La mañana después de mi sorprendente cumpleaños número 40 fue una mezcla de resaca y felicidad difusa. Abrí los ojos lentamente, tratando de recordar los detalles de la noche anterior. Al levantarme de la cama, encontré un vaso de agua fresca y una pastilla sobre la mesita de noche. Reconocí de inmediato la mano atenta de Camilo, aunque nadie más parecía percatarse de esos pequeños gestos.Mientras tomaba la pastilla y bebía el agua, el murmullo de risas proveniente de la sala de estar me llamó la atención. Me acerqué con curiosidad y encontré a Fer, Dans y Camilo en animada conversación. Fer, siempre radiante, contaba alguna anécdota divertida, mientras Dans y Camilo la escuchaban con atención.
Al entrar en la habitación, todos se volvieron hacia mí con una mezcla de alivio y alegría.
-¡Mira quién decidió unirse a los vivos! -bromeó Fer, con una sonrisa pícara.
-¿Cómo te encuentras esta mañana, María? -preguntó Dans con su habitual gentileza.
-Mejor, gracias -respondí, sintiéndome agradecida por su preocupación-. ¿Qué sucedió exactamente anoche?
Fer estalló en carcajadas. -Oh, simplemente celebramos como nunca. Bailamos, reímos, y tú... decidiste convertirte en una sirena en la fuente del jardín.
Todos rieron de nuevo y una risa nerviosa escapó de mis labios al recordar esa parte de la noche, mientras sentía el rubor subir a mis mejillas.
-Gracias por cuidarme, chicos -expresé sinceramente, sabiendo que siempre podía contar con ellos.
Camilo, generalmente reservado, se inclinó hacia adelante con una mirada suave y afectuosa.
-Siempre estaremos aquí para ti, María.
Nuestros ojos se encontraron, y en su mirada encontré algo más que amistad. Era un destello de complicidad y afecto que me hizo sentir cálida por dentro. Recordé entonces el vaso de agua y la pastilla en la mesita de noche, también recordé que la noche anterior no dejaba de mirarme.
-Justo en ese momento, Nahomi irrumpió en la sala con una expresión entre divertida y desesperada, llevando puestos unos lentes de sol enormes para disimular la resaca.
-Dans, ¿puedes ir por Adrián? Tu hija logró que fuera a trabajar hoy domingo, y me acaba de llamar. Se siente mal porque bebió mucho anoche.Dans asintió con una sonrisa resignada. -¡Está bien, ya voy por él! -anunció mientras se dirigía hacia la puerta. Se despidió de Fer, quien no paraba de reírse de todas las tonterías que habíamos hecho la noche anterior mientras estábamos ebrias.
Mientras tomaba mi café, noté que Camilo volvía a mirarme. Sentí un cosquilleo en el estómago al encontrarme con su mirada, llena de algo más que simple amistad.
-¡Valentina es muy comprometida con su trabajo! -dije, dirigiéndome a Fer, quien seguía entre risas.
-¡Uuf, esa niña no se parece nada a mí! -respondió Fer, sacudiendo la cabeza en tono jocoso-. Es pura obsesión de Dans por el trabajo.
En ese momento, Santiago entró a la sala con un aire despreocupado.
-¡Mamá, yo voy a salir toda la tarde! ¿No te importa, verdad? -preguntó, anticipándose a cualquier posible objeción.
-¡No, mi amor! Tranquilo, diviértete. Invita a Cami para que no esté aburrido aquí. Todos somos adultos ya, deberían disfrutar también -respondí con una sonrisa, tratando de disimular mi verdadera intención de alejar a Camilo.
-¡Vamos, bro! -dijo Santiago, dirigiéndose a Camilo y animándolo a salir.
-¡Chao! -se despidió Camilo de todos, dando un beso a su mamá. Antes de partir, su mirada se encontró furtivamente con la mía. Un destello coqueto brilló en sus ojos antes de seguir a Santiago hacia la puerta.
Observé cómo se alejaban juntos y sentí una mezcla de emoción y nerviosismo. Había algo en la forma en que Camilo me miraba que despertaba un interés que no había notado antes. Mientras intentaba procesar ese nuevo sentimiento, una sonrisa tímida se formó en mis labios.
Así pasamos el día entre bromas y risas hasta que todos se fueron marchando a sus hogares, dejándome sola en casa. El eco de las carcajadas de mis amigas resonaba en mi mente mientras me recostaba en la cama. Abrazada por la soledad que me acompañaba desde hacía casi nueve años, intenté relajarme y conciliar el sueño. Sin embargo, la imagen de Camilo mirándome persistía en mis pensamientos, haciéndome dar vueltas en la cama y provocándome insomnio.
-¡Hace mucho que no tengo pareja, ni me he vuelto a enamorar! -me dije a mí misma en un susurro, tratando de calmar el sentimiento desconocido que comenzaba a despertar en mi interior.
El cuarto estaba envuelto en una calma profunda, solo interrumpida por el suave zumbido de la lámpara de noche. Recordé las veces anteriores en las que había rechazado citas y propuestas de amigos, priorizando mi independencia y mis responsabilidades. Sin embargo, esa noche, después de la celebración de mi cumpleaños y los gestos atentos de Camilo, me encontré reflexionando sobre la posibilidad de abrir mi corazón nuevamente.
Repasé mentalmente las conversaciones con Fer y Nahomi sobre sus vidas familiares y amorosas, mientras me preguntaba si tal vez era el momento de permitirme volver a sentir. Las risas compartidas y la complicidad con mis amigos resonaban en mi memoria, recordándome lo gratificante que era tenerlos cerca. Aun así, la sensación de vacío que había ignorado durante tanto tiempo se hizo más evidente esa noche.
Cerré los ojos con fuerza, intentando ahuyentar los pensamientos que parecían tener vida propia en mi mente. ¿Qué significaban esos sentimientos que despertaba la mirada de Camilo? ¿Era solo una atracción fugaz o algo más profundo? Me sentía dividida entre el deseo de proteger mi independencia y la posibilidad de abrirme a nuevas experiencias.
Con el paso de las horas, el agotamiento finalmente me venció y me sumergí en un sueño intranquilo, poblado de imágenes borrosas y fragmentos de conversaciones del día. Mi corazón latía con una mezcla de incertidumbre y curiosidad por lo que el futuro podría traer.
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Señora
RomanceMaría al cumplir 40 años. A través de una celebración sorpresa con sus seres más cercanos, se enfrenta a una mezcla de nostalgia y gratitud por su pasado, pero también a una revelación inesperada: la atención y el afecto de Camilo, el hijo de su ami...