Al despertar me encuentro en una cama con muchos cables en mi brazo y algo pesado en mi pie, como una bota especial. Intento moverme, pero me duele todo el cuerpo y suelto un gruñido bajo, sin embargo, eso fue suficiente para alertar la persona que estaba dormida en el sofá que no me había percatado de su presencia.

—No te muevas —comenta Laurie tranquilamente tomando mi hombro y mi mano—. Respira con calma.

—¿Cómo llegamos aquí? —pregunto mirando a todos lados y con un tremendo dolor de cabeza—. Tú y yo... Estábamos en un lugar...

—¡Laurie! —entra Cassie con lágrimas en los ojos y se lanza a los brazos de ella, ver eso me hace sentir incomoda por alguna extraña razón—. ¿Estás bien? ¿Te golpeaste? —pregunta separándose de ella para mirarla de arriba abajo, asegurándose que no tiene ni un rasguño, ene so entra una enfermera en silencio, Cassie se voltea para mirar a la enfermera que está revisando mis valores—. ¿Atendieron a mi amiga? Necesito un doctor aquí para que te revisen, Laurie. Siéntate.

—Cassie... Cassie... Cálmate, estoy bien —comenta Laurie con una sonrisa en sus labios y sus manos en sus hombros de manera muy familiar, las miro detenidamente—. La que sufrió un golpe es la señorita Eastey, pero la están atendiendo.

—Deberían también atenderte —Cassie me mira con enojo, no aparto la mirada de ella, no le tengo miedo—. Me enteré que no quisiste salir del ascensor...

—Es lo menos que podía hacer —comento gruñendo del dolor que sentía en mi cuello, me llevo la mano hacia allí instintivamente, pero no dejo de mirar a Cassie.

—Les sugiero que salgan para que la dejen descansar —dice la enfermera en un tono muy autoritario.

Ambas se miraron para luego mirarme a mí, Cassie toma de la mano a Laurie y se la lleva lejos, suelto un suspiro, cierro los ojos para calmar mi molestia. La enfermera me ayuda a acostarme correctamente en la cama, ella introduce algo por uno de esos tubos y pierdo la consciencia de un segundo a otro.

Al abrir los ojos me encuentro sentada en un lugar lleno de lodo, está lloviendo, huele a humo, me arde todo el cuerpo como si llevase tiempo aquí entre las cenizas y el humo, sin embargo, puedo soportar el dolor, me levanto como puedo del piso y veo a todas las personas observando con horror y temblor lo que está delante de ellos, miro detrás de mí por si acaso, pero encuentro muchos palos de madera quemadas.

—¿Eso fue todo? —pregunta un viejo todo soso.

—No se confíen, recuerden sus palabras —dice una señora detrás de toda esa multitud, ellos se voltean para mirarla. Todos se asustan y rápidamente se apartan de ella con temor. En sus ojos hay maldad y mucho poder—. No habló en vano, ella es una bruja poderosa... —mira a una chica que no encaja entre esa multitud, regresa su atención a la hoguera humeante y sonríe—. Ve por ella y tráela a mí.

—Sí, Madre —dice haciendo una reverencia leve y se desvanece en el cielo. Ahogo un grito porque no sé si me ven o no.

Es hermosa y totalmente joven, aunque veo cansancio y muchos años han pasado por ella, sin embargo, no hay tantos signos de vejez en ella. Cabello largo, totalmente negro como la noche más oscura, alta y esbelta, de piel blanca, como si nunca se expusiera al sol...

—¡Ahora! —dice girando sobre sus talones y abriendo sus brazos. De repente todo se oscureció y la lluvia empezó a arreciar y los truenos aparecer—. Haremos que la espera sea grata para todos nosotros.

—¡Izeland! ¡Ice despierta! ¡Despierta! —abro los ojos y veo humo salir de mis piernas, de la rodilla hacia abajo.

—¡Quita eso! ¡Quita eso! —comienzo a sacudir mi pierna buena, pero no se quita ese humo—. ¿¡Que es eso!? —pregunto asustada y mi asistente me mira desconcertada.

Luna de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora