Satoru se encontraba en su viaje en busca de dichos demonios que encontró en el libro, pero primero una pequeña parada.
Entro en una biblioteca en donde había conseguido aquel inusual libro.
— Hola Shoko — Dijo Satoru haciendo un ademán con su mano caminando en donde estaba la castaña.
— ¿Qué tal? Satoru — devolvió el ademán.
— Estuvo muy bueno el libro que me recomendaste — Le enseñó el peculiar libro.
— ...Yo nunca te recomendé eso, Es un libro que la mayoría de los ángeles detesta ¿Porqué sería bueno? — Shoko examino el libro para no ver ningún daño.
— ¡Ay! Mujer, yo no soy como el montón. Soy único en mi especie — Mostrando una sonrisa altanera mientras se miraba las uñas para seguir con su dramatización.
— De eso ya me di cuenta — Shoko miró la mano de Gojo quien agitaba para que le mirara las uñas.
— Es que soy exclusivo — Se apoyó en la mesa de recepción.
— y ¿Bien?¿Porqué te pareció bien el libro? Cuéntame — posicionó sus codos en la mesa.
— En si, la mayoría era una basura. Lo que fue más interesante era la última hoja — abrió el libro — Mira, acá.
Satoru le estaba explicando lo que había descubierto y su rareza.
— ¿Y bien? Siento que no es solo eso de lo que me quieres contar — Shoko bajo sus lentes lentamente.
— Pues... Si te lo digo no me juzgarás? — Dijo nervioso por la reacción de su amiga.
— Habla —
— Verás, quiero salir a buscar uno —
Shoko respiro profundamente.
— ¿Quieres morir? — Preguntó la mujer.
— Técnicamente lo estoy — Satoru encogió los hombros.
— Dudo que encuentres uno por ahí, pero si lo haces te señalarán como un desobediente — shoko rascó su cabeza.
Ahh, un desobediente... Aquellos ángeles que no siguen algún tipo de orden y salen de su lugar por cualquier cosa que le de curiosidad. Mayormente por los demonios, donde buscan satisfacer sus dudas y preguntas que tengan acerca de estos.
Claro que no!
El no es ese tipo de Ángeles.
Solo quiere saber si es real... O ¿Si era un ángel desobediente?
— No lo se, solo quiero saber si existe alguno — dejo el libro en la mesa.
— Bueno, estamos en esto en la buenas y en las malas ¿No es así? — Tomo el libro y lo guardó en el estante — Andando, a mi también me dio curiosidad —
El albino brindaba de un lado a otro por haber convencido a su amiga y poder salir a investigar juntos, ella es como una secuaz.
— Primero tenemos que solicitar permiso — Shoko hizo un chasquido con sus dedos y al segundo ya estaba vestida como una investigadora.
Satoru hizo los mismo para entrar en esta aventura.
Fueron a una casa que ya conocían, también era un viejo amigo. Más que un amigo era su maestro que siempre apoyaba con sus travesuras o al momento de estar en un lío, el siempre estaba ahí para sacarlos de sus problemitas.
Alguien de fiar.
— Hola profesor Yaga — Gojo hazlo la mano en termino de saludo y paz.
Más que un profesor que les inculcó a ellos mucho conocimiento, Masamichi Yaga es el director de donde alguna ves fue su escuela.
— Otra vez tú... —
— Ay profesor, al menos disimule un poco. Me ofende — dramático en todo su esplendor.
— Hola maestro Masamichi — Shoko salió detrás del albino.
— Mucho gusto verte Shoko — Saludo Yaga.
— ¡Y así me dijo que no tenia favoritos! — Satoru señaló al profesor.
— Bueno, ¿Se les ofrece algo? — Preguntó dudoso al ver que no sería una visita común.
— Verá profesor... — Satoru se acercó a su maestro susurrando.
Satoru le contó toda lo planeado que tenía sobre lo que encontró en el libro y a juzgar por la expresión de su profesor dudaban de que les diera el pase libre, era peligroso salir a un lugar hostil en busca de algo que aparentemente no podría existir. Ellos podrían ser casados por aquellos seres viles y sin escrúpulos solamente porque a un par de ángeles les entró curiosidad por esa especie.
Yaga se tendría que negar por el bien de sus ex alumnos pero estos encontraban soluciones sin para, el no quería que se arriesgaran por una especie carente de pensamientos pero si lo que encontraron en ese libro era real, tal vez, solo tal vez, aquellos demonios pacíficos fueron juzgados injustamente y por eso es que se mantienen de esa forma.
Podría acabar con la investigación de esos seres únicos que habían estado investigando por qué su comportamiento aislado.
Era una decisión difícil, pero si sus alumnos lograban descubrir este trasfondo y traían consigo todas las respuestas, al menos habría valido la pena la muerte de tantos de sus colegas.
Estaba contra la espada y la pared...
— No lo se —.
— ¡Por favor! Solo necesitamos de su permiso y que nos entregue la maldita insignia de exploración para poder salir — Estaba ya fastidiado de las palabras contradictorias de su maestro. Gojo se sentía frustrado.
— Vamos Satoru, no quiero ponerlos en peligro — Dijo Yaga.
— No se preocupe, yo lo tengo bajo control — Habló Shoko confiada.
— De eso no lo dudo pero... — Satoru puso los ojitos de un cachorro triste dando un codazo a Shoko para que repitiera su acción y ella capto rápidamente para hacer lo mismo que el albino — Solo... Por esta vez, les daré mi permiso.
Tanto Shoko como Satoru saltaron como cuando lograron pasar el año escolar esforzándose al mínimo y sin hacer clases, gracias a su profesor querido.
— Ahora, danos las insignias — Satoru estiro sus manos para recibir el objeto.
Los jóvenes se colocaron las insignias a un costado como muestra de identificación para su propósito.
Que seria encontrar aquellos demonios y sabes si eran reales.
No todo lo que dijo el libro satisfacía las dudas del par, ya que la información que daba era escasa y tenían que investigar ellos mismo.
Y así es como emprendieron su viaje.
Uno que llegaría rápidamente.