CAPÍTULO 18

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" Me gustaría mirar todo de lejos pero contigo "

Mario Benedetti

Calypso

Dejar las cosas fluir.

Su elegancia también se refleja en su oficina. Huele a él, lo primero que veo al entrar es la fotografía de una mujer rubia muy hermosa. Por el parecido con las dos mujeres sobre la otra fotografía, llevo a la conclusión de que es su madre. Es muy linda. Era muy linda.

¿Qué le habría pasado a la pobre mujer?

Se ve tan joven en la fotografía.

__ Es mi madre__ susurra cuando me pilla admirando la imagen__ aquí solo nos tenía a Camila y a mi.

__ Era muy bonita tu madre.

__ La mujer más hermosa que había visto hasta ahora__ apoya su mentón en mi hombro abrazándome por detrás__ tu belleza me ha dejado impresionado desde el instante que te vi en el Casino.

Me gira en sus brazos.

__ Cuando te vi entrar por esa puerta mirando por todos lados sin hallar respuestas en tu cabeza, me sentí el hombre más afortunado__ me acaricia la mejilla__ estaba tan nervioso cuando te propuse sentarte conmigo.

—¿Nervioso por qué?

Me pierdo en su voz y en sus caricias.

—Por tu reacción —me río— Porque eres una mujer muy difícil y eso se te nota a leguas.

—No soy una mujer difícil, lo que pasa es que no me gusta lo fácil, y es ahí donde hay la diferencia. —sonrió haciendo una mueca con mis ojos mirando hacia arriba.

—Eres demasiado tierna, deberías dejar que la gente conozca este lado tuyo que no dejes ver de nadie.

—¿Para qué? —niego alejándome— la confianza es signo de debilidad, el que ríe con todos, lo taman por payaso.

—No siempre, la gente te admira mucho, e imagínate si te conociera como yo te conozco.

Me siento al borde de su escritorio.

—Tú no me conoces.

—Creo que lo hago —se acerca a mí— se te nota lo que tu alma sienta.

—Creo que es mejor que me vaya, ya conozco tu oficina, está hermosa y muy tú.

—Y vas a huir como siempre, ¿A qué le temes tanto?

Se ríe y me bajo de su escritorio caminando hacia él.

—Yo no te tengo miedo.

Mi voz se pierde entre nuestros cuerpos cuando lo tengo sujetándome de la cara para que lo mire.

—Entonces, ¿Por qué siempre estás a la defensiva o tratas de huir cuando te hablo de lo que siento por ti?

—Porque tú no puedes sentir nada por mí, apenas llevamos semanas de conocernos, no seas tan común por favor.

A mí no me a engañar con esta tontería, yo no soy una niña para creerme su cuento de "desde que te he visto, no he dejado de pensar en ti", por favor.

—No es ser común, preciosa —levanta mi cara cuando la bajo— es sentir. En un instante me has hecho sentir lo que en una vida entera no había sentido y para conocer a una persona el tiempo no importa.

—No sabes lo que estás diciendo —tomo sus manos para bajarlas— suenan muy lindas tus palabras, pero no estamos en una película romántica y tampoco estamos en un casting para los personajes de Romeo y Julieta.

LA RULETA NEGRA [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora