parte dos

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Nota: Si llegaron a ver algo medio raro en el capítulo anterior, informo que esto es una traducción y adaptación de un fic mío que escribí en inglés para el fandom de Marvel por allá por el 2019. Soy humano y se me pasan de largo cosas, así que mil disculpas por la confusión que pude llegar a generar. Descubrí que traducir, adaptar y corregir es un BARDO.


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—¡Algodón! ¡Algodón! —corearon Olivia y Nicolás mientras arrastraban a Enzo por toda la calle y a través de la placita para llegar al carrito del señor que vendía algodón de azúcar y manzanas acarameladas.

Era sábado de pícnic y todo el clan Fernández (y Exequiel) estaba teniendo su día especial en la plaza en hora pico de feria.

Enzo estaba esperando en la fila atrás de un montón de nenes cuando vio a Julián a lo lejos, caminando con las cejas arrugadas y una cara de culo que podría fulminar a cualquiera. Enzo les pidió a Olivia y Nicolás que se quedaran en la fila y esperaran a que volviera antes de salir corriendo para alcanzar a su amigo, quien prácticamente se chocó contra su pecho cuando Enzo se le puso justo adelante.

—Pero ¿por qué no mirás por dónde...? —empezó a decir Julián, pero cerró la boca de golpe cuando encontró a Enzo sonriendo frente a él. Se le pusieron los cachetes rojos y bajó cinco cambios—. Hola, Enzo.

Enzo hizo la cuenta en su cabeza y se dio cuenta de que pasaron alrededor de cinco meses desde que tuvieron ese encuentro y Julián no se había puesto raro para nada. Ninguno de los dos hablaba del tema, pero se seguían juntando a pasar tiempo juntos como si esa situación hubiese sido otra de sus noches usuales. Enzo consideraba eso como una victoria, así que le sonrió a Julián.

—Hola, Juli —dijo Enzo—. ¿Te querés sumar a nosotros? Estamos teniendo un pícnic en la plaza y tenés cara de que podrías despejar esa mente que siempre está a mil por hora.

—Eh —soltó Julián y Enzo tenía la leve sospecha de que estaba por decirle que no.

—¡Hola, Juli! —gritó Olivia desde su lugar en la fila del carrito del algodón de azúcar, saludándolo con su mano con efusividad. Nicolás rápidamente se sumó al saludo de su prima, solo porque era un nene muy simpático. Enzo miró a Julián con una ceja levantada.

—Te agarró, che —dijo Enzo, fingiendo un suspiro—. Ahora estás obligado a venir con nosotros. Y vas a ser muy útil para ayudarnos a llevar todos los algodones de azúcar que vamos a comprar.

—¿Te pensás que soy tu juguete ahora? —preguntó Julián, pero no se resistió cuando Enzo lo agarró de la mano y lo empezó a arrastrar en dirección a donde Olivia y Nicolás ya estaban haciendo el pedido a los gritos.

—¿No lo eras ya? —retrucó Enzo por encima de su hombro con una sonrisa canchera. Julián lo miró mal.

—Te odio —murmuró Julián, pero cuando llegaron a la altura de los nenes cambió su semblante completamente, una sonrisa radiante abriéndose paso en su cara—. ¡Hola, chicos!

Julián pegó onda con todos los miembros de la familia de Enzo en cuestión de segundos. Los chicos lo adoraban ya. Fue con su cuñada Mica con quien pudo hablar como nerd cuando Olivia le mencionó que Julián era profesor de ciencia, mientras que ella era de matemática. Los dos se pusieron a hablar en un idioma que Enzo ya no reconocía. Julián habló de fútbol con su papá y Exequiel. Su mamá le dijo que tenía cara de modelo y Julián no sabía dónde meterse de lo rojo que se puso. Todos los adultos de la familia se giraron hacia Enzo con miradas que decían más que mil palabras. Enzo solo se limitó a revolear los ojos.

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⏰ Última actualización: Jun 28 ⏰

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bicho de ciudad » julienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora