Parte 1 Sin Título

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CAPITULO 1

Me desperté con una sensación de desconcierto, los ojos entreabiertos, sin poder enfocar bien la vista. Sentía el frío de la tierra húmeda debajo de mí y el susurro de las hojas moviéndose por el viento. Haciendo que todo pareciera irreal, como si estuviera atrapada en un sueño del que no podía despertar.

—Oye, ¿estás bien? —La voz era masculina y cercana, lo suficientemente cerca como para hacerme abrir los ojos por completo.

Dos figuras se recortaban contra la luz del amanecer, sus rostros ocultos en la sombra. Me incorporé lentamente, sintiendo cada músculo adolorido. Uno de ellos se agachó a mi lado, la preocupación dibujada en su rostro.

—¿Qué haces aquí tirada en el bosque? —preguntó el más cercano, un chico alto con el cabello castaño y rizado. Tenía una expresión seria pero sus ojos mostraban una amabilidad que me hizo sentir un poco más segura.

—No lo sé —respondí con voz ronca, sorprendida por lo débil que sonaba—. No recuerdo nada.

El otro chico, un poco más bajo y con el cabello más oscuro, se cruzó de brazos, observándome con curiosidad.

—¿Cómo que no sabes dónde estás? —preguntó, frunciendo el ceño.

—Que no sé —repetí, sintiendo la frustración crecer en mi interior—. Me desperté aquí y no recuerdo nada.

El chico de cabello oscuro intercambió una mirada con el de cabello rizado.

—Debiste haber caído de un avión o algo así —dijo, tratando de buscar una explicación lógica.

—No, no lo creo —repliqué con una leve sonrisa irónica—. Si hubiera caído de un avión, estaría muerta, ¿no crees?

Ambos chicos rieron suavemente, aliviando un poco la tensión del momento. El de cabello castaño me ofreció una mano para ayudarme a levantarme.

—Hubieran empezado por ahí, ya se estaban tardando —dije, intentando sonar firme.

Michael esbozó una sonrisa, pero Nick mantenía una expresión cautelosa.

—Aunque estés herida, eres una desconocida —dijo Nick, su tono aún desconfiado.

—Sí, y si eres una asesina —añadió Michael en broma.

—Por Dios, no me puedo ni parar y dicen esas estupideces —respondí con un suspiro exasperado.

—Pues hay que desconfiar —replicó Nick, encogiéndose de hombros.

—Yo debería decir eso, estúpidos —murmuré, rodando los ojos.

—¡Oye no me insultes! —replico.

—¡Estúpido! —le volví a gritar.

Michael soltó una carcajada y le dio un golpe ligero en el hombro a su hermano.

—Ya, es una broma. Tranquila.

—No pienso irme con ustedes —dije, cruzando los brazos con dificultad y tratando de parecer decidida.

—Vamos a ayudarte —dijo Michael.

—No te conozco, largo de aquí.

—Eres una atrevida —expreso Nick.

—Solo porque no sé quién soy lo haré, pero si llegan a lastimarme me voy a defender —admití.

Michael asintió con una sonrisa de alivio.

—Que tonteras dices, estaremos aquí para cuidarte —dijo Nick.

—Ah, no eres tan malo como parece, chico.

ALMAS OSCURAS, SEGUNDO LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora