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❝ ── era mí hogar, destrucción, dolor y ruina dentro me atormentan ya. Inocentes que padecen tu arrogancia y necedad ❞ ( Moisés a Seth)
❝ ── soy cruel y despiadado, ya no me importa cuánto a de costar, si ha de continuar a ningún lugar tú pueblo ira ❞ ( Seth a Moisés)
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Las aguas del Nilo estaban en calma.
Neftis podía disfrutar de ellas mientras su pequeño hijo se divertía junto a sus damas de compañía en la orilla del río. Ella necesitaba relajar su atormentado cuerpo en estás cálidas y al misma tiempo frías aguas de la vida de Egipto.
Había demasiado tormento en su cabeza como para continuar luchando. Cada vez era más difícil seguir así sin poder calmar esté sentimiento de culpa que la estaba comiendo por dentro.
──¡Mamá! ──Anubis llamó su atención.
Neftis miró a su hijo y notó que su llamado se debía a que quería él que viese su nuevo hallazgo. Una encantadora lagartija del desierto estaba en las manos del pequeño príncipe y luchaba para ser liberada, lo que logró hacer y generó una huida del pequeño que no se dio por ganado y empezó a perseguirla.
Ella emitió unas cuantas risitas. Ver tan alegre a Anubis la dejaba tan en calma.
De repente, empezó a oír un extraño llanto venir de las aguas.
──¿Escuchan eso? ──indagó a sus damas. Estás guardaron silencio y empezaron a oír lo mismo que la reina.
──Se oye como si se tratara del llanto de un bebé. ──comentó una de las mujeres.
La diosa de la armonía empezó a buscar con la vista dando con el objeto de dónde provenía aquel llanto.
──Es...un cesto de paja. ──reconoció el objeto que estaba entre los juncos del Río Nilo.
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❝ Este Moisés, a quien ellos rechazaron, diciendo: "¿QUIEN TE HA PUESTO POR GOBERNANTE Y JUEZ?" es el {mismo} que Dios envió {para ser} gobernante y libertador con la ayuda del ángel que se le apareció en la zarza ❞
