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— ¡Gerda Sorensen!
Oh, todos conocían esa voz a la perfección, ese tono agresivo, firme y autoritario que hizo temblar a todos cuando rebotó en eco por el sendero de tierra. Los comerciantes de inmediato se apartaron, los niños volvieron a los jardines de sus casas, algunos incluso se escondieron en los brazos de sus madres o tras las piernas de sus padres. Pero quien debía de estar más asustada, no movió ni un músculo, se quedó sentada justo donde estaba, trazando líneas sobre el pergamino haciendo uso de su lápiz de carbón.
No fue hasta que la mujer la llamó por segunda vez que reaccionó, levantando la cabeza del papel para observar a la vikinga que se acercaba a ella con una clara molestia; su ceño fruncido y sus brazos tensos indicaban que algo había hecho la niña que a ella no le había agradado, o quizás solo era que un dragón se había vuelto a llevar su mejor cordero en el criadero.
La nombrada antes, Gerda, se levantó del suelo donde estaba arrodillada, atrayendo su pecho el libro que estaba usando, sosteniendo con su mano derecha el pergamino y el lápiz; sus ojos dorados conectaron con los orbes avellana de la mayor, se había detenido justo delante de ella, bajando un poco la cabeza para mirarla, levantando una ceja al notar lo que traía en manos.
La niña llevaba en sus brazos el libro de dragones más antiguo que tenían en toda la isla, en su mano un pergamino que, por lo que podía ver gracias al reflejo del sol, tenía trazados dibujos de los mismos dragones del libro, un poco más elaborados por la precisión de los trazos, y anotaciones a los alrededores. La mujer no pudo hacer nada más que suspirar con pesadez.
Kara sabía lo difícil que era alejar a su hija de ese condenado libro, su afición con el conocimiento sobre los dragones la volvería loca en algún momento, aunque era refrescante ver que por lo menos su propia sangre, a diferencia de los reclutas que tenía en entrenamiento, se interesaba por conocer lo teórico sobre los dragones para poder hacerles frente en batalla con facilidad.
— Tu padre te está buscando desde hace horas, niña. No puedes simplemente desaparecer así con ese libro. — Kara se agachó para levantar a la niña en sus brazos, quien no puso resistencia alguna, tan solo tuvo cuidado de no dejar caer lo que llevaba en sus pequeñas manos. — Tienes que dejar ese libro, ahora que empieces a entrenar tendrás todo el tiempo del mundo para leerlo, y te aseguro que te vas a aburrir.
Kara empezó a caminar de regreso a su casa cargando a Gerda en brazos; la mayor de verdad había estado preocupada en el momento en que se asomó a la habitación de la niña y no la vio ahí, incluso le preguntó a su esposo y este había jurado haberla visto correr en dirección a la biblioteca principal.
Eran vikingos, no unos inadaptados sociales y analfabetas, claro que tenían una biblioteca donde registraban y guardaban en libros la historia de su pueblo, información de los dragones que constantemente los saqueaban, acuerdos pasados y, por supuesto, cientos de mapas de las islas alejadas de donde estaban, potencias en alianzas que podían formar en el futuro de llegar a necesitarlo.
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𝚅𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘𝚜 𝙳𝚎 𝚃𝚛𝚊𝚜𝚌𝚎𝚗𝚍𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊 | 𝙷𝚃𝚃𝚈𝙳 ¹
Fanfic[𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨 𝐔𝐧𝐨] 『 "Las cosas cambian, el tiempo pasa, las personas y todos los seres vivos evolucionamos, jamás vamos en contra del viento, este siempre trae el cambio a su lado, es cosa de nosotros si queremos aceptar el camino a la trascendenc...