Capítulo 1

1 1 0
                                    

CAPÍTULO 1: Emergencia en el puerto Miranda

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

CAPÍTULO 1: Emergencia en el puerto Miranda

— Necesito extracción de inmediato, la misión falló. Repito, la misión falló — la voz agitada de mi hermana retumbaba en mi radio, llena de desesperación.

—¿Cómo que falló? — pregunté, con el corazón en un puño — ¡Sal de ahí! Iré a la base para que te extraigan de inmediato.

—Serena, tienes que hacer algo — su voz sonaba aún más cansada, más rota — Debes ir al puerto de Miranda. Hay explosiones. — Su preocupación me hizo detener el auto bruscamente — Debes salvar a la gente.

—Pero tú... — intenté replicar, pero las palabras se me ahogaron.

— Serena, hay niños, ancianos, gente inocente en ese maldito puerto. Debes ir y poner una alerta, sino todos morirán.

— ¡Camila!

— Yo estaré bien, no debes preocuparte de nada.

—Si hago esto, debes prometerme que nunca apagarás el radio y siempre me hablarás.

—Lo prometo —respondió, su voz más débil que nunca.

Me quedé más tranquila. Al menos la escucharía y sabría en qué momento la estarían extrayendo.

—Este es un código negro; ubicación, puerto Miranda.

— ¿De qué diablos estás hablando? - pude escuchar la voz de Matteo por mi radio - Se nos acaban las manos.

—Mat, prioriza la extracción de mi hermana. Yo iré al maldito puerto. Solo sácala de ahí.

—Daré aviso al comandante del distrito. Te ayudará.

Todas las unidades respondieron. Al llegar al puerto, vi a demasiada gente; eran el doble de lo que normalmente había.

Lo planearon todo.

—Soy la detective Andersson, todos los presentes deben retirarse —hablé a través de un megáfono—. ¡Todos deben retirarse lo más pronto posible!

Al escuchar "bomba", comenzaron a correr. Las unidades llegaron antes de lo que pensaba.

—Detective Andersson, soy el sargento Miller. Me avisaron de lo que está sucediendo. ¿Dónde se encuentra la bomba?

—No lo sabemos.

—¿Cómo se enteraron de esta noticia? Se da cuenta de que puede ser una broma.

Mi paciencia, mi calma, mi todo, se rompió. Mi hermana estaba en la boca del león y él dudaba de sus palabras.

—En estos momentos, una detective está en riesgo. La pueden matar, pero nos dio esta información a duras penas. No toleraré que ponga en duda la palabra de esa detective.

—Me disculpo por mi impertinencia. Seguro que lo están pasando mal. Nos pondremos a buscar la bo...

Un resplandor naranja lo inundó todo. Personas yacían en el suelo, heridas, mientras el humo dificultaba la respiración.

Mis oídos zumbaban y todo parecía transcurrir en cámara lenta. La policía se afanaba en socorrer a los heridos.

De repente, escuché un grito, uno que reconocí al instante. Tomé rápidamente el radio y, mientras llamaba desesperadamente a mi hermana, otra explosión sacudió el lugar.

—¡RESPÓNDEME! Por favor —suplicaba, mis piernas sin fuerza me hicieron caer de rodillas.

—Se...Serena.

—¿Estás bien? ¿Qué sucedió? Te escuché g... —la voz cansada y apagada de mi hermana me dejó muda.

—Se...re...na, escúchame atentamente. No creas en nada de lo que te digan. Debes ser fuerte y buscar respuestas tú misma. Mira con tus ojos. Siempre tuviste unos ojos puros.

—¿De...de qué estás hablando?

—Estoy herida.

—Pero la extracción ya estaba en proces... —mi voz se desvanecía.

—Serena, hay muchos oídos y una sola vista.

—No entiendo nada —mis lágrimas salían sin control. Sentía que era una despedida—. ¿Quién es el culpable? Dame nombres; no, no, no, llamaré a Matteo, te extraerán rápido. Los obligaré.

—Rena, busca a Stefano Caruso. Él... eres una rata difícil de matar, pero esta fue tu última vida.

El sonido del disparo resonó ensordecedoramente y, al mismo tiempo, escuché las palabras: "Te quiero, Rena".

Con la vista nublada por las lágrimas, no pude articular ni un solo sonido. El grito desgarrador que debía escapar de mí se quedó atrapado en mi garganta.

Sentí unos brazos envolviéndome y, al instante, me encontraba en el suelo mientras otra explosión retumbaba, haciendo volar maderas y piedras por los aires.

—¿¡POR QUÉ NO ME RESPONDES!? ¿ACASO QUIERES MORIR? ¿SERENA? —la voz de Matteo estaba envuelta en emociones contradictorias.

—C...c...Cam se fue —fue lo único que pude decir.

—¿Qué? Me mandaron aquí porque me dijeron que ya estaban llegando al punto de encuentro para la extracción. Eso fue hace más de 10 minutos.

—La mataron —las lágrimas no dejaban de salir y, finalmente, grité.

Matteo solo me abrazó y me sacó de ese lugar. Mientras nos alejábamos, lo último que vi fue un barco en llamas: el barco de mis difuntos padres.

Había olvidado que ese barco estaba aquí.

Mi alma estaba rota, mi mente hecha un caos, y mi casa, llena de recuerdos, se sentía vacía. Me dieron una semana para que pudiera recuperar la calma, pero solo podía escuchar sus palabras, ver los recuerdos que llenamos juntas en este lugar.

El cuerpo de mi hermana seguía sin aparecer, y yo llevaba una semana en duelo. Matteo venía todos los días, creo que solo para asegurarse de que aún estaba respirando.

Aún no logro entender qué sucedió ese día; todo está lleno de contradicciones. Pero estoy convencida de que Stefano Caruso tiene las respuestas que necesito.

Nota de autora:

SERÁ O NO SERÁ? Caruso, necesito respuestas.

SERÁ O NO SERÁ? Caruso, necesito respuestas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Entre balas y susurrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora