Capitulo Trece.

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Hyunjin estaba demasiado excitado. Tal vez se trataba de la adrenalina de los eventos de la noche, o tal vez era simplemente la sola idea de enterrarse en el estrecho calor del cuerpo de Felix. De cualquier manera, su sangre se aceleraba cada vez que Felix lo miraba por encima del hombro. Hyunjin quería tirarlo sobre la cama y lamer cada centímetro de él, saborear cada parte de su cuerpo, abrazarlo y follarlo mientras que él hacía los mismos ruiditos tan jodidamente sexys que había hecho cuando Hyunjin lo había chupado la noche anterior.

Cuando llegaron al dormitorio de Felix, no pudo evitar empujarlo contra la puerta, agarrar su rostro para poder saquearle la boca, morderle los labios y la mandíbula. —He pensado en esto por todo el día. Apenas podía concentrarme en el trabajo de esta noche sabiendo que tú estabas aquí, esperándome.

Felix gimió, apretando el trasero de Hyunjin y arrastrándolo más cerca hasta que sus caderas estaban juntas. La cabeza de Felix golpeó contra la puerta y desnudó la garganta en un gesto sumiso inconscientemente que hizo palpitar la polla de Hyunjin.

Felix confiaba en él y le permitiría hacerle cualquier cosa. Literalmente cualquier cosa. La idea enloquecía a Hyunjin, le daban ganas de arrancarle la ropa fuera del camino y follarlo contra la puerta hasta hacerlo lloriquear y suplicar. ¿Cómo luciría Felix cuando estaba totalmente indefenso? ¿Qué cosas podría hacerle? Felix se apretó contra Hyunjin, casi como si pudiera escucharle los pensamientos tan sucios que estaba teniendo.

—Podemos saltarnos los juegos previos si quieres. —Jadeó contra los labios de Hyunjin, empujando su mano por la parte delantera de los jeans abiertos y palmeándole la erección—. Puedes hacerme lo que quieras. También he estado pensando en esto todo el día.

Puedes hacerme lo que quieras. Felix simplemente no debería decir cosas como esas.

Hyunjin se alejó de él, respirando con dificultad y Felix se sobresaltó por la repentina retirada de Hyunjin. — ¿Qué? ¿Qué ocurre? ¿Qué acaba de pasar?

El corazón de Hyunjin se aceleró ante la idea de perder el juicio con él, de hacerle... lo que fuera... a Felix. Puedes hacerme lo que quieras. Jesús. —Solo... necesito que me ates. No puedo confiar en mí mismo en estos momentos. —Felix dio un paso más para acercarse, pero Hyunjin levantó una mano. No podía quitarse de la cabeza la idea de terminar lastimándolo—. Por favor.

Felix lo examinó de cerca, su confusión era evidente. Hyunjin no se sorprendería si él decidía echarlo y decirle que nunca regresara. Esa era la elección más lógica. Cualquier persona cuerda podría percatarse de lo peligroso que resultaba ser. Se puso de pie, bailando sobre el filo de un cuchillo, mientras que Felix consideraba la petición de Hyunjin.

Finalmente, Felix dijo: —Desvístete y acuéstate en la cama.

Hyunjin se sintió mareado por la tensión que de repente abandonó su cuerpo. Felix no lo había echado, y tampoco había descartado la preocupación de Hyunjin. Él estaría a salvo. A salvo de Hyunjin. Solo por si acaso.

Se desnudó y acostó de espaldas sobre el colchón, observando cómo Felix se dirigía hasta el armario y buscaba algo en el estante superior mientras que su camiseta se levantaba y revelaba una delgada franja de piel. Buscó alrededor hasta que encontró lo que estaba buscando, se giró y le mostró a Hyunjin su hallazgo. De su dedo colgaba un par de esposas oficiales. Dejó la pequeña llave en la mesa lateral a la cama, antes de subirse sobre Hyunjin completamente vestido, y sentarse sobre su pecho para envolverle una de las muñecas con las esposas.

—Más apretado. —exigió Hyunjin.

Felix puso los ojos en blanco, pero hizo lo que le pedía, pasando las esposas por detrás de una de las clavijas de madera de la cabecera antes de envolverle la otra muñeca. — Listo. ¿Feliz ahora, pantalones gruñones?

Psyco - Hyunlix #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora