☆ Capítulo 1 ☆

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El día en que Suzuka conoció a Moa, la menor no la había mirado, ni escuchado, ni siquiera un segundo, por más que la mayor la había saludado con suavidad, Moa no se encontraba conectada al mundo ese día.

― Oh, ella es mi hermana ― había dicho Riho, ella tenía otra hermana además de Moa, Momoko, pero no se encontraba en la casa en ese momento ―. Tiene autismo, no te va a hacer caso.

Ese día, Suzuka tenía dieciséis años, y Moa tenía catorce, su estado aún estaba en un autismo severo, estaba en su mundo la mayoría del tiempo, y la única persona que reconocía completamente era a su padre, y otras veces a Riho y a Momoko, aunque también las ignoraba de vez en cuando.

Algo que Riho le explicó después es que Moa era adoptada, tenía el apellido de otra familia y había sido abandonada una y otra vez, primero por sus padres biológicos y después por sus otros hogares, nadie sabía cómo tratarla y Moa cada vez se había vuelto más cerrada en sí misma, cada vez confiaba menos en las personas y su autismo empeoraba un poco más.

Con el paso del tiempo, y con las visitas a la casa de su mejor amiga, Suzuka comenzó a observar a Moa con más y más curiosidad.

Debía admitir que la menor era muy tierna.

Tenía el cabello castaño, lo llevaba un poco más abajo de los hombros, era difícil cortarlo porque no le gustaba, así que sólo esperaban a que ella no lo aguantara y dijera que lo quería distinto.

Le gustaban las estrellas, tenía pósters de constelaciones por todo su dormitorio, junto con libros de astronomía.

También le gustaban las cosas con brillos, porque para ella parecían estrellas también.

Su color favorito era el morado y solía coleccionar cosas de ese color, y su programa favorito era "El Universo" que pasaban en un canal de ciencias, también le gustaban algunas películas de ciencia ficción pero que no tuvieran mucha violencia, Moa odiaba la violencia.

Casi nunca habla, incluso cuando parecía hablar sola, no hacía ni un ruido, era prácticamente muda.

Suzuka había conocido a Moa en muchos aspectos, sin que Riho le dijera nada, y sin que Moa la hubiera notado a su lado siquiera una vez.

Riho no era de pasar mucho tiempo con Moa, no la odiaba, no le caía mal, no era mala con ella, es sólo que nunca había logrado conectar con la menor del todo, así que intentaba pasar poco tiempo con ella, y enfocarse en otras cosas, solía evitarla también, principalmente en los momentos dónde sentía no tener paciencia para nadie o cuando se molestaba.

Y fue un día donde Riho estaba especialmente molesta, porque su celular nuevo había desaparecido, Suzuka estaba con ella y negaba haberlo escondido en forma de broma, en que Moa conoció a Suzuka finalmente.

Fue cerca de dos años después de que Suzuka conociera a Moa, la mayor tenía dieciocho y la menor dieciséis.

Mientras la castaña mayor buscaba por toda la casa con cara de que iba a matar a alguien, a Suzuka de le ocurrió la brillante respuesta a los diez minutos de empezar el drama por el celular perdido, y comenzó a buscar a la menor por toda la casa, hasta encontrarla, en su cuarto, con el celular de Riho entre sus manitos.

Vió con una sonrisa como jugaba con la funda de esta, era de color morado claro, tenía agua y brillos flotando en ella, Riho era una idiota si creía que Moa no se quedaría con la funda y el celular incluido.

Con algo de nervios, se agachó frente a ella, para hablarle por primera vez.

― Moa, eso no es tuyo ― los deditos de la menor se detuvieron, supo que la habían escuchado, estiró sus manos hacia el teléfono y lo tomó con suavidad, sin hacer fuerza, sólo apoyando sus dedos sobre este, no sabía cómo reaccionaría la pequeña al contacto físico ―. ¿Me lo das?, Riho lo está buscando.

Moa comprendió y dejó que tomara el teléfono, pero después se dió cuenta de que lo quería y que no podía dejarlo, se estaba entreteniendo demasiado, un sonido quejoso, como un pequeño llanto escapó de ella al frustrarse, sin poder dejarlo ni quedárselo.

