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Ya se le había hecho costumbre mirar siempre a las mismas malditas 4 paredes durante años notando hasta el mas mínimo cambio en ellas.

Paso las manos por entre las hebras de su cabello corto y se quitó la camisa de reclusa que le habían puesto como vestimenta desde hace años.

Bajo su responsabilidad estaba su propio estado físico, así que como parte de una rutina calcada al pie de la letra tiro su suéter naranja al borde de la excusa que tenían por cama en esa prisión de los horrores.

Bajo su camisa traía un top deportivo oscuro frágil, lo suficientemente frágil para que no pueda usarlo como método de ahorcamiento, no es que lo haya tenido planeado de cualquier forma.

No portaba calzado ¿para que? daba igual, el piso siempre estaba impecable. Lo único que ella podía hacer era limpiar esa jaula de 3x2 metros.

Dándole una mirada a la cámara que siempre la mantenía vigilada, suspiro.

— Ni masturbarme puedo con esa cámara de mierda — dijo con ironía, ella no era del tipo desesperada por atender sus necesidades sexuales. Nunca las tuvo en primer lugar.

[No te estamos deteniendo.] Respondió la voz proveniente del altavoz de la cámara de vigilancia.

Ella conocía bien esa voz, no sabía de quién era o de siquiera si tenía un nombre. Todos esos esclavos de la comisión de seguridad probablemente habrían perdido toda su humanidad hasta el punto que no se considerarían dignos de portar uno.

— Vete a la mierda John Doe. — respondió ásperamente mostrándole el dedo del medio a la cámara.

[Que pena, supongo que esta semana tampoco te dejaremos crecer el cabello] respondió con simpleza la voz. [Deberías estar agradecida de siquiera haberte dejado mantener algo de cabello en tu podrida cabeza, primera advertencia.]

— Podrida, claro... ¿Me repites para quien trabajas? — pregunto mirando fijamente a la cámara, no hubo respuesta — Lo sabia... maricon.

[Cuida tu lenguaje reclusa, sabes lo que va a pasar si prosigues con las hostilidades.] Advirtió la voz del hombre a través del intercomunicador.

— ¿Que pasa? ¿No puedes responder con la verdad de tu propia existencia que te toca recurrir a amenazas vacías? — Lo había agarrado por donde más dolía y no tenía planeado soltarlo hasta dejar su moral por los suelos como siempre hacia.

Era rutina que la voz cambiara entre 3 personas diferentes, hoy era el turno de John Doe. O al menos así lo había nombrado ella. Era la única forma de tener alguna percepción del tiempo, carente de ventanas o algún reloj que le ayudara a ver el transcurso del tiempo se dedico a usar a las personas como su punto de referencia.

[Segunda advertencia] respondió la voz denotando autoridad [Tercera advertencia y se cortara el suministro de electricidad y sonido, el aislamiento sensorial es tu terapia favorita ¿no?]

— Prefiero no escuchar ni ver una mierda antes de escuchar tu excusa de voz ¿siquiera tomas agua? suenas a mi vieja moto de cuando me encargue de matar a tu jefecito. — respondió tirándose pecho a tierra para empezar a hacer flexiones — 1... 2... 3... 

[Has sido advertida, Lady Nagant.] respondió la voz soltando un suspiro exasperado [Cortando suministro de electricidad... aislando sonido en celda L-15-30s

Pronto las luces de la habitación de Lady Nagant empezaron a disminuir su intensidad, a Nagant no le podía importar menos no poder ver donde estaba. Lo que le molestaba era no poder escuchar nada, era molesto escuchar sus órganos moverse en su interior, eran recuerdos que le traían de regreso a aquellas épocas en las que las viseras de sus objetivos se desparramaban por el suelo.

Spot [Pausa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora