Capítulo 2

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Los pasillos se hallaban abarrotados de personal, corrían en todas direcciones cargando consigo infinidad de expedientes. Se preparaban para el almuerzo, un momento crítico si se hablaba de cientos de individuos compartiendo un espacio solo para abastecer una necesidad básica, solo que en esta ocasión no eran individuos comunes.

Según lo que Hoseok había mencionado a Jungkook, solamente los internos del área I y II tenían permitido acceder al comedor comunitario, al resto se le debía proporcionar los alimentos individualmente.

—A todo el personal, les restan cinco minutos para acatar el protocolo —anunciaron por los altavoces.

—¿Terminaste? —preguntó Hoseok apresurado, ingresando al cubículo perteneciente al área I.

—Ya casi —siseo el azabache luchando contra el tiempo y los expedientes.

—Olvidado —gruñó el mayor tomando parte de los archivos —. Después del almuerzo lo terminas, levántate y sígueme —ordenó saliendo del lugar y comenzando a escabullirse por los pasillos.

Jungkook dudó pero lo siguió.

Tres minutos para la apertura de entradas —la voz volvió a resonar contra los pasillos.

—¿Disculpe, a dónde vamos? —indagó notando la presencia de diversas personas atravesando los pasillos lo más rápido que pudieran.

—La hora de almuerzo —contestó —. Debemos alistar a los pacientes para que puedan descender al comedor —explicó sin dejar de caminar —, a nosotros nos corresponde el pasillo D y antes de que preguntes, son 26 individuos.

—No iba a preguntar.

—Bueno, al menos ya lo sabes —el mayor le sonrió por encima del hombro, sin darle oportunidad al menor de contestar.

—Hope, ¿dónde estabas? —musitó una joven entre dientes tras girar en una esquina.

—Perdón Aya, tuve que ir por nuestro pequeño ayudante —Jungkook frunció el ceño debido al apodo.

La mujer miró al menor.

—¿Ah? ¿Te tocó un pasante? —preguntó decepcionada y con un mohín en los labios —Yo quería uno, pero el director me lo negó.

—Tranquila —sonrió en grande Hoseok —, quizás el siguiente semestre tengas suerte.

Jungkook solo escuchaba en silencio la conversación cuando un grito lo asustó.

—¡Ustedes! —gruñó una voz femenina —Apresúrense y dejen de perder el tiempo.

Aya y Hoseok mecánicamente comenzaron a caminar en dirección a las habitaciones del fondo, Jungkook les siguió, mientras caminaba observó que en cada habitación se hallaba alguien del personal guiando a los pacientes.

—¿Por qué les ponen esposas? —cuestionó a Hoseok tras ingresar a una habitación y ver a dos ancianos recostados sobre las camas individuales.

—Por seguridad, tanto nuestra como de los demás internos —dijo colocando los expedientes sobre un mueble de madera a un costado de la puerta —¡Levántense! —ordenó Hoseok tomando por sorpresa al menor.

Ambos sujetos vestidos con una pijama color azul se levantaron despacio y caminaron al borde de su respectiva cama, en donde se dieron la vuelta y llevaron sus manos a su espalda.

Hoseok se acercó a paso apresurado y tomó las muñecas del primer hombre procediendo a sujetarlas con un par de esposas que escondía en su uniforme.

—¿Te vas a quedar ahí todo el día? —espetó el pelinaranja —Sujeta al hombre —ordenó y le extendió un par de esposas a Jungkook, rápidamente el menor las tomó y caminó detrás del otro paciente, era robusto y alto, sujetó las muñecas del hombre percatándose de lo enorme que eran. Sin tener muy claro cómo colocar el objeto, dejó que el metal se adhiera a la piel morena.

Fagia | VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora