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I

Año 2030, Pueblo Yutepe, Planeta Ahspeia

En los apacibles campos de Yutepe, la familia Kimono llevaba una vida modesta y laboriosa. Erha Galiope, Xarol Kimono y Oruven Kimono formaban un núcleo unido por la rutina diaria de trabajo y escuela. Xarol, a sus 12 años, mostraba una fuerza sorprendente y una agudeza mental excepcional, características que lo destacaban entre sus compañeros de clase y le permitían ayudar a su padre en las tareas del campo.

Oruven, a sus 35 años, era un hombre de la tierra. Desde su juventud, había aprendido los secretos de la agricultura y la ganadería, habilidades que transmitía con orgullo a su hijo. Juntos, trabajaban para preparar troncos y otros productos para su comercio en el mercado local, una fuente vital de ingresos para su pequeña comunidad.

Desde temprana edad, Xarol había mostrado un talento innato. Su fuerza física era impresionante para su corta edad, y su capacidad intelectual destacaba en la escuela, donde lograba altas calificaciones con facilidad. Aunque disfrutaba del aprendizaje, a menudo se sentía desconcertado por la sensación de ser diferente, de tener habilidades que no comprendía del todo.

Erha Galiope, la madre de Xarol, era un enigma para la familia. Siempre discreta sobre su pasado y su familia de origen, había llegado a Yutepe casi una década atrás. Oruven, quien la había conocido y amado sin cuestionar su reticencia, nunca había conocido a los padres de Erha ni sabía mucho sobre su vida anterior. Sin embargo, su habilidad para administrar el hogar y manejar las finanzas los mantenía estables y seguros.

I

En un día ordinario, mientras Erha estaba en el mercado y Xarol en la escuela, algo extraño interrumpió la rutina tranquila de Yutepe. Xarol, al regresar a casa, se encontró con una figura inesperada: una mujer vestida completamente de negro, con un aire que parecía haber emergido de tiempos antiguos. Alta y misteriosa, su presencia parecía más una sombra que una realidad. Xarol, desconcertado por la aparición pero curioso por naturaleza, se preguntó si era una visitante perdida o algo más ominoso que acechaba en los límites de su hogar.

Xarol, al llegar a casa después de la escuela, se encontró con una escena perturbadora. Una mujer vestida de negro, alta y enigmática, observaba fijamente su hogar. Sus ojos, de un rojo penetrante, parecían capturar la luz del sol de una manera inquietante. Sobresaltado, Xarol corrió hacia su padre, quien de inmediato salió para enfrentar a la intrusa. Sin embargo, al explorar los alrededores, no encontraron rastro alguno de la misteriosa mujer.

Poco después, Erha regresó a casa cargada con bolsas de comida fresca para la cena. La familia la recibió con alivio y gratitud, y juntos prepararon una sencilla pero reconfortante comida. Mientras saboreaban la ternera cocida con naranja y papas hervidas, Xarol finalmente compartió lo que había visto. La reacción de Erha fue inmediata; su expresión se volvió seria y reflexiva.

Oruven insistió en que Xarol contara todo en detalle, y el niño narró cómo la mujer lo había mirado, cómo su presencia había sido más como la de un fantasma que una persona real. Erha, visiblemente perturbada, dejó la comida a medio comer y abandonó la mesa abruptamente.

III

Confundidos por la reacción de Erha, Oruven y Xarol salieron en busca de ella. La encontraron en el acantilado que dominaba el pueblo, con lágrimas en los ojos. Sin saber qué había pasado, la abrazaron en silencio, ofreciéndole consuelo en medio de su angustia. Erha, entre sollozos, finalmente habló en voz baja.

"Lo que viste, Xarol", comenzó, su voz apenas un susurro cargado de dolor y temor, "esa mujer no es una desconocida. Es alguien del pasado que había esperado no volver a ver". Su confesión dejó a Oruven y Xarol con más preguntas que respuestas, pero al menos ahora sabían que había algo más profundo y oscuro acechando a su familia.

En los días siguientes, Erha se volvió cada vez más distante y ansiosa. Salía de la casa sin dar explicaciones, regresando tarde por la noche. Su comportamiento desconcertó a su familia y preocupó a los vecinos, quienes la veían merodear por el bosque o partir con su amiga Lita, la madre de Vack, hacia destinos desconocidos. Las tensiones en la familia Kimono aumentaron, pasando de discusiones a enfrentamientos físicos que dejaban marcas emocionales profundas en todos.

