C - 3 - A - 1 - A - 1

466 76 4
                                    

Un disparo rompió la ventana que los separaba, y Nagant se lanzó, terminando al otro lado del cristal. Midoriya intentó retroceder, pero Lady Nagant le agarró la muñeca, torciéndola para girarlo y colocarse detrás de él, aplicándole un estrangulamiento.

— ¡ACK! ¡N-NAGANT! — Midoriya sintió el letal agarre de la mujer en su cuello, comprimiendo su nuez de Adán y asfixiándolo — ¿P-por qué...? — Podía liberarse, pero temía que cualquier movimiento brusco hiciera que Nagant se volviera aún más hostil.

— Eres muy ingenuo... ¿Liberar a una prisionera de Tártaro para ganarte su confianza? — Nagant estaba decidida a enseñarle que no se debían dar libertades a cualquiera — ¿Qué hubiera pasado si mi primer disparo hubiera sido directo a tu cabeza a través de la ventana...?

— ¡Lo hice porque creo en ti! — Midoriya apretó su agarre sobre los brazos que le asfixiaban, buscando obtener un poco de oxígeno — ¡Sé que me ayudaste contra Shigaraki! ¡Esas balas solo podían venir de ti! — Nagant suspiró decepcionada.

Los guardias realmente no tuvieron tiempo de reaccionar, no estaban preparados para el actuar de Nagant. Tenían rifles apuntados a la cabeza de Nagant, amenazando con disparar, pero realmente no era una situación en la que ella no hubiera estado incontables veces; Tártaro no sería una excepción.

— Realmente no entiendes nada... los villanos tomarán cualquier oportunidad para hacer de las suyas — Nagant aflojó el agarre sobre Midoriya, aunque no le dejó ir — ¿Entiendes? Pude haber acabado con tu vida en una fracción de segundo por confiarte demasiado.

— Te equivocas, Nagant... — murmuró Midoriya en respuesta — Pude haberte esquivado, pero confié en ti. Hay villanos que no cambiarán... — Muscular era el claro ejemplo de ello y todos los que le siguieron — Pero tú no eres una villana... tú eres una heroína, siempre lo has sido.

— ¿Por qué, niño? — susurró Nagant, rebuscando entre la filosofía de Midoriya — ¿Por qué liberar a una prisionera de Tártaro? ¿Por qué confiar en mí? — Su agarre no cedía, y Midoriya sentía la presión en su garganta.

— No lo entiendes, Izuku Midoriya —dijo Nagant, aflojando su agarre pero sin soltarlo—. Los villanos carecen de honor. Aprovecharán cualquier oportunidad para traicionar. ¿Comprendes? Podría haber disparado y volado tu cabeza con un solo tiro por confiarte demasiado.

Reinó un largo silencio hasta que Nagant finalmente soltó a Midoriya, retrocediendo y levantando los brazos para mostrar que su rifle estaba inutilizable. Natasha, que había recibido órdenes de no intervenir, señaló a los guardias para que la arrestaran nuevamente.

El joven de cabello verde se volteó, mirando con tristeza cómo le colocaban nuevamente los guanteletes en los brazos. Frotándose la garganta, Midoriya tosió suavemente y dijo: —Yo... quiero ser un héroe para todos los que lo necesiten. Shigaraki necesitaba un héroe, pero Muscular, a pesar de que le extendí la mano, nunca la aceptó.

—Sé distinguir cuándo alguien merece ayuda y a quiénes no se les debe perdonar... —Nagant escuchaba en silencio. De alguna manera, ella también había aprendido eso en el pasado— pero tú eres diferente, Nagant. Nunca fuiste una villana... en mis ojos, siempre has sido y serás una heroína.

— Tch... — Nagant chasqueó la lengua y suspiró, una sonrisa se formó en sus labios — Nada mal, mocoso... — Nagant miró a Natasha, quien le devolvió la sonrisa — ¿No me vas a encerrar en mi celda después de haber intentado atacar a mi visitante?

— No, ¿por qué haría eso? Usted misma lo dijo, sería incapaz de dispararle a un niño. — Midoriya miró confundido a Natasha, quien inclinó la cabeza dándole una sonrisa de negocios. Fue entonces cuando él entendió.

Spot [Pausa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora