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¿Revolución independentista o dependo de la revolución?

☾☼

Quedarnos parados en la puerta de la iglesia fue un momento revelador, sí alguien tuviera que asignarle un título. El frío azotaba mi cuerpo por encima de la chaqueta con tal fuerza que se me olvidó que unos minutos antes estaba a punto de vomitar. El alivio inmenso que recorrió mi estómago cuando solté la mano de Paul no podría compararse con nada que yo hubiera conocido y esperaba de todo corazón nunca volver a experimentar algo semejante.

Fue rarísimo, como estar de cabeza por varios minutos en una montaña rusa sin cinturones de seguridad.

—No sé, fue inusual. -mencionó con tranquilidad, tratando de llenar el silencio absurdo que nos precedía.

—¿Inusual? ¿No se te ocurre otro término más complejo? Como disparatado y horrible. -dije seguro de mí mismo, con un toque gracioso para que procesarlo no resultara tan difícil, —Me gustan más esas dos palabras.

Paul me observó directamente a los ojos con una intensidad que me dejó estático, pasaron unos segundos cuando removí las manos con nerviosismo y mis párpados se cerraron como mecanismo de defensa. Sus ojos avellanas, tan profundos como el mar en movimiento, me dejaron bastante afectado. No soportaba el silencio atronador y menos que me juzgaran tan deliberadamente. Pensé que mis poderes tenían que ver con el suceso, pero antes había entrado al mismo lugar sin enfermar de gravedad.

Tenía que ver más con Paul que conmigo. Algo no terminaba de convencerme.

—¿Por qué crees que pasó algo así? -se atrevió a preguntar y yo fruncí los labios, absorto en las continuas posibilidades que se recreaban en mi cabeza.

—No tengo idea. -confesé frustrado, fijándome en que nadie más nos estuviera viendo o escuchando, —¿Tienes familiares aquí?

—No, ¿por qué?

—Hay muchos mitos en este país. Varios tienen que ver con descendientes directos o indirectos de la realeza y los títulos nobiliarios. -expliqué lo mejor posible y Paul asintió lentamente.

—¿Como condes y barones? ¿A eso te refieres?

—Si, es algo con relación a los inmuebles. Son muy antiguos y las historias de sus propietarios anteriores son atípicas. -comenté balanceándome sobre los pies, tratando de contrarrestar el clima.

—No, creo que no tengo ningún familiar de la realeza. -pensó con más interés, para luego abrir la boca y reír, —Bueno, sí tenía uno que trabajaba con una familia y le decían Sir, pero no poseía un título como tal.

—Entonces creo que la iglesia rechaza tu presencia. ¿Acaso eres el diablo? -bromeé y Paul me golpeó sutilmente el hombro, —Si hubieras tocado a alguien más, ¿le hubiera pasado lo mismo?

—La verdad no quiero averiguarlo. No volveré a poner un pie en esa catedral. -dijo y pensé en lo engorrosa que se convertiría esa tarea para la universidad. Decidí no mencionarlo, solo conseguiría volver a torcer nuestro ánimo.

—¿Vamos a casa?

—Primero compremos palomitas, estaría bien hacer un maratón de películas. -propuso y asentí. Me pareció una buena idea.

☾☼

La tarde pasó sin ningún contratiempo. Dos minutos antes del mediodía me excusé para ir al baño, estallé durante diez minutos y me regeneré levemente, sin necesidad de sufrir en el proceso. Peiné mi cabello con los dedos y salí como si nada del cuarto, notando que Paul me esperaba con la película en pausa.

Entre el resplandor y la sombra | McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora