CAPÍTULO 1/3

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Yoongi irrumpió en su casa, lanzando su teléfono. ¡Genial! No habría fiesta de Halloween, y no había posibilidad de obtener un poco de azúcar por su cuenta.

Jimin, su cita, acababa de llamarlo para cancelar, dándole de excusa que su abuela estaba enferma, a pesar de que podía escuchar una fiesta al fondo. No era como si Jimin le importara, y siendo realistas, era poco probable que pudiera conseguir ningún dulce esta noche o cualquier otra noche, pero eso era el principio de la cosa.


Miró su reloj, suspirando y sacudiendo la cabeza. Él y sus amigos habían planeado ir en crucero por el río, en un barco que fue pagado por todos ellos. Habían estado presionándolo para que llegará al muelle antes de que el barco se fuera, pero gracias a Jimin iba a llegar tarde. Y ahora no había manera. En el momento en que Yoongi tenía que salir, ya iba quince minutos tarde. Y con el tráfico, incluso más.


Rodó sus hombros, sintiendo como las alas se flexionaban con el movimiento. Pasando su mano por el manto negro que se le pegaba al cuerpo, se pasó los dedos por su pelo rubio miel. La diadema con cuernos era un poco tonta, pero había que mantenerlo por el momento.

Justo ahora se mantendría vestido mientras examinaba sus opciones. Tal vez podría salvar esta noche, después de todo.


-Estúpido coche-murmuró, mirando hacia la calzada y el espacio vacío donde su coche por lo general estaba.


Se le había descompuesto ayer y estaba en el centro con el mecánico. Le había dicho el día de hoy que tenía mal la tapa del distribuidor. Y eso iba a ser costoso, tendría que trabajar horas extras en la clínica. Por lo menos como director de oficina, se podría programar algunas horas extras. No era como si su trabajo fuera realmente difícil.


Sonó el timbre y Yoongi se acercó a la puerta de entrada, abrió la pesada puerta y sonrió al dulce o truco.


-Feliz Halloween- dijo el líder del pequeño grupo, un niño en la adolescencia, por lo que Yoongi podría decir bajo su maquillaje de zombi, se detuvo abruptamente, con la boca abierta. -Whoa. ¡Que omega tan caliente!


-Señor Min, usted es realmente un sueño- se escuchó otra voz desde el otro lado


-No soy "Señor"-les corrigió, tratando de no rodar los ojos. Era un chico bastante guapo, pero un poco viejo para pedir dulces.

-Pero el Alfa con el que vive...


-Es mi padrastro, ¿Recuerdas?, No es mi marido - Le dio un escalofrió al pensar que la gente creyera que él y su padrastro se habían casado, incluso las personas de menos de un metro cincuenta de altura de la escuela secundaria.


Metió la mano en el plato, le hizo un gesto para que abriera su bolsa y trato de ignorar el hecho de que apenas estaba vestido con una camisa de seda.

Los niños y sus hermanos menores lo rodearon, charlando con entusiasmo. Estaban probablemente a mitad del camino de ingerir mucha azúcar. El adolescente murmuró algo y se despidió, Yoongi se quedó un instante en la puerta, tratando de ocultar un suspiro.


No importaba lo que sintiera por Jungkook, era su padrastro y eso era todo.

No importaba que fuera por lo menos diez años mayor, con la cabellera castaña espesa, sus profundos ojos chocolate y un cuerpo que no podía ser pasado por alto.

Tampoco importaba que estuviera solo por lo que podía decir, después de que había perdido a su esposo hacia cinco años. Ellos habían convivido mucho bajo el mismo techo.


No importaba que cada vez que pensara en él, su cuerpo se calentara, ¡No!.


¿Dónde estaba su padrastro de todos modos?, debería estar en casa ahora.

Miro su reloj, eran las ocho y media, su turno en el hospital debería haber terminado hacía noventa minutos. Tal vez Jungkook había tomado unas horas extras para que los médicos que tenían niños pequeños pasaran la tarde con ellos pidiendo dulces o tal vez había conseguido un omega para coger o algo así.


Yoongi fue por su agenda he hizo varias llamadas. No tuvo suerte, todo el mundo estaba trabajando, o en horas extras en su trabajo, o en el crucero por el río.


Entró en la cocina, abrió una botella de vino y vertió un poco en una copa.

Después de toda la tensión del día, entre el trabajo, su coche y esta estúpida situación con Jimin, sus músculos estaban hechos nudo y necesitaban relajarse.

Levantó un brownie de chocolate y se lo llevó a la boca, le dio un lento mordisco, sus ojos se cerraron. Entre el trabajo y prepararse para la noche, no había cenado. Ahora su estómago rugía, haciéndole saber que tenía que alimentarse mejor así mismo regularmente.


Entre sorbo y sorbo de su vino, se terminó su brownie, iba a tomar otro cuando la puerta trasera se abrió y ell aroma de su padrastroapareció de golpe.

Yoongi atrapó el chocolate entre sus labios deliberadamente, se dio la vuelta y sonrió.



Dulce Halloween Donde viven las historias. Descúbrelo ahora