Entre el odio y el deseo: Un romance prohibido

Capítulo Tres

Aún con todas mis sospechas decidí responderle

-Como te pudiste dar cuenta, no soy mucho de las fiestas, y en general de lugares muy ruidosos, me hacen sentir muy agobiado e incómodo, siempre he sido bastante solitario en ese punto, socializar se me facilita bastante, pero siento que la mayoría de gente me cansa. ¿Entiendes?

A penas termine de hablar sentí un poco de miedo y nervios, no sabía que estaba haciendo, me estaba desahogando con mi enemigo, mi enemigo al que debo matar. No paraba de pensar en lo débil que me veía. ¿Qué me pasaba? ¿Que haría mi papá si me escuchara, o quizás me viera? Problablemente me mataría, o peor.

William me miró con una sonrisa, y paso su mano lentamente por el cabello para arreglarselo.
-No te entiendo casi, pero lo estoy intentando. Yo me considero alguien muy social, los eventos me gustan mucho, me siento rodeado de mi gente, me siento en mi entorno, ya que son los únicos momentos de mi vida en los que siento por fin una paz mental, me puedo alejar de mi familia.

¿Alejarse de su familia? ¿Por que William querría estar alejado de su familia? ¿No era el preferido de todos? ¿Se siente mal estando con ella? ¿Le incomoda? Muchas dudas y preguntas aparecieron en mi cabeza, sin poder encontrar respuesta alguna.
La curiosidad me estaba matando, pero es muy maleducado e imprudente de mi parte preguntar.

-¿Sentirte alejado de tu familia? ¿Por qué querrías eso?
Sí, admito que soy demasiado imprudente, quizás demasiado, pero la curiosidad siempre me gana. Siempre me han dicho que el refrán de "La curiosidad mató al gato" me encaja perfectamente.

-¿A veces no sientes que nunca te dan un respiro, o que descanso? Desde que tengo memoria, no he podido pasar un momento con mi padre que no sea sobre política, al igual con mi madre, solamente interactúo con ella por mis estudios. Todos quieren algo de mí, pero nadie me quiere a mí. Pero bueno, tengo que admitir que pocas veces interactuo con ellos como familia, pero casi nunca.

En ese punto de la conversación, no pensaba lo que decía, todo fluía de mi. Hubo un pequeño silencio pero lo rompí.

-Sí, a veces me siento así. Mi familia solo busca que supere a todos, que siempre sea el mejor en todo, y hay veces en las que ni siquiera me lo dicen, pero se nota que lo dicen con los ojos.
Es obvio que solo quieren que te supere a ti y supere a todos.

No supe que dije al final de la conversación, abrí de más la boca. Por lo general, casi siempre me pasa cuando interactuo con gente que conozco poco.

William me miro con esos ojos encantadores, odio cuando me mira así, se ve tan hermoso... Siento que mira mi alma, que me examina con sus ojos encantadores... Esos ojos que son como dos perlas, me vuelven loco... Daría lo que fuera por verlos siempre.

-¿Superarme? ¿Por que querrían que me superaras?
Lo dijo con un tono confundido

No sabía que hacía, ni qué iba a hacer, solo sabía que iban a salir palabras de mi boca sin poder calcular cuantas o qué diré...

-Pues, a esta edad, eres considerado el hombre joven mas importante de inglaterra... Los periodistas dicen que eres perfecto. Pero la pregunta en todo caso debería ser ¿Es posible superarte?

Otra vez, pude sentir la mirada de William en mí, sus ojos eran una mezcla de vergüenza y confusión. Era súper notorio que se sentía muy apenado por mi comentario.

Senti un silencio bastante incómodo, William solo se quedo mirando hacia el frente con los labios apretados, mientras yo seguía jugando con mis dedos. William se bajó de donde estaba sentado y se estiró un poco, al parecer noto mi incomodidad.

-¿Te gustaría dar un paseo conmigo? Dijo intentando arreglar la incómoda situación.

-Pero ¿Cómo saldremos sin que los demás se den cuenta? Pregunte nervioso.

-Bajaremos por una escalera que queda en mi habitación.

¿Ir a su habitación? ¿Como es capaz de confiar en mi de esa manera? ¿Me querrá hacer algo?

William tomó mi manoy me guió por las mismas escaleras por las que subimos al balcón, pasamos por un mirador donde se podía ver el centro del salón, y después nos metimos por un pasillos anchos hasta por fin llegar a la puerta de su habitación, entramos y era una habitación bastante agradable, espaciosa con unos estantes llenos de libros, tenía algunos pósters de música clásica, grandes clósets, un escritorio dígamos que grande, en una esquina una mesa con un hermoso violín, y la cama, con mantas de seda.

-Siéntete cómodo, debo buscar la llave para abrir la ventana.
Empezó a revolcar varios cajones hasta poder encontrar una llave, al parecer de plata fina.

-Listo, ya podemos irnos, si quieres puedes desabotonarte el blazer, mejor ponte cómodo, pasear por París es muy bonito, pero lo mejor es ir cómodo.

Decidí que me iba a quitar el blazer y la corbata que llevaba puestos, ya que eso era lo más incómodo que llevaba.
Por alguna razón no podía quitarme el saco, los botones no se querían desabrochar. William se dio cuenta de esto y se acerco a mí.

-¿Necesitas ayuda?

Dios, que vergüenza.

-Si no es mucha molestia, por favor.

William se me acerco otra vez a mi pecho, y empezó a desabrochar los botones de mi chaleco uno por uno, sentía sus manos cálidas en mi pecho, su perfume fuerte... Otra vez estaba tan cerca mío, Dios, podía sentir como me sudaban las manos, estaba ¿Nervioso? Parezco una jovencita enamorada, que vergüenza.

Los pensamientos me estaban consumiendo, hasta que sentí a William llegar a los últimos botones, todo iba a terminar por fin.

-Creo que oigo algo... ¿Son pasos de tacón? ¿Sera qué alguien viene?
Le dije a William, si alguien me viera acá con él, podrían malinterpretar las cosas... No sé que podrían pensar de mi.

-No creo.

La puerta de la habitación se abrió lentamente.