― Muy bien, Moa, muy bien ― dijo la mayor, y con un leve tirón se llevó el móvil, una vez que ya no estuvo en sus manos, Moa se sintió mejor y en un reflejo alzó la vista hacia ella.

Por primera vez, Suzuka y Moa se miraron a los ojos, los ojitos de la menor eran marrón chocolate, y los de la mayor eran negros.

Suzuka vió a Moa sonreír, sus ojitos se hicieron casi dos líneas y sus manos se agitaron de felicidad.

La mayor no pudo evitar sonreír con ella, totalmente encantada de esa primera vez que Moa conectaba con ella.

Moa sintió su rostro más caliente al verla hacer aquel gesto, no sabía por qué, era esa sonrisa y esos ojos que le provocaron emociones que le gustaron, llevó sus manos hacia sus mejillas con fuerza para apagar ese calor, al golpearse sintió dolor pero estaba acostumbrada a regularse con eso, así que se sintió más aliviada, pero quién no entendió aquello fue Suzuka, que su sonrisa se borró.

― Moa, no te golpees así... ― llevó sus manos a las de la menor, acariciándolas suavemente, los ojitos de Moa la volvieron a mirar pero se sintió extraña, como si la mirara con miedo, así que se separó de ella, llevándose el celular de su amiga, al voltear de nuevo hacia ella antes de salir del cuarto, Moa ya había vuelto a su mundo.

Fue hasta el cuarto de Riho, donde ella seguía molesta y no le hablaba a nadie mientras miraba al suelo cruzada de brazos.

― Toma ― dijo Suzuka extendiendo el celular hacia ella.

Sí lo tenías tú, idiota, te odio, ¿todo el puto día-?

― Lo tenía Moa, no me jodas, ¿no se te ocurrió que tu funda le iba a gustar demasiado y se la llevaría?

¿Qué tiene mi funda? ― Riho la miró, viendo el líquido y los brillos algo desacomodados aún por el reciente toqueteo.

― Es morada, a Moa le gusta mucho el morado, tiene brillos y a ella le gustan las estrellas, además se puede quedar horas jugando con el agua que tiene, estaba haciendo eso cuando la encontré.

Riho se quedó mirándola un momento, y se preguntó de dónde sabía tanto de su hermana, muchas veces Moa era un misterio para los demás y no podrían comprenderla por más que intentaran, estaba algo sorprendida.

― Bueno, tienes razón ― le dijo, finalmente, miró la carcasa y suspiró ―. Toma ― la quitó rápidamente ―. Dásela a Moa.

― ¿Yo?

― Sí, tú ― dijo Riho, se ve que seguían estando enojada, Suzuka rodó los ojos con fastidio, tomó la funda y fue por segunda vez al cuarto de la menor.

Moa seguía allí, ordenando sus cositas de color morado en la estantería, tenía muchísimas cosas diferentes, le gustaban las cosas pequeñas porque podía juntar muchas, tenía desde tapas de botellas, dinosaurios de juguete, accesorios como anillos y aros, útiles escolares y un par de flores moradas también, pero solía tirarlas a la basura cuando se marchitaban y cambiaban a un color marrón.

― Moa.

La menor no reaccionó a su voz, así que Suzuka se acercó a ella de todas formas, colocándose a un lado y mostrándole la funda de celular que tanto le había gustado, poniéndola a la altura de sus ojos, haciendo que Moa la viera enseguida.

La vió sonreír de nuevo y tomó la funda entre sus manos, y por un momento se quedó allí, esperando que la mirara, pero no lo hizo.

Sonrió con algo de pena, en verdad le encantaría conectar con ella, pero no era muy fácil.

― De nada, Moita ― dijo Suzuka, al retirarse.

― Gra-cias.

En verdad no esperaba que hubiera una contestación, y tuvo que detenerse un segundo para mirarla sin creer que había escuchado su voz después de tanto tiempo de sólo silencio.

Con una sonrisa, conforme, demasiado feliz por algo que no debía de ser para tanto, se fue a su casa sintiendo como si hubiera ganado un premio.

Sarang; SuMoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora