDONAN?!— El fantasma del niño desapareció después de ese grito que ensordeció a todos, pero las luces se encendieron a pesar de estar rotas. De repente, en vez del niño, podían ver a un hombre y una mujer peleando donde ellos estaban, con el mismo niño temblando en la esquina, queriendo no escuchar nada. Edwin no entendía absolutamente nada y tenía miedo, se sentía incapaz de enfrentar esto.

—Edwin... ¿quiénes son ellos?– preguntó Charles señalando a ambas figuras, preocupado. Edwin tragó saliva.

—Son mis padres— tembló al hablar. Todos miraron la escena sorprendidos.

—¿Ellos también son fantasmas?— preguntó Crystal algo confundida. Edwin no quería saber más nada, quería que todo terminara, no estaba preparado para esto.

—No lo sé—confesó, mientras miraba. Parecían estar discutiendo. Entonces, las voces de sus padres comenzaron a poder ser escuchadas.

—ESE MARICA MALNACIDO SOLO TRAJO DESGRACIA A ESTA FAMILIA, INCLUSO MUERTO NOS TRAE PROBLEMAS— Edwin no sabia que pensar; su padre estaba hablando de él. Entonces sintió cómo lo tomaban fuerte de la mano, era Charles, quien lo miró con seguridad y ojos cristalinos. Eso lo calmó un poco, sintió que no estaba solo.

El caso de la Mansión Maldita [dead boy detectives] . Donde viven las historias. Descúbrelo ahora