La culpa de Aurelius

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Había una vez un niño de ojos expresivos, grandes y de un verde cautivador. Lo llamaron Aurelius, un nombre que cualquiera podría saborear en sus labios, deleitándose en lo bien que sonaba. Su cabello era suave como el algodón, de un rojo tan vivo que se ondulaba por sí solo, desafiando las leyes de la gravedad. Sus ojos eran gemas preciosas, reflejando una inocencia que pronto se desvanecería.Ese niño... ese patético niño... se convirtió en un monstruo."Abre los ojos, no es un sueño", la voz retumbó en su mente con una crueldad impía. (Pero no puedo evitarlo...) pensó Aurelius con desesperación. Solo quiero no recordar nunca más, quiero dormir y fundirme en la oscuridad eterna. ¿Acaso eso es lo único que me queda?Tenía los ojos cerrados con fuerza, negándose a ver su realidad actual, mientras los recuerdos trágicos lo invadían sin piedad. Revivió esos momentos en los que sus propias manos, ahora manchadas de pecado, desencadenaron las desgracias más atroces. (La cara de terror de mi madre cuando mi padre me llamó monstruo directo a mí...) Un escalofrío recorrió su espina dorsal al rememorar esas palabras."Mi hermano... Mi hermano menor..." susurró con voz quebrada, inaudible para nadie más que para sus propios oídos aturdidos. "Tengo que cuidarlo. Es lo único que me queda en este mundo. Mis manos ya no están limpias, puedo sentir la culpa sermonearme, burlándose de mí sin descanso."De repente, un flashback vívido e innegable lo golpeó con la fuerza de un tornado. Dos cuerpