eat from me!!

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Gustavo Cerati había invitado a Charly Alberti y Zeta Bosio a pasar el día en su casa rodante. Era un momento para relajarse y disfrutar de la compañía mutua, lejos de los fans, entrevistas y paparazzis. Mientras ajustaban los últimos detalles antes de partir, Zeta se mantuvo en silencio, observando a Charly con una sonrisa juguetona que apenas ocultaba su complicidad.

Charly, ajeno a las intenciones de Zeta, estaba emocionado por la idea de pasar tiempo con Gustavo en un ambiente más íntimo. Desde hace tiempo había sentido una atracción creciente hacia su compañero de banda, pero nunca se había atrevido a expresarlo abiertamente.

Cuando llegó el momento de partir, Gustavo sonrió y abrió la puerta de la casa rodante, invitándolos a subir. Zeta, con una mirada cómplice hacia Charly, decidió romper el hielo de una vez por todas.

—Creo que este viaje se los voy a dejar para ustedes dos. —dijo Zeta con una sonrisa traviesa. —Yo tengo algunas cosas que hacer hoy.

Él sabía que Charly estaba enamorado de Gustavo, entonces decidió no ir par que ellos tuvieran unos días a solas. Lo que no sabía era si Gustavo sentía algo o no.

Charly se quedó momentáneamente sorprendido, pero luego una mezcla de emoción y nerviosismo se apoderó de él. Miró a Gustavo, preguntándose cómo reaccionaría.

Gustavo, con su habitual calma, asintió con una sonrisa suave.

—No pasa nada, Zeta. Nos vemos después entonces.

Zeta, satisfecho de haber allanado el camino, se despidió con un gesto de complicidad y se alejó dejándolos a solas.

Dentro de la casa rodante, Charly y Gustavo intercambiaron miradas cargadas de significado por parte del menor.

—Bueno, parece que estaremos nosotros nada más. —le sonrió y se sentó en el asiento para ir prendiendo el motor.

—Si... —le devolvió la sonrisa y sus mejillas se pusieron algo rojas.

Charly era demasiado tímido. No sabía cómo iba a hacer para sacar temas de conversación con él, además que le gustaba bastante, más se ponía nervioso.

El ambiente era sereno, el sonido suave del motor acompañaba la conversación que comenzaba a florecer entre ellos.

Gustavo rompió el silencio con una sonrisa cálida.

—Qué bueno que estemos haciendo esto, Charly. Necesitaba un momento así, lejos de todo.

Charly asintió, sintiéndose un poco más relajado ahora que estaban a solas.

—Sí, es poder escapar por un rato.

A medida que el viaje continuaba, la conversación se volvía más personal y sincera. Hablaron de música, de sus vidas fuera del escenario, de momentos compartidos en giras pasadas. La complicidad entre ellos crecía con cada palabra compartida.

Gustavo, con su característica sensibilidad, notó la mirada inquisitiva de Charly de vez en cuando.

—¿Paso algo, Charly? —preguntó con curiosidad.

Charly se sintió momentáneamente nervioso, pero decidió ser honesto.

—Si te soy sincero, Gus... Siempre he admirado mucho tu talento. Y más allá de la música, eres alguien muy especial para mí.

Gustavo guardó silencio por un momento, procesando las palabras de Charly. Luego, con una expresión suave, respondió:

—Yo también siento algo especial contigo, Charly. Desde hace tiempo, sos un gran compañero y amigo para mí. —dijo inocente.

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