Introducción

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Violeta agarra la mano de la chica con suavidad y la coloca sobre su pecho, cerca del corazón.

-Jesú Kiki, estoy atacaíta -suelta con voz temblorosa.

Chiara sonríe ruborizada y alcanza su mano libre para hacer lo mismo. Para que Violeta también note sus latidos. Es un impulso más que otra cosa, porque no sabe bien cómo gestionar eso tan fuerte que está sintiendo. Y lo hace con la ilusión romántica de que, en algún momento, lleven un ritmo acompasado.

-Estoy atacaíta, ¿eh?, ¡noveah! -la imita mofándose, marcando el acento de su tierra.

Violeta ríe al escucharla. El andaluz es demasiado gracioso en los labios de Chiara, que ríe en respuesta y la mira con atención para comprobar si su risa enmascara las ganas de llorar. Violeta se abraza a ella con fuerza y ella la achucha con cariño. Desea transmitirle toda esa energía a través del contacto.

Violeta se recrea en su olor fresco y suave, que la calma como el aroma del hogar. Es fácil reír con ella, porque siempre son bromas sanas y espontáneas. Y Violeta le agradece con todo su cuerpo que lo haga siempre que está nerviosa justo antes de ir a plató.

-No sé por qué estás nerviosa, si me van a echar a mí -suelta Chiara, acariciando el costado de la chica.

Violeta ronronea una pequeña carcajada por la ocurrencia, que vibra en su cuello y le hace suspirar.

Ojalá escuchar tu risa siempre así, piensa.

-No seas tonta, toda España sabe que te vas a quedar tú -añade la pelirroja. Chiara escucha su voz rumiosa, ya que siguen abrazadas y la voz de Violeta se le escapa por detrás de la nuca.

-Eh, pues muy bien hecho, España. ¡Bien hecho! -exagera para hacerla reír y Violeta se separa para oírla mejor, pero se mantiene agarrada a sus antebrazos.

-Se mueren por escuchar el talento más talentoso de la academia, así que lo siento mucho Vivi, tienes que marcharte ya. Vamos, ¡corre! -la zarandea con premura, pero con la certeza de que ella no se soltará.

Violeta ríe con suavidad por su tontería y aprieta las manos con más fuerza para no soltarla.

-¡No, nunca! -grita de forma dramática frunciendo las cejas-. ¡Jamás, Chiara Oliver! -continúa el teatrillo zarandeándola con los ojos cerrados, lo que provoca una carcajada en la morena.

-You are a dummy! -suelta Chiara entre risas y la atrae hacia ella para abrazarla con fuerza.
Violeta corresponde el gesto y deja que encaje su cabecita en el pequeño hueco que se forma entre los brazos de Chiara y su cuello.

-That's why I must leave, baby! -se burla Violeta exagerando el acento de Chiara y consigue arrancarle otra carcajada.

Segundos después, se separa, coloca las manos sobre los hombros de la pelirroja y las desliza unos centímetros.

-Baby don't hurt meeee, no mooore! -canturrea la inglesa con los ojos cerrados, apretando esa pequeña zona con cada sílaba y Violeta se retuerce un poco por las cosquillas.

Chiara abre los ojos al notar su movimiento y agarra de nuevo sus hombros estirando los brazos.

-Ay Keeks, estamos más payasas... -comenta Violeta enfocando sus ojos verdes.

-Yo siempre soy una payasa, ¡tengo certificado de payasa! -Violeta suelta una risa aireada y arruga la nariz. Mece la cabeza en negativa, porque no puede ser más mona.

-Payasa felís, payasa triste... -añade la pequeña cambiando la expresión de la cara.

Violeta hace un pucherito y ambas quedan así unos segundos. En el fondo están muy tristes porque les queda poco tiempo juntas. En breve las avisarán para el retoque de maquillaje. La noche se pasará en un abrir y cerrar de ojos. Y para cuando quieran darse cuenta, la gala ya habrá terminado.

-No chero... -suspira Violeta con los ojos húmedos de la pena.

-Pero chiene que haserlo. Hay un pumple en el parque, Vivi chiene que ir, ¿chi? -le dice Chiara con suavidad, imitando la forma de hablar de una niña pequeña. Como la que ponían ambas la noche anterior en el sofá.

Violeta ensancha los orificios de la nariz, aguantando las ganas de llorar y asiente repetidas veces.

-¿Un pumple? -pregunta con un hilo de voz.

-Chi, poqui todos cheren verte. Tú nu puede faltá, nu -responde Chiara, rascándole ambos lados de la cabeza por detrás de las orejas.

A Violeta le emociona aún más que Chiara esté esforzándose tanto por animarla y que no se sienta mal.

Es demasiado bonita, piensa. Y aprovecha el gesto de negar para agachar la cabeza y que Chiara no la vea llorar.

Nota como dos gotas se deslizan violentamente por sus mejillas y se le desbordan por la barbilla. Chiara la agarra del mentón con suavidad para poder mirarla de nuevo y asegurarse de que está bien. Entonces nota la humedad en la yema de los dedos y su corazón se retuerce al verla tan rota.

No, no, no, se queja internamente. La abraza con todo el amor que su cuerpo le permite y Violeta se aferra a su cintura.

-Vivi... -aprieta los dientes y se mantiene fuerte por las dos.

Aguanta, Kiki, le ordena a su mente.

Permanecen así un ratito, porque Chiara desea asegurarse de que está mejor, que se ha desahogado lo suficiente y respira más tranquila.

-Perdón, se me ha metido un ojo en la lágrima... -bromea Violeta al separarse. Ha tenido que ser ella la que rompa el abrazo porque sabe que Chiara sería capaz de estar horas y horas, que no la soltaría hasta que ella estuviera bien.

Chiara suelta una risita apenada por su capacidad para bromear incluso estando así de vulnerable. Le brilla la mirada. Violeta sabe que ella también tiene muchísimas ganas de llorar, pero se las ha ingeniado para ocultarlo.

Es empática por naturaleza, por lo que sabe leer a los demás sin dificultad. Especialmente cuando se trata de Chiara. Es como estar en su cabeza. Entonces cree ver una bola de hollín flotante y cómo Chiara la guía con los dedos hacia su cuerpo, hasta entrar en su pecho. Para que ella, su pobre Violeta, no tenga que guardar tan pesada carga.

-¡Vivi, tu maquillaje! Sheeet... -maldice la chica al ver su cara, con restos de pintura debido a las lágrimas.

-¡Ay no, me cago en...! -reacciona Violeta alarmada y busca un espejo para limpiarse.

-No pasa nada, tranquila. Ahora te lo arreglan -la calma ella, observándola desde atrás.

Se altera por unos instantes, recolocándose el pelo de forma impulsiva. También se rasca la frente y la punta de la nariz. Se mueve en el sitio ligeramente. Junta las manos, se aprieta los nudillos, se rasca las muñecas...

Violeta capta todo el ritual con el rabillo del ojo. Sabe que se ha puesto nerviosa y que está muy inquieta. Entonces la llama, y Chiara se para en seco, atenta y dispuesta a ayudarla sin pedir nada a cambio. Violeta aprieta los labios y sonríe con ternura.

-Gracias... -se sincera.

Chiara parpadea varias veces y después suelta un profundo suspiro al darse cuenta de lo que ha ocurrido, de su comportamiento errático y de la ayuda que recibe.

No puede evitar sonreír.
Violeta siempre la está cuidando.
Siempre.

[KIVI] Confía (Lover's version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora