❛ Aeri le advirtió a Minjeong que pasará lo que pasará no deambulara por la casa de noche y mucho menos cerca de su habitación.
Pero Minjeong no acepto las condiciones bien estipuladas por la japonesa de ojos marrones. ❜
✦ › romance. smut.
✦ › m...
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Abrió un poco los ojos al ver hacia la pizarra, no había tenido un buen día y parecía que sus ojos no querían funcionar como debían, subió un poco las manos pero enseguida las bajo.
Cada que podía relamía sus labios resecos y aclaraba la garganta, sus ojos se desplazaban de un lado a otro viendo a sus compañeros frente suyo y al profesor que explicaba algo que ella no lograba escuchar, tal vez era super importante pero sus oídos parecían tapados con una cosa extraña.
Llevaba así dos días seguidos, después de lo que sucedió al traspasar la puerta, parecía que sus sentidos decidieron apagarse y no encenderse nuncas más, y eso que trató de despertarlos.
Hasta se separó de Uchinaga hasta que creyeran que fuera estrictamente necesario volver a dirigirle la palabra y como eso no ha sucedido sigue a una distancia prudente, agradece ser menor para no chocar con sus clases.
Mordió su labio inferior al recordar las hermosas piernas de Aeri en sus hombros, pero enseguida se golpeó la cabeza ni debería estar pensando eso mientras le dan una clase. Es más no debería estar recordando algo así.
Suspiró y se acomodó mejor en el pupitre, miró su libreta y no tenía ni un solo apunte, ni siquiera una pequeña oración o palabra alusiva al tema.
Gruñó por lo bajo y sacudió un poco la cabeza para que esos pensamientos la dejarán en paz, quería entender lo que decía uno de sus profesores favoritos y por culpa de Aeri o más bien de sus hormonas no lograba concentrarse por completo.
— ¿Tiene algo que aportar a la clase? —. Subió la cabeza con rapidez y se sonrojo al ver al profesor frente a su asiento.
Negó con la cabeza mientras pedía mediante miradas auxilio a sus compañeros pero ninguno reacción solo la veían a ella esperando que dijera una sola palabra,— No, discúlpeme —. Se apartó como si nada y siguió dando la clase, fue cuando logró respirar con normalidad y tratar de concentrarse un poco más.
No quería reprobar y tenía miedo de que le volviera a preguntar, no había escuchado absolutamente nada desde que comenzó por estar pensando en Giselle, ahora sus pensamientos solo eran para ella y lo que hicieron.
Sabía que había hecho mal, incluso mientras lo hacía pensaba en ello, pero aún así no se detuvo, quiso más y eso obtuvo ahora lo que le queda es recordar una y otra vez los gemidos, jadeos y como se sentía estar dentro de su compañera de piso.
Apretó un poco los muslos y abrió los labios necesitaba respirar, todo el oxígeno que pudiera lo quería retener, faltaban solo cinco minutos para irse a su casa y sabía cómo estaría Aeri, de seguro mirándola en silencio.
Estudiando cada paso que da, su comportamiento y tal vez buscando su punto débil, lo bueno es que lograba esconderlo nunca le diría que es ella, desde que la conoce se ha vuelto lo único que le importa y necesita para poder sonreír en todo el día.