Xarol, afectado por el estrés familiar y el acoso escolar, vio cómo sus notas se desplomaban. Los otros estudiantes, celosos de sus habilidades, intensificaron sus burlas y tormentos. La situación se volvía insostenible para él.

Mientras tanto, Oruven no encontraba paz ni en su hogar ni en su mente. La economía del pueblo comenzó a flaquear, reflejando el desorden interno de la familia. Una noche, cuando se encontraba solo en la casa, sintió una presencia ominosa a su alrededor. El miedo lo invadió mientras buscaba frenéticamente a la intrusa. Cuando finalmente la vio, quedó paralizado.

La misma mujer misteriosa, con su aura oscura y ojos rojos, estaba sentada en silencio. Oruven, temblando de terror, apenas pudo articular palabras. "Eres tú, la mujer desconocida", murmuró con voz temblorosa. La mujer no respondió de inmediato, dejando que su presencia pesara en el aire cargado de tensión.

Finalmente, rompió el silencio con una voz suave pero penetrante. "Sí, soy yo", dijo con calma. La respuesta de la mujer solo intensificó el pánico de Oruven, quien se sentía atraído y repelido por igual hacia ella. Sudando frío, sintió que la muerte misma había entrado en su hogar.

"No temas de mí", continuó la mujer, levantándose con gracia y abriendo la puerta. "No volverás a verme aquí". Con esas palabras enigmáticas, salió de la casa, dejando a Oruven solo con su miedo y confusión. La puerta se cerró tras ella, como si nunca hubiera estado abierta.

Oruven permaneció inmóvil en el sofá, luchando por comprender lo que acababa de presenciar. La presencia de la mujer desconocida había confirmado los temores más oscuros que había reprimido durante tanto tiempo. Sabía que algo siniestro se estaba gestando, algo que cambiaría la vida de su familia para siempre.

Cuando Xarol y Erha regresaron a casa, el ambiente era opresivo, como si una presencia oscura hubiera impregnado el lugar. Oruven estaba sentado en el sofá, inmóvil y mirando al vacío. "Oruven, ¿qué pasó?" preguntó Erha con voz temblorosa. Sin responder, Oruven se levantó bruscamente, empujó a Erha y a Xarol fuera de su camino y salió de la casa. Al irse, la pesadez que había sentido desapareció con él.

Erha sabía lo que había sucedido, pero mantuvo silencio. Xarol, en cambio, estaba sumido en la confusión y la desesperación. No entendía nada de lo que ocurría y la frustración lo consumía. Su enojo explotó y, en un arrebato, lanzó un vaso de vidrio a su madre, hiriéndola. Erha gritó de dolor y Xarol, al ver las consecuencias de su acción, se sintió devastado. Su familia, que alguna vez había sido su refugio, ahora era un caos de traición y mentiras.

Los días pasaban y la situación empeoraba. Oruven ya no era el hombre cariñoso que Xarol recordaba. La economía familiar colapsaba, la comida escaseaba y las peleas se volvieron más violentas. Oruven estaba siendo consumido por una oscuridad que arrastraba a toda la familia con él.

Erha, consciente de lo que estaba ocurriendo, mantenía su silencio, creyendo que proteger a Xarol era lo más importante. Sin embargo, el deterioro de la familia era evidente y el peso del secreto se hacía insostenible.

Un día, Erha decidió enfrentar la realidad. Buscó a Xarol después de clases y lo llevó a un parque cercano. Sentados en un banco, Erha miró a su hijo con tristeza y determinación. "Tu padre no está bien, Xarol," comenzó, "necesito que te prepares para lo peor, porque lo malo apenas está por venir. Esa mujer, ella te conoce."

Xarol, impactado, apenas podía procesar lo que escuchaba. "¿Quién es ella?" preguntó con la voz temblando.

Erha suspiró profundamente antes de responder. "Es una antigua amiga mía. Tuvimos problemas en el pasado y ahora viene a vengarse."

La revelación dejó a Xarol atónito. La idea de que su madre guardaba un secreto tan oscuro y peligroso lo llenó de miedo y confusión. La figura enigmática que había visto era más que una simple visión; era una amenaza real y presente.

ELEGIDOS -Temporada 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora