3.

251 39 2
                                    

El sol de la mañana brillaba suavemente a través de las cortinas de la habitación, lanzando un resplandor dorado sobre todo. Shoto estaba frente al espejo, intentando ajustar la corbata en su cuello. Lo había intentado varias veces, pero cada intento parecía peor que el anterior. La frustración comenzó a crecer dentro de él, una irritación inexplicable por algo que debería ser tan simple.

—¿Por qué esto está siendo tan difícil? —murmuró Shoto para sí mismo. Estaba visiblemente frustrado, el nudo de la corbata más parecía un enredo torpe que una pieza de ropa bien arreglada.

Katsuki, que estaba terminando de arreglar su propia ropa, notó la lucha de Shoto a través del espejo. Con una expresión de irritación, se acercó bufando. —¿Cuál es el puto problema ahora? —su voz era áspera, pero había un toque de preocupación subyacente que intentaba esconder.

Shoto miró a Katsuki, sus ojos reflejando la frustración que sentía. —No consigo hacer esto bien. Es solo una corbata, pero me está volviendo loco.

Katsuki puso los ojos en blanco y dio un paso adelante, tomando la corbata de las manos de Shoto con un movimiento rápido y eficiente. —Lo estás haciendo mal, como siempre —gruñó. —Quédate quieto.

Shoto se quedó inmóvil, observando mientras Katsuki, con movimientos firmes y precisos, arreglaba la corbata alrededor de su cuello.

—Listo, bastardo —dijo Katsuki, ajustando el nudo de la corbata con un último tirón. —Ahora está decente.

Shoto miró en el espejo, viendo que la corbata estaba perfectamente arreglada. Soltó un suspiro aliviado, la frustración disminuyendo un poco. —Gracias. No sé por qué esto me estaba irritando tanto.

Katsuki cruzó los brazos, observando a Shoto con una mirada evaluadora. —Aún te estás recuperando de las heridas. Y hay algo más que te está molestando, ¿no es así? Nunca te frustras tanto por algo tan pequeño.

Shoto desvió la mirada. —Estoy bien.

Katsuki bufó de nuevo, pero esta vez había menos irritación en su expresión. —Solo no te esfuerces demasiado, ¿ok? Si necesitas descansar, avísame. No quiero que te desmayes frente a la vieja, porque entonces ella me va a golpear por no cuidarte bien.

Shoto sonrió ligeramente.

Katsuki se dirigió hasta la cómoda y abrió el cajón donde siempre dejaba su reloj. Al abrir el cajón, sin embargo, algo llamó su atención. Los frascos de medicamentos que mantenía allí parecían considerablemente más vacíos de lo que recordaba. Katsuki frunció el ceño, una sensación de indignación creciendo dentro de él.

—Mitad-Mitad —llamó, su voz cargada de seriedad. Shoto, que estaba al otro lado de la habitación, ajustándose el cabello frente al espejo, miró de reojo a Katsuki con una expresión de curiosidad en el rostro.

Katsuki sostuvo uno de los frascos de medicamentos y lo agitó levemente, escuchando el sonido de las pastillas restantes. —¿Cuántos de estos medicamentos has estado tomando? —preguntó, su voz firme.

Shoto tardó un momento en responder, desviando los ojos de vuelta al espejo mientras ajustaba un mechón rebelde de cabello. —Ah, solo he tomado algunos... —respondió de manera aparentemente desinteresada.

Katsuki entrecerró los ojos, claramente insatisfecho con la respuesta vaga. Se acercó a Shoto, sosteniendo el frasco de medicamentos a la altura de los ojos del Omega. —Esto está casi vacío —dijo, su voz baja y controlada. —Estás tomando más que solo algunos.

Shoto suspiró, sus hombros cayendo levemente mientras se giraba para encarar a Katsuki. —Yo solo... estaba con dolor. Pero ya pasó, no era nada grave, tal vez fue solo un mal movimiento que hice y...

— ¿No es nada grave? —repitió, la incredulidad clara en su voz—. Sabes que tomar medicamentos de esa manera no es bueno. Si tenías tanto dolor, ¿por qué carajos no me dijiste nada?

Shoto pasó la mano por su cabello, un gesto de frustración y cansancio. —No quería preocuparte.

Katsuki llevó la mano a su frente, masajeando las sienes con los dedos mientras cerraba los ojos por un momento. —Cuando volvamos del almuerzo, te llevaré al médico —dijo, su voz llena de determinación.

Shoto, que estaba ajustándose el cabello en el espejo, levantó la mirada, sorprendido por la declaración. —Ya estoy bien. No es necesario —empezó a decir, intentando mantener la voz calmada.

Katsuki abrió los ojos, su mirada fija y seria. —No me importa si crees que estás bien. Te llevaré al médico, quieras o no.

Shoto frunció el ceño, un brillo de terquedad en sus ojos. —Sé lo que tiene mi cuerpo. Solo estoy cansado por esa pelea intensa. Es solo eso.

Katsuki cruzó los brazos, su expresión inflexible. —Puedes pensar que sabes, pero no eres médico, bastardo. Y no voy a arriesgar tu salud por orgullo o terquedad.

Shoto suspiró, sintiendo la frustración crecer nuevamente. Sabía que Katsuki estaba preocupado, pero no quería ceder. —No es orgullo o terquedad. Solo... no quiero hacer un alboroto por algo que va a pasar con el tiempo.

― Y si no mejora, mitad-mitad? ¿Y si es algo más serio? No puedo quedarme de brazos cruzados viéndote sufrir sin hacer nada. ―Su mirada se mantuvo fija en Shoto, sus ojos brillando con una mezcla de enojo y preocupación. ―Y sé que eres terco como el demonio cuando se trata de tu salud ―respondió él, con voz grave―. No voy a arriesgar tu salud solo porque crees que puedes aguantar. Puedes estar cansado, pero tomar un montón de medicamentos no es la solución.

―Katsuki... ―comenzó Shoto, con voz más suave.

―Sin más ―insistió Katsuki, su expresión suavizándose un poco pero aún firme―. Me importas, idiota. Y no me quedaré de brazos cruzados mientras te lastimas más. Después del almuerzo iremos al médico, punto.

Shoto suspiró resignado. ―Está bien ―dijo finalmente, con voz baja―. Después del almuerzo.

Katsuki asintió, la tensión en sus hombros relajándose un poco. ―Bien. Ahora terminemos de arreglarnos y vayamos de una vez. No quiero dejar esperando a la vieja.


Serendipia [ BakuTodo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora