NECESITADOS (PARTE 10)

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En la tarde.

Julian convocó una "reunión de hermanos".

—¿Y ahora qué?—espeto Flavio, en la habitación, con disgusto.

Julian se abalanzó sobre ellos y los abrazo a los cuatro en modo de que agacharan la cabeza para que hablaran en secreto, como la haría un capitán que toma a los jugadores de su equipo para planear las jugadas.

—Natasha sabe cosas sobre nosotros—dijo en susurro.

—¿A qué te refieres?—preguntó Germanio.

—Me refieron a lo que ni siquiera yo sabía.

—Sigues sin explicarte—volvió a hablar Germanio.

—Germanio, yo no sabía que tienes un amigo que se llama Martín y que es tu novio.

—¡¿Qué?!—Germanio rompió la formación de improvisto—¿Cómo sabes eso?

—Nati, me lo dijo. También me habló de la novia "secreta" de Flavio.

Germanio y Flavio se miraron incrédulos. Julian con el entrecejo fruncido.

—Tenemos que buscar cámaras—susurro Julian.

Los hermanos buscaron por toda la habitación las cámaras.

—¡Alexis! ¡¿por qué no estas buscando?!—le gritó Julian. Alexis estaba sentado en el suelo, analizando uno de los paquetes—Te ordeno que te levantes y busques—Julian lo señalaba con el palo de escoba, se había puesto su atuendo. Alexis le lanzó una mirada asesina—Bueno, si no quieres no.

Después de tanto buscar comprobaron que nos las había.

—¡Oigan!—les gritó Julian a Flavio y Germanio—Ya que no las hay en esta habitación, les exigo que me digan por qué no sabía de sus relaciones amorosas—los señalo con la escoba—como "Consejero principal de cambios" merecía saberlo—. Flavio le arrebató la escoba de las manos y la lanzó lejos.

—No tenía por qué contarles nada a ustedes, es mi vida privada—soltó Flavio con enojo.

—Pues, Nati lo sabe.

—Yo—empezó Germanio—, dude sobre contarlo, pero es que...mi amigo y yo no tenemos una relación amorosa.

—¿Entonces qué?—preguntó Julian, luego se le vino algo a la mente—Oh, ya entiendo—compartió una mirada picara con Flavio quien parecía haber pensado lo mismo que Julian. Flavio se acercó a él y se burlaron haciendo sonidos—Así que son...Amigos con derechos.

—Qué lastima, hermano—dijo Flavio, en modo de burla, acercándose para tomar su hombro con una mano—Yo se que lo amabas—hizo un llanto falso.

—Jajaja—se rio Julian—Así que no te quedo de otra que aceptar ser su amigo con derecho por que lo amabas.

Germanio apartó la mano de Flavio de su hombro.

—No es cierto, no es como piensan.

—Ay, por favor, Germanio, tu no eres de los que son amigos con derecho de alguien nada más así. Eres de los que se enamora ciega y locamente en la primera oportunidad—replicó Julian.

—¡Qué facilote eres!—le dijo Flavio aun con burla.

—¡Piensen lo que quieran!—Germanio salió molesto de la habitación, con lágrimas en los ojos.

—¿Y tu qué?—le espetó Julian a Flavio.

—¿Que de qué, pendejo?

—¿Cómo esta eso de que tienes una novia?

—¿Qué? ¿no puedo?—Julian lo miro, recordó un poco el pasado. Se le hizo raro después de aquella ocasión que Flavio ahora tuviera una novia. Pensaba que al menos eso comprobaba su bisexualidad.

—No, está bien, pues. Se me hace curioso que sus nombres se parecen.

—Sí, a mí también me lo pareció en un principio, pero despues me acostumbre.

—Encontraré una manera para que tengamos cuidado de no ser descubiertos por Nati, la próxima vez.

—Más te vale que encuentres esa manera— Pasó por su lado y se dirigió a la salida. Julian se quedó un momento pensando. ¿Cómo había conseguido enterarse Natasha?

Su vista entonces se posó en su hermano, quien seguía en el suelo con el paquete en las manos.

—Oye, hermano—se sentó a su lado—tu ves todo lo que sucede en esta casa ¿verdad?—Alexis se le quedo viendo con su habitual cara seria—¿Le contaste a Na...—No termino la frase cuando Alexis se puso de pie y fue directo a la salida—¡Oye! ¡no he terminado contigo! ¡te tomaré por soplón! ¡¿eh?!—luego dudo—bueno...no, creo que tu no fuiste.

Julian se quedó ahí, en la habitación, sentado, se quitó la toalla del cuello y la miro. Por un momento sintió que estaba haciendo un mal trabajo como líder, en realidad, como hermano mayor.

En la noche.

—Nati, no está, por lo que pedí una pizza para nosotros—dijo Julian, pasando a cada habitación de sus hermanos. Cuando la pizza llego les hablo para que bajaran a cenar.

Los cuatro hermanos se reunieron a la mesa.

Julian abrió la pizza que él mismo compró con su dinero, creyó que para no ser tan descuidados en sus cambios y en su vida personal era importante trabajar en su convivencia, y que mejor que comiendo una pizza juntos. Flavio, Germanio y Alexis agarraron su rebanada. Julian, mientras, intentaba abrir el refresco.

—Ay, no manches, esta bien dura la tapa.

—¿Así me veo cuando como pizza?—preguntó Flavio a Germanio mientras observaba a Alexis comer. Germanio creyó, por alguna razón, que Alexis se veia lindo mientras comía pizza; por su parte Flavio pensó que se veía elegante. Nunca se habían fijado bien en la forma de comer de Alexis. Ambos se quedaron con la boca abierta y la pizza intacta en sus manos.

—No chinges, casi lo logró—dijo Julian, aún intentando abrir el refresco.

—Creo que no te ves como él, Alexis es único—le susurro Germanio.

—¿Neta? A Alexis no le gusta comer muchas cosas, pero disfruta la pizza, miralo comer, es impresionante—le devolvió el susurro Flavio. Germanio asintió.

—Quisiera ser como él—dijo Germanio.

—Le pedire un un autógrafo, parece una celebridad al comer.

—Yo le pediré que sea mi amigo.

Alexis de repente volvió hacia ellos, al sentir sus miradas, y estos hicieron que miraban a otra parte.

—Hija de tu...—Julian seguía peleando con la tapa del refresco.

—¡Ya, Julian! deja eso y come, que la pizza se acabara—le grito Germanio a Julian.

—¡Nunca! ¡no me rendire jamas! ¡rendirse es de cobardes!—decía con esfuerzo, aferrándose a la tapa del refresco.

—Mira, va por otra rebanada—dijo Flavio dándole un codazo a Germanio, sin dejar de mirar, Germanio de inmediato se volvió, los dos quedaron otra vez hipnotizados.

—¡Ya casi, ya casi!—decia Julian.

Alexis fue el primero en terminar de comer. Flavio y Germanio aplaudieron como si hubiesen visto el mejor espectáculo de sus vidas. Alexis les frunció el entrecejo con confusión y se dispuso a volver a su habitación, pasando a lado de un Julian muy cansado, tirado en el piso, abrazando un refresco.

Germanio y Flavio siguieron comiendo.

—¡Ah! ¡por fin! ¡lo logre!—Julian levantó el refresco al aire, como si fuera una copa mundial, en la otra mano sostenía la tapa; esperaba escuchar aplausos para él también, pero ya no había nadie en la mesa y la pizza se había acabado.

HEMOBIA 2 - REVEAL [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora