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I

En los días siguientes a la extraña aparición, la atmósfera en la casa de los Kimono se tornó más densa. La familia, que alguna vez había disfrutado de una vida tranquila en el pueblo de Yutepe, ahora enfrentaba tensiones crecientes. Erha comenzó a comportarse de manera errática, y Oruven se veía cada vez más distante y perturbado.

Vack, el hijo adoptivo de Lita y mejor amigo de Xarol, pasaba mucho tiempo en la casa de los Kimono. Desde que eran casi recién nacidos, Vack y Xarol habían sido inseparables. Lita, la madre adoptiva de Vack, era amiga cercana de Erha, y las dos mujeres se conocían desde su juventud. La conexión entre Xarol y Vack era tan fuerte que se consideraban hermanos.

Esa mañana, Xarol y Vack se encontraban en el campo, partiendo madera para hacer leña. El trabajo no solo les proporcionaba un ingreso adicional, sino que también les ofrecía una forma de escapar de la creciente tensión en sus hogares. Xarol, con su fuerza prodigiosa, manejaba los troncos con facilidad, mientras Vack le ayudaba a apilarlos ordenadamente.

Mientras tanto, Oruven se encontraba cargando los troncos en camiones de transporte, preparando todo para llevar la madera a la ciudad. Sus movimientos eran mecánicos, su mente parecía estar en otro lugar. De repente, sintió una presencia extraña a su alrededor. Volteó bruscamente, esperando encontrar a alguien, pero no había nadie. La sensación de ser observado no desaparecía, y Oruven comenzó a sudar.

Una vez más, la figura de la mujer desconocida apareció ante él, pero esta vez no era una visión fugaz. Estaba ahí, parada frente a él, con su mirada roja y penetrante. Oruven sintió que el aire se volvía denso y difícil de respirar. La mujer, con una voz suave y seductora, le habló:

-Soy yo, Oruven. No temas.

Oruven, dividido entre el temor y una inexplicable atracción, balbuceó:

-¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí?

La mujer sonrió, una sonrisa que no llegó a sus ojos, y respondió:

-No me verás más aquí, pero no te preocupes, nos volveremos a encontrar.

Sin más, la mujer se dio la vuelta y desapareció en el bosque. Oruven, temblando, se desplomó en el suelo, incapaz de comprender lo que acababa de suceder.

II

Esa noche, después del incidente en el bosque, Oruven y Erha continuaron discutiendo en casa. La tensión era palpable, como una nube oscura que envolvía cada rincón del hogar. Xarol y Vack estaban partiendo madera para hacer leña en el patio, intentando mantener una apariencia de normalidad mientras el caos se desarrollaba dentro.

El estruendo de un vaso rompiéndose interrumpió su trabajo. Xarol y Vack intercambiaron miradas preocupadas. Desde dentro, se escuchaban los gritos de sus padres. Xarol, con el corazón acelerado, dejó caer el hacha y corrió hacia la casa, seguido de cerca por Vack.

Al entrar, vieron a Erha yaciendo en el suelo, inconsciente, con un hilo de sangre corriendo desde una herida en su cabeza. Oruven, de pie junto a ella, estaba en estado de shock, sus manos temblaban violentamente. La confusión y el miedo se reflejaban en sus ojos.

-¡Mamá! -gritó Xarol, corriendo hacia ella y arrodillándose a su lado. Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras intentaba despertarla.

Oruven retrocedió, rompiendo en un llanto incesante. -Yo... yo no quería... -murmuró, su voz quebrada por la culpa y el miedo.

Vack, observando la escena, se sintió impotente. Intentó consolar a su amigo, pero no sabía qué decir. El ambiente estaba cargado de una mezcla de desesperación y confusión.

ELEGIDOS -Temporada 1-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora