Capitulo 1

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Solo espera un poco más, y la sombra
del olvido saldrá de donde se esconde,
espera paciente, sin prisa alguna,
enredando el destino sin gula.

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Spencer

La alarma de mi teléfono llevaba sonando unos cinco minutos, la apago. Un día de estos las eliminaré. Ni siquiera se para qe las tengo programadas, todos los días sin falta me levantó una hora antes que suene mi alarma.

Sacudo a la rubia que se encuentra plácidamente dormida en mi cama, se queja cuando no dejo de moverla.

—Es hora de que te vayas, Jenn.—termine de ajustar la corbata a rayas azul, que tenía atada  mi cuello.—debes de prepararte, tienes un caso.

—¿Otro? Llegamos a las seis ayer.—se levantó y se quedó en la cama sentada, con ambas manos se frotó el rostro, intentando quitar todo rastro de sueño.

—Es lo complicado de tú trabajo.—tome mi saco y lo instalé en mi anatomía.

—Lastima que no nos pagan lo suficiente.—ríe.—nunca comprendí como es que eres así.

—¿Así cómo.?—cuestioné un tanto desconcertado.—Si te refieres a un niño genio, ya te lo expliqué, todo comenzó...

—Shhh..—me interrumpió, colocó su dedo índice en mis labios.—no me refería a eso.—susurro, acercándose más a mi, retiró el dedo, volviéndome a callar, pero esta vez con sus labios.

Nuestros labios se unieron en un baile lento, sus labios suaves y cálidos creaban una mezcla perfecta de ternura y deseo, en sus labios encontraba la paz y tranquilidad que deseaba.

A pesar de todos los problemas que enfrentamos día con día en nuestra relación, siempre seríamos solo ella y yo, nadie más, solo nosotros.

Sus manos desordenando mi cabello, la tomé por la cintura juntando nuestras anatomías.

—¿Y eso.?

—¿Qué.? ¿Acaso no puedo besar a mi prometido.?

JJ sonrió coqueta, le devolví la sonrisa volviendo a juntar nuestros labios. Me encantaba besarla, sus labios me hacían sentir una sensación inigualable. Nadie podría compararse con ella... Nadie.

—Si es de esa manera no, a menos de que no tengamos que ir a trabajar. —tire levemente de su labio inferior.

Podía sentir un bulto creciente en mi pantalón, tomé su cintura en un agarre posesivo, sabía que le fastidiaba pero sus gestos faciales cada vez que hacía ese acto eran mis favoritas.

—¿Por qué, doctor Spencer.? —cuestiono intentando hacerse la desinformada.

—Debido a que en este momento tengo un problemita en mis pantalones. —aproveche la cercanía de nuestros cuerpos y embestí ligeramente su coño. El que solo llevará una camiseta mía y sus braguitas solo empeoraba mi situación.

EL PRECIO DEL ENGAÑÓ «BORRADOR SIN EDITAR»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora