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"¿Qué?!" Yukie estaba prácticamente gritando, sin importarle que fuera de madrugada. Caminaba de un lado a otro en la habitación, claramente frustrada. "¡Deberías ir y besarlo de una vez, Hana! Por Dios, ese hombre lo pide a gritos."
Hana, sin embargo, negó con la cabeza, manteniendo una expresión tranquila. "Eso no va con mis principios," se defendió, aunque una pequeña sonrisa se asomaba en sus labios. "Esperaré pacientemente una confesión romántica y cliché."
"¿Hablas en serio?" Yukie se detuvo en seco, mirándola con una mezcla de sorpresa e incredulidad.
"Sí," respondió Hana, asintiendo con firmeza.
"Bien," dijo Yukie con determinación, "en esta conversación necesitamos refuerzos." Salió rápidamente de la habitación, pero lo hizo en silencio para no llamar demasiado la atención. "No te muevas de aquí," añadió antes de cerrar la puerta.
Hana la observó salir, suspirando con resignación. "No es como si pudiera irme a algún lugar," murmuró para sí misma, sintiendo una mezcla de curiosidad y resignación. Pasaron unos minutos cuando la puerta se abrió de nuevo, esta vez con Akaashi y Bokuto entrando, ambos con el rostro algo adormilado pero curioso.
"Yukie, no me digas que los despertaste," dijo Hana, preocupada por la hora.
"No se habían quedado dormidos aún," aclaró Yukie con una sonrisa traviesa. "Además, esto es importante."
Bokuto bostezó y se dejó caer en la cama, mientras Akaashi se cruzaba de brazos, claramente aún medio dormido pero dispuesto a escuchar. "Entonces, ¿de qué se trata?" preguntó Akaashi con su habitual calma, aunque su tono reflejaba la confusión de ser llamado a una reunión en plena madrugada.
"Lo que pasa es que Hana necesita un empujoncito," dijo Yukie, señalando a la rubia. "Y creo que ustedes dos pueden ayudarla."
"¿Ayudarla con qué?" preguntó Bokuto, intrigado.
"Con Kuroo," respondió Yukie, haciendo un gesto dramático. "Sus expectativas son igual a las de una abuela."
"¿En serio?" Akaashi levantó una ceja con incredulidad, mientras Bokuto soltaba una carcajada sonora.
Hana se sonrojó, encogiéndose un poco de hombros. "¿Realmente importa eso?" murmuró, sintiéndose un poco avergonzada.
Bokuto, con su habitual entusiasmo, le dio una palmada en la espalda. "¡Eso suena genial! Pero, ¿Cómo esperas que Kuroo sepa lo que quieres?"
Hana suspiró, sintiéndose un poco más reconfortada por la reacción de sus amigos, aunque seguía sintiendo la incertidumbre. "No tengo ni la menor idea," admitió, mordiéndose el labio.
Yukie rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír. "Bien, entonces haremos todo lo posible para que ese idiota de Kuroo se dé cuenta y no tenga más opción que cumplir tus expectativas, por muy de abuela que sean."
