50- Múltiples venganzas

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MÚLTIPLES VENGANZAS



La historia había comenzado muchos años antes.

Hace veintiséis años, en medio del caos de Zalam, la familia Toskán presenciaba una gran disputa por el puesto de liderazgo en la organización. El padre de los hermanos Toskán moría lentamente y sospechaba que detrás de aquella enfermedad repentina que lo estaba dejando paralítico estaba su hijo mayor, Musa, quien comenzaba a pedir a los escoltas y a los habitantes de Zalam que le llamaran Pantera.

La parálisis corporal del padre Toskán empeoraba con los días y comenzaba a afectar la vitalidad de su corazón. El viejo sentía como todos hablaban a sus espaldas sobre su ausencia y su pronto fallecimiento.

Un día enfrentó a su hijo mayor, invitándolo a una plática nocturna que se tornó un poco agresiva. Allí, Musa le reveló su deseo de obtener su puesto y le confesó con una actitud prepotente que lo había estado envenenando en las comidas.

La primera persona que la Pantera había matado aun sabiendo que tenía su sangre, no había sido su primer hijo, sino su propio padre.

—Tú me obligaste a hacerlo —reprochó Musa esa noche—. Te dije que ya estabas viejo, y que era hora de que me entregaras el puesto como líder. Siempre he estado en tus trabajos, ya me toca a mí esta responsabilidad.

Para castigarlo y hacerlo enojar, le dijo que jamás le heredaría su puesto, y que aquel lugar le correspondería a Khalil, quien había concebido una niña semanas antes.

Khalil estaba bendecido con una mirada cálida muy característica, sus palabras eran envolventes, razón por la cual había estudiado abogacía en la mejor universidad de La Guarida. Conocía muy bien cómo ganarse a las personas, y su padre siempre afirmó que él sería un muy buen político.

Superado por los celos, el rencor y la ira, Musa encerró a su padre en una habitación durante días y les prohibió a todos que lo visitaran. Incluso, a su hermano Khalil que ya sospechaba sobre las malas intenciones de Musa.

—¡Hazme caso, Khalil! —gruñó, apretando los dientes—. Tu hermano está completamente loco, te asesinará por ese maldito puesto.

—No puedo irme sin más —repuso Khalil, apretando los puños, mientras le suplicaba a su esposa paciencia—. Mi padre quería darme el puesto a mí.

—Me dijo que si no me iba, mataría a nuestra hija. —Señaló la pequeña cuna donde estaba envuelta Seren—. ¿No te importa?

—Claro que me importa, mi amor. —Sujetó las frías manos de Amira—. Pero esto es cuestión de honor.

—¡Honor! ¡Honor! —gritó efusiva y apartó sus manos—. Todo siempre es por el maldito honor de la familia. ¡Te digo que nos matará, Khalil!

Khalil estaba cegado por la ambición, al igual que su hermano. Ambos eran tercos y orgullosos, ninguno cedería fácilmente su derecho, pues convertirse en el líder de la organización, significaba tener el poder total sobre la ciudad de Zalam.

Pese a las exhaustivas súplicas de su esposa, jamás escaparon de la ciudad, sino que Khalil comenzó a amenazar a Musa con hacer una rebelión contra él. Aquel había sido su primer error: hablar en voz alta sobre sus planes.

Mientras que Khalil amenazaba a su hermano y mejoraba sus relaciones diplomáticas para obtener la atención de los miembros de la organización, Musa demostraba con crueles actos que él sería el único heredero de aquella silla.

La Guarida de la PanteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora