Capitulo 3 Cicatrices

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Shadow salió con una amplia y falsa sonrisa de la pequeña cabaña que su abuelo le había heredado, miró hacia el cielo que, aunque estuviera nublado no dejaba de ser hermoso y con ese último pensamiento se dispuso a cerrar la puerta de la entrada con candado.

Camino hasta su auto, cerró la puerta y puso en marcha el motor para comenzar una nueva jornada laboral.

Se sentía triunfante sin duda todo lo que le hizo a Amy era poco a lo que tenía planeado hacerle, pero estaba satisfecho con el comienzo de su retorcido plan.

Por supuesto haría cosas peores... crueles y muy perversas, pero cuando ella menos se lo imaginara. Comenzó su camino hacia la ciudad con la idea de humillar a la joven peli rosa en cuanto terminara de trabajar.

Estaba tranquilo, completamente en calma, sin duda tener encerrada a la mujer que tanto daño le hizo era lo mejor que le podía pasar.

Miraba el camino curioso. La peli rosa había dicho cosas extrañas, pero él no le prestó atención. Sabía que estaba asustada y que diría lo que sea para salvarse de esa situación. Ella lo había enviado a la cárcel, ella destruyó su vida y él no se quedaría de brazos cruzados.

Si tan solo esa noche se hubiera quedado en su casa, nada hubiera ocurrido.

...

Amy abrió sus ojos despacio. El olor era realmente insoportable. Giro sus ojos y vio por la ventana que estaba por caer la noche, lo supo por los tonos violetas y anaranjados que tenía el cielo.

Intentó ponerse de pie, pero fue imposible. Se miró y vio sus manos y pies pegados con cinta negra.

Quiso moverse, pero el asco y el malestar volvían poco a poco. Miró su ropa y vio una mezcla grumosa de color naranja con un líquido transparente y duro, que al parecer se había secado con el tiempo y había ocasionado un olor realmente desagradable.

Intento levantarse de nuevo, pero la cabeza le daba vueltas. Recordó el golpe que había tenido contra la pared y supo que de seguirse moviendo seguiría lastimando sus muñecas y tobillos.

Se quedó en silencio mirando hacía la ventana sentada de una forma muy incómoda en el suelo.

Los recuerdos volvían a su mente.

Ya conocía esa sensación, estar atada en un cuarto completamente oscuro, con olores asquerosos y lastimada, no era su primera vez.

Trató de pensar en cosas completamente ajenas hacia lo que estaba pasando y sucediendo. Cosas tontas que la distraían, cosas que quizás no tenían sentido para cualquier persona, pero para ella si lo tenía.

Cuando era una niña y sus padres la encerraban había aprendido miles de métodos y ejercicios para no volverse loca y así poder ejercitar y despejar la mente.

Sabía que si pensaba mucho en las cosas su mente se colapsaría.

Ahora debía analizar las cosas por las que había pasado estas últimas horas. Estaba encerrada y atada nuevamente y sería violada muchas veces.

De nuevo viviría en aquel infierno, pero esta vez serian sólo siete años. Estar 20 años con su madre y padre le habían enseñado a ver las cosas positivas de lo malo y siete años no era nada a comparación de 20.

Suspiro agotada, a pesar de haber dormido horas enteras su cuerpo estaba exhausto, pesado y cansado. Quería bañarse, comer, descansar. Pero sabía muy bien que todo aquello no sería posible hasta que cumpliera su condena.

-Otra vez tengo que vivir todo aquello... Otra vez pensando que en cualquier momento la puerta se abrirá y será violada y torturada... Mamá... Papá ustedes sí que me enseñaron a estar preparada para estas cosas. El problema es que ustedes llegaban y lo hacían... ahora no sé cuándo este psicópata lo hará-

La razón de la culpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora