Capítulo 3: Un Grito en la Oscuridad

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Naruto observaba cómo las puertas del refugio se cerraban lentamente, sellando la seguridad de las personas que había logrado salvar. Sentía una satisfacción profunda, sabiendo que había hecho su parte. Sin embargo, cuando la entrada estaba a punto de cerrarse por completo, un grito desgarrador rompió el silencio: el llanto desesperado de una niña pidiendo ayuda.




El debate interno de Naruto fue breve pero intenso. Sabía el peligro que implicaba salir, pero también sabía que no podía quedarse quieto mientras alguien estaba en peligro. Se golpeó a sí mismo en las mejillas con ambas manos, despejando sus dudas y fortaleciendo su determinación.


—No puedo dejar a nadie atrás,— se dijo a sí mismo.




Las personas que había salvado intentaron detenerlo, agarrando su brazo y suplicándole que no se arriesgara. Naruto los miró con firmeza y les respondió: —Es mi obligación como futuro miembro de la Fuerza de Defensa.




Los oficiales que vigilaban la entrada también vieron a Naruto correr hacia las puertas y trataron de detenerlo. Pero Naruto, con una habilidad sorprendente, utilizó la fuerza de cada uno de ellos en su contra. Un oficial grande y musculoso intentó presionarlo con su físico imponente, pero Naruto ya había observado sus movimientos previamente. Sabía que su "arma" era la presión muscular y el centro de gravedad.




Mientras el oficial grande se lanzaba hacia él, Naruto pensó rápidamente: —Su fuerza está en su tamaño y peso, pero también es su debilidad.


Naruto bajó su centro de gravedad y, en el último momento, utilizó la fuerza del oficial en su contra, derribándolo y rompiendo su balance. El oficial cayó al suelo con un estruendo, y Naruto avanzó, esquivando los intentos de otros oficiales de agarrarlo.




Las personas miraban con los ojos muy abiertos cómo Naruto, un joven de 17 años, derrotaba a los oficiales sin recibir daño alguno. Humillados y sorprendidos, solo podían observar mientras Naruto corría hacia la puerta, alcanzándola justo antes de que se cerrara por completo.



El oficial gigante golpeó el suelo con frustración, rezando por la vida del muchacho. Había escuchado el grito de la niña, pero en su carrera había tenido que resignarse a salvar al mayor número posible de personas. Ahora, solo podía ver la silueta de Naruto alejándose mientras las puertas se cerraban.



Naruto miró atrás, viendo la puerta completamente cerrada. No había otra salida. Su misión estaba clara: salvar a las personas que quedaban atrás.



Corriendo por las calles, buscó a la niña cuyo grito había escuchado. Sus pensamientos eran un torbellino de determinación y recuerdos dolorosos.



—No puedo salvar a todo el mundo, porque no soy Dios... Pero puedo intentarlo, porque soy Naruto Uzumaki, futuro miembro de la Fuerza de Defensa. Y por mi promesa hacia mis compañeros caídos, seguiré adelante. Ese es mi camino, el camino que dejaron mis amigos.





Naruto corría con todas sus fuerzas, esquivando escombros y autos abandonados. El ruido de los helicópteros en la distancia indicaba que la tercera división de la Fuerza de Defensa estaba cerca, pero no podía esperar. Finalmente, vio a la niña atrapada bajo los restos de un edificio colapsado. Sin dudarlo, se lanzó a su rescate.





—¡Aguanta, ya estoy aquí!— le dijo, su voz llena de determinación. Usando toda su fuerza, levantó los escombros lo suficiente para liberar a la niña. Justo cuando estaba a punto de sacarla, un gran escombro comenzó a caer sobre ellos. La niña cerró los ojos con miedo, esperando su muerte. Pero en lugar de ser aplastada, estornudó cuando el polvo cayó sobre su nariz.



Naruto no tenía tiempo de arrojar a la niña lejos. Decidido, se agachó y colocó sus manos debajo del escombro. —Salud, pequeña,— dijo con una sonrisa temblorosa. La niña abrió los ojos enormes de asombro, viendo cómo Naruto intentaba levantar el enorme escombro que debía pesar al menos diez toneladas.





La presión era inmensa. Su rodilla izquierda comenzó a sangrar por el esfuerzo, y por un momento, pensó que no lo lograría. Pero algo dentro de él, como una llama, creció con fuerza. La voluntad de salvar a las personas le daba poder, le daba esperanza. Cerró los ojos, y sus músculos crecieron levemente mientras se levantaba con dificultad. El polvo del escombro caído hizo que la niña estornudara de nuevo, y esta vez Naruto se mantuvo firme. —Salud, pequeña,— repitió con una voz más segura.





La niña observó con asombro la hazaña. Naruto tenía los ojos rasgados de color rojo, y las tres marcas en cada lado de sus mejillas se oscurecieron más. Era una transformación que ella nunca había visto antes. Naruto, con un último esfuerzo, arrojó el gigantesco escombro lejos. Miró sus manos con asombro y felicidad. A pesar de que sus callos por el duro entrenamiento se habían reventado y sentía un fuerte dolor, la alegría de haber salvado una vida opacaba
cualquier incomodidad.




Su transformación desaparece cuando fija su mirada en la niña.



—Vamos, tenemos que salir de aquí,— dijo, levantando a la niña en sus brazos y comenzando a correr en busca de un lugar seguro. Finalmente, encontró un refugio temporal y dejó a la niña con un grupo de personas que se escondían allí. —Quédense aquí, estaré de vuelta,— les dijo, antes de volver a la calle.



La niña observó a Naruto alejarse, su rodilla ya curada, algo que la sorprendió aún más. Pensó en él como un verdadero héroe, alguien que no solo tenía la fuerza para protegerlos, sino también la voluntad y la determinación para seguir adelante, sin importar las circunstancias.




Mientras Naruto corría, sus pensamientos eran claros y firmes. No podía salvar a todos, pero haría todo lo posible por salvar a tantos como pudiera. Porque ese era el verdadero significado de ser un héroe. Porque ese era el camino de Naruto Uzumaki.




La Reencarnación de un HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora