Prólogo

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-¡Maldita seas bruja! -segado por la ira y la impotencia veo su cuerpo sin vida tendido en la cama. Aparto un mechón de cabello de su mejilla y beso su frente en forma de despedida y recuerdo una vez más la maldición.

-La verás morir una y otra vez en esta vida y la siguiente, no importa su forma o descendencia tu maldición la perseguirá eternamente.

Despierto sobresaltado por la pesadilla que no me deja tranquilo en las noches, siempre la misma. Seis siglos han pasado desde la primera vez. Por más que intento no puedo alejarme, llevaba tanto tiempo sin sentir su piel sobre la mía que el simple tacto me hipnotiza. Mi pequeña ratoncilla escurridiza, cada vez más hermosa, más llena de vida. Sumergido en mis recuerdos sujeto en mis manos el diario que durante tanto tiempo he guardado y leo la dedicatoria.

"Mil siglos pueden pasar, el verdadero amor triunfará al final"

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