Solía pensar que mi mundo sería así por siempre, nunca entendí lo bello en los fuegos artificiales, las arcoíris, mi mundo entero era gris.
Cuando era pequeña mi Abuela me contaba una historia todos los días antes de dormir.
- Lily era una niña que pensaba que la mala suerte estaba de su lado, que no encajaba en este mundo, ya que ella era la única diferente en el, o al menos, eso sentía ella. En realidad, lo que Lily no sabía es que tenía un don, al igual que toda su familia.
Todo para la pequeña niña era gris, excepto una cosa... Los ojos, de cada persona, tenían una especie de aura diferente, en ellos Lily podía ver el alma de cada persona, lo veía reflejado en colores y cada color tenía un significado diferente, un aura diferente y la niña sería la responsable de descubrir que significaba cada color. - Mi Abuela solía contarme cada noche.- ¿Qué pasa luego, abuelita?. - Preguntaba antes de quedarme dormida.
- Eso te lo contaré otro día, pequeña. - Siempre contestaba.
Han pasado diez años de la última vez que me contó aquella historia, nunca alcanzó a responder qué pasaba luego, pero con los años entendí que la niña de la historia era yo. O eso supuse, porque en realidad nunca pude ver un solo color, ni siquiera en los ojos como me relataba mi Abuela. Entonces creí, todo el resto de mi vida, que era una simple historia de fantasía para que mi pequeña yo pudiera dormir, mientras escuchaba la voz de una de las mujeres que más amaba.
Vi la hora; 8:15 A.M.
Estoy atrasada.
Tomé una manzana de la cocina, la eché en mi bolso y salí corriendo de mi casa, no sin antes despedirme de mi Mamá.
- Cuídate, Cariño. - Me sonríe de oreja a oreja. - Y que te vaya bien.
- Gracias, Mami. - Le contesté.
Nunca pensé llegar a estudiar la carrera de mis sueños, la verdad nunca pensé llegar a la Universidad, pero creo que eso no va al caso. Economía y Finanzas, lo soñé desde pequeña, siempre quise una empresa gigante y sobretodo ganar dinero para sacar a mi familia adelante.
Ya llevaba el primer semestre y la verdad no iba nada mal, al menos hasta ahora no voy reprobando ninguna materia, con eso me conformo.La clase de contabilidad era realmente aburrida, no la clase en sí, sino el profesor... Cómo se los podría explicar... Mejor se los describo;
Bajito.
Viejito.
Lento.
....
Muy lento.
Lentes.
Igual no ve.
Creo que eso basta para que entiendan y se pongan en mi lugar, básicamente, el que no se dormía en su clase, o se había tomado diez tazas de café o le gustaba demasiado contabilidad...
Si se preguntan, la cantidad de amigos que tenía se podían contar con una mano, más bien, con un dedo, ya que solo era una y esa era Jisoo. La conocí uno de los primeros días de Universidad y nos hicimos amigas porque ella se acercó a hablarme, siendo sincera ni yo sé porqué se quedó conmigo, suelo ser bastante distante y cortante con la gente que no conozco, por eso no suelo caer muy bien a los demás y por eso también no he tenido muchos amigos, ni ahora, ni nunca.
- Hola, Lalisa.- Se acerca a hablarme, era la hora de descanso y me encontraba en la biblioteca. - ahora que lo pienso, eso suena como paliza, Lalisa paliza. - Se ríe.
- Que hagas silencio, que estamos en la biblioteca, Jisoo. - Le digo en voz baja, con el seño fruncido.
- Y ahora Lalisa me dará una paliza. - Volvió a hablar, y a su vez fingió que su corazón dolía, de una manera, a mi parecer, demasiado dramática.
- Deja el drama. - Respondí, con una sonrisa.
- De todas formas te hice sonreír, y no cualquiera logra eso. - Viro los ojos tras su comentario, aún que razón tiene. Observa lo que tengo en las manos, mientras se sienta a mi lado. - ¿Qué lees?
- "Poder y Progreso".- Respondo, mostrándole el libro. - ¿Aún no lo empiezas?. - Me mira, no entendiendo nada de lo que digo. - Jisoo, tenemos prueba de esto en dos días.
- ¿Me estas jodiendo?. - Pronuncia con voz elevada.
- ¡Que bajes la voz! - Le digo susurrando.
- Está bien, lo siento. Pero como que hay prueba en dos días y yo no sabía. - Dice y se agarra la cabeza con visible preocupación.
- Si estuvieras más pendiente a las clases quizás hubieras sabido... - Me pongo de pie.
- Es más divertido mandarle mensajes a mi novia, pero eso jamás lo entenderías, Manobal.- Se rio de lo que dijo, a mi no me puedo dar más igual.
- Pero yo no estoy reprobando, Kim. - Y me fui de la biblioteca, dejándola sola.
Recién estaba partiendo el día y yo ya tenía un sueño de cojones, decidí ir al baño para mojarme la cara y tratar de despertar un poco, al entrar al baño se encontraba una chica lavando sus manos, hice lo mío y cuando estaba a punto de salir para volver a mi clase, la chica chocó conmigo.
- Ay, disculpa. - Dijo inmediatamente. - no vi que ibas saliendo también, perdón. - Cruzamos miradas.
- No te preocupes. - Le respondí. Y no pude evitar notar algo que me llamó en demasía la atención, al principio era un color, luego se tornaron de otro color, sus pupilas, tenían colores...
No me dejó mirarlas por mucho tiempo, ya que se fue casi corriendo, como si mi presencia le diera miedo. Me quedé parada, congelada, no entendía nada pero a la vez todo.La historia de mi Abuela, se estaba haciendo real, pero no entendía cómo, por qué con ella, por qué ahora. Necesitaba respuestas y no tenía quien me las diera.
Nada tenía sentido, ni siquiera sabía cómo se llamaba cada color, qué significaban.
Al no encontrar respuestas, decidí volver a clases, con el corazón a mil y sin saber exactamente qué hacer.- Hija, ¿te pasa algo?. - Escuchó la voz de mi madre en la cena. - ¿Lisa?
- Mamá, ¿la abuela alguna vez te contó esa historia? . - Pregunté, aún hundida en mis pensamientos. Se ríe.
- Tu Abuela contaba tantas historias. - Sonrió, como si se acordase de cada una de ellas. - Pero no eran más que fantasías...
- ¿Y si no son fantasías?. - Me miró extrañada, seguí hablando. - ¿Y si la historia que me contaba cada noche resulta ser real?
- ¿De qué hablas, Lisa? No estoy entendiendo. - Responde, poniéndose seria.
- Mamá, creo que hoy ví colores... - Le digo, al borde de las lágrimas. - Y no entiendo porqué o cómo, no entiendo nada Mamá. - Entonces la primera lágrima cayó por mi rostro. Se acercó a mí. - tengo miedo, Mamá. Ayudame. - Le ruego.
- No sé cómo ayudarte, Hija. - Dice, y logro romper en llanto. Me abraza fuerte, como nunca antes.
¿Qué hago sin ti, Abuela?
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GRIS [Jenlisa]
RomanceMi única realidad era en blanco y negro, no había más que gris, tonos de grises. No conocía lo que era color, hasta que ella llegó, sus pupilas, eran color.