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Los días que siguieron estuvieron lejos de ser tranquilos y las pesadillas de Okita parecía ser solo el comienzo de algo mucho más siniestro.
Primero, unos pocos comenzaron a tener pesadillas repetitivas, incluso durante breves siestas. Luego, las pesadillas se extendieron a los dioses. Incluso figuras como Susanoo, conocidos por su fortaleza, empezaron a sufrir sueños horribles, como quedarse solos para siempre o ser comida de seres monstruosos. Los humanos de corazón fuerte mostraban signos de depresión, una sombra que se extendía lentamente por el panteón Japonés.
Nostradamus rondaba por ese mismo lugar, observando estos acontecimientos con una fascinación casi científica.
A diferencia de otros, no sentía tanta lástima, sino una profunda curiosidad en donde iba a atender a algunos solo para tener conocimiento del proceso mental de los afectados.
Mientras tanto:
Okita evitaba dormir, recordando que había sido uno de los primeros en ser afectado por las pesadillas. Su mente comenzaba a atar cabos, sospechando de Nostradamus y los Omamori que había robado.
Se había puesto hielo en la espalda por cada vez que intentaba dormir, así que estaba más que enfocado en terminar con esto.
Después de buscar al profeta por todo el panteón, Okita finalmente encontró a Nostradamus en una biblioteca, leyendo libros sobre sueños escritos por el mismísimo Tsukuyomi.
Michel, al verlo, le sonrió con una pequeña expresión traviesa. - ¡Oh él japonés de la otra noche! ¿Qué te trae por aquí? Saludó cerrando su libro con un golpe suave.
- Esto es tu culpa profeta... ¿¡Qué has hecho!? Demandó Okita, sus ojos llenos de ira contenida.
Michel inclinó la cabeza, aparentemente confundido, aunque una chispa de de emoción brillaba en sus ojos. - ¿Mi culpa? ¿De qué estás hablando? Todo esto es pura investigación médica. No hay nada personal Dijo encogiéndose de hombros.
- ¿¡Investigación!? La gente está sufriendo. Los dioses están teniendo pesadillas horribles y tú lo llamas investigación... Él apretó los puños, conteniendo su deseo de abalanzarse sobre el hombre.
- Exactamente. ¿No es fascinante? Quiero entender cómo las pesadillas afectan a diferentes seres, humanos y dioses por igual. Y tú, querido Nipón, serás mi primer paciente. Después sonrió con una inocencia bien fingida.
- ¿Primer paciente? Bufó, su frustración creciendo. - ¿Quieres saber cómo me siento? ¡Exhausto, aterrorizado, estresado Y muy, MUY irritado!
Nostradamus sacó una libreta celeste con estrellas doradas y empezó a anotar, como si estuviera en medio de una entrevista. - ¡Interesante! ¿Exhausto, dices? Ajam, comprendo...¿Cuánto tiempo llevas sin dormir bien? Preguntó, sin levantar la vista de sus notas.
