Cómo escribir con blanco

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Sigue así durante varios días, es su nueva rutina. Utiliza cada uno de los colores de los botecitos, sin repetir ninguno. Ya solo había uno que no provó, el negro. No quería esciribir con este tono porque sabía que si alguien vestía de negro era por la perdida de alguien querido, lo que significaba una gran tristeza para el que lo viste, y Nicolás no quería eso para la joven.

Había caído profundamente en pena, sentía que si no podía escribir más no iba a ser digno de volverla a ver. Si se negaba a escribir en negro, lo haría en el color contrario, el blanco. Las ideas volvieron a iluminar Nicolás, blanco, un vestido blanco, ¡como si de una novia se tratase! Había fantaseado tanto con verla así que dio un brinco de euforia. Pero, claro, no existe la tinta blanca.

Sin creerlo, cayó al suelo, iluso de él. Tanta ilusión para nada. Ahora solo quería una despedida, por eso sacó el pañuelo que había guardado en el bolsillo de todos los pantalones que se había puesto cada día, como si una parte de ella lo acompañase. Se quedó mirándolo por un momento, el hilo de los encajes dibujaban patrones.

—Si el pañuelo pañuelo ya tiene figuras grabadas en hilo, también se podrán grabar como letras… —Recitó muy bajo como si no quisiese que nadie le arrebatara la idea. 

En eso llamó a voces a las sirvientas que por primera vez pisaban las alfombras de esa habitación, reclamó una aguja e intentó recordar el grupo de ancianas que se juntaban en el patio a remendar los trajes de sus hijos. Poco a poco fue sacando los hilos uno por uno y los bordó como palabras en una fina piel de ternero. 

No parecía que había amanecido, el suelo estaba gris de nubes, y la lluvia hacía que las calles estuvieran gobernadas por un par de nobles en sus carros. Volvió a leer el último poema, sabía que si ese día no había carros que tapasen su camino, antes de llegar a la tienda podría hablar con la joven. 

Miró por la ventana, como los otros días, y entre la oscura calle abarrotada de gotas de lluvia, había un punto blanco, una mujer vestida con un traje blanco. Salió de la casa, en uno de los lados se asomaba un carruaje y la dama se giró a verlo, era el suyo, ya se marchaba. Muy nervioso corrió por las piedras de la calle.

—¡Espere! ¡Espere, por favor! —No quería que se fuera antes de que lo escuchara. 

A mitad de la rúa los pies se le cruzaron debido al agua, y todo su cuerpo se estrelló contra el suelo. Antes de que moviera su cabeza para verla, se encontró con los cascos de los caballos.

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⏰ Última actualización: Jun 26, 2024 ⏰

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