ʟᴏᴠᴇ ᴀɢᴀɪɴ | ᴀᴀʀᴏɴ ʜᴏᴛᴄʜɴᴇʀ

Prologo 🍓

Ellie:

Miro mi reflejo en el espejo de la habitación que comparto con otro grupo de chicas que vive en este mismo edificio de la organización. El cabello rubio lo tengo amarrado en una trenza sin dejar mechones sueltos sobre mi rostro. Tengo una camiseta oscura y calzas del mismo tono, acaricio mi estómago de forma inconsciente sintiendo mi corazón trizándose.

¿Cómo terminé en esta organización rusa que entrena asesinos y espías?

Mi madre murió cuando yo tenía ocho años por una sobredosis de heroína, recuerdo su cuerpo pálido en el sofá y el suelo rodeado de botella de alcohol vacías. Nunca supe quien era mi padre, siempre fuimos nosotras y cuando ella murió quede completamente sola.

No tuve tiempo de llorar su muerte porque tenía que empezar a sobrevivir en las calles de Kyzyl, una de las ciudades de Rusia que tiene alta cantidad de crímenes violentos, a pesar de tener solo ocho años me las ingenié para robar y poder tener algo de alimento.

A los pocas semanas de queda huérfana fui reclutada por un grupo de personas que eran parte de una organización que se encarga de entrenar niños para convertirlos en asesinos profesionales, cabe destacar que solo los más fuertes sobreviven a los múltiples entrenamientos. Recuerdo aquel día como si fuera ayer.

Muerdo mi labio inferior con nerviosismo mientras mis ojos evalúan a las otras niñas que están en el lugar, todas son de diferentes etnias, altura y tienen menos de diez años. Lo único que tenemos en común es que venimos de barrios bajos y nuestro objetivo es sobrevivir.

Dos hombres de impecable traje ingresan al lugar y nos analizan con la mirada para luego sonreír malvadamente. Puedo escuchar las respiraciones agitadas y asustadas de las otras niñas pero yo me mantengo imparcial y con la vista al frente.

"Nunca les muestres miedo. No les dejes ver que afectan tu paz. Sé fuerte aunque quieras gritar  de dolor por dentro. Si no muestras emociones no pueden lastimarte". Esas fueron una de las pocas que mi madre me dijo estando completamente sobria.

Sacudo la cabeza para borrar aquel recuerdo y enfocarme en el presente porque perderme en el pasado no me servirá de nada. Entierro las uñas en las palmas de mis manos para recordarme que sigo viva y esto es real.

—¿Cuál es tu nombre? —me pregunta uno de ellos con acento ruso, fijo mis ojos azules en él y me mantengo en silencio—. Te estoy pregunta algo, niña.

—Y yo estoy escogiendo no responder.

Una fuerte cachetada impacta contra mi mejilla y puedo sentir el sabor metálico inundar mis papilas gustativas, las niñas a mi lado chillan de miedo pero yo me las arreglo para escupir la sangre al suelo y devolverle la mirada desafiante al sujeto.

—¿Qué tenemos aquí? —pregunta el otro tomándolo del brazo para que no vuelva a golpearme—. Una luchadora rebelde.

—No hay espacio para rebeldes, Alexei —lo regaña el que me golpeo, me mira—. Tu nombre.

—Ustedes nos trajeron así que deben saberlo, ¿no?

Otra bofetada impacta contra mi mejilla, pero sigo sin responder, los golpes siguen hasta que mi piel se adormece y dejan de doler. Una risa macabra escapa de sus garganta al darse cuenta de que no he agachado la cabeza en ningún momento.

—Ya déjala —exige Alexei cuando ve que tiene la intención de darme otra cachetada, se agacha a mi altura y sujeta mi mentón—. Me gustan las  pequeñas guerreras, ¿podrías decirme tu nombre?

—Soy Isabella VanCamp.

—Me gusta el nombre Isabella significa la que ama a Dios.

—Deje de creer en Dios hace mucho tiempo —confieso relajada—. Pero me gusta mi nombre.