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Miles de pensamientos desordenados chocaban unos con otros en las paredes de mi mente. Necesitaba gritar, pero con un simple suspiro había liberado todo el aire de mis pulmones.

Tomé una tirita de mi bolso y la puse cuidadosamente en mi cuello. Otra venda más... nadie se extrañaría. Esta es la quinta en lo que llevo de semana.

Mi pensamientos volvieron rápidamente a Kanato. Su sonrisa gritaba peligro a los cuatro vientos, pero a mí no puede engañarme. Mi sangre le ha parecido mejor de lo que él esperaba. Para la gente cuerda, eso supondría una notica terrible. A mí, por extraño que parezca, me llena de júbilo.

No es solo por el hecho de que eso signifique que ese desquiciado vampiro me dejaría vivir (por ahora), sino que, extrañamente, sí que hay algo de mí que parece no odiar.

Dios, mátame ahora si quieres.
Pensar en algo así después de que un vampiro haya succionado mi sangre significa que algo no anda bien conmigo. 

¿Tan falta estoy de cariño que me alegra saber que a un vampiro le ha gustado el sabor de mi sangre?

Por supuesto, a quien quiero engañar.

Recogí todas mis cosas y me dispuse a salir del aula cuando, de repente, choqué con una persona, casi tirándola al suelo.

-¡Lo siento!- me apresuré a decir. -¿Estás b...bien?-

...

Yui.

-Te estaba buscado, Sachi.- dijo ella, ignorando mi gesto de preocupación. 

«Tengo que hablar contigo.»

El Pacto [Kanato Sakamaki 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora