⛆ርᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ『0』

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El matrimonio era hermoso.
Jungkook era el esposo feliz y su amada mujer también era la típica novia feliz, ambos se amaban a solo sus veinticuatro años, cansandose para poder cellar aquel hermoso amor eterno que se prometieron y sentían que lo cumplirían, pues en sus ojos se notaba lo ilucionado que se encontraban ambos.
Jungkook era un chico guapo, ojos grandes, claros, piel blanca nívea, labios esponjosos y rojisos, altura de uno noventa y siete, cabello corto castaño. Su esposa era de cabellera oscura, piel pálida, ojos pequeños negros y labios finos rosa pastel.

Ambos eran jóvenes, y muchas de las personas mayores murmuraban a sus espaldas que solo durarían unos meses de casados para después pedir el divorcio.

Tuvieron su luna de miel en Hawaii, donde Jungkook se encargó de todos los preparativos y su mujer fue la más feliz junto a él.
Pero, con el tiempo ella comenzó a sentirse demaciado sola..., pues, no se imaginó que Jeon, ese chico atento, cariñoso y realmente enamorado fuera un adicto a su trabajo.
Parecía que el amor que Jeon le tenía a la mujer se distorcionó, finalmente todo su tiempo, dedicación y atención fueron los papeleos y el trabajo de su gran empresa.

Jeon podía inclúso no dormir por días al estar pegado en todo su maldito trabajo, descuidando su matrimonio. La vida sexual era importante, su mujer gozaba del dinero, joyas, pero, necesitaba atención, mejor si era de su esposo.

Por ello cuando le mencionó a un Jungkook pegado en sus papeleos mientras estaba sentado en el despacho del edificio que le pertenecía, sintió la falta de atención en el chico.

―Entonces planeamos una salida de chicas― Murmuró mientras sus uñas largas se hacían resonar en el lugar por poco y en las naríces del Jeon, el cual solo permanecía con sus ojos en unos pepelos que leía moviendo ligeramente sus labios al hacerlo.

Adorable...

Pero, era desesperante la poca atención que causaba en su esposo.

―¿Te parece bien?

―¿Esto fue ayer...?― Preguntó Jeon en un susurro antes de tachar algo con su bolígrafo, negando un poco fastidiado mientras arrugaba el entrecejo.

―¡Jeon!

El grito hizó que se sobresaltara un poco y elevara la cabeza ahora viendo a su esposa con verdadero enojo y ceño fruncido, ella cruzó sus brazos con decepsión en su mirada. Solo necesitaba un poco de atención...

¿Era tan difícil?

―¿Uhm? S-sí...― Titubeó con cierto nerviosismo al ver a su esposa tan rígida y bastante enojada, su mano soltó el bolígrafo mientras dejaba sus papeleos en el escritorio.

―¿Entonces no te molesta que vayamos a una discoteca?

Jungkook asintió distraído y la mujer pudo ver que sus ojos no estaban en ella sino en el papelo que había dejado en el escritorio, leyendo..., una vez más.

―¿Sin celos de por medio?― Murmuró ella cruzada de brazos alejandose un poco del hombre. Tratando de hacerle reaccionar si quiera un poco con aquella frase.

―Sí, sí, claro, lo que digas...― Murmuró distraído, parecía otra persona. No con la que se había casado. ―¿Ya te vas?

Y esa fue la gota que derramó el vaso...
literalmente la estaba hechando, la mujer caminó rápido con sus tacones arrebatandole la hoja que Jungkook yacía leyendo. La arruga con fuerza y la tira al suelo para pisarla. Su enojo era notable y Jungkook también parecía muy molesto, levantándose de su asiento con enojo irritable por la acción de su mujer.

Lᴀ sᴇᴅᴜᴄᴄɪᴏ́ɴ ᴅᴇ ᴜɴ ᴀᴍᴀɴᴛᴇ (kookv)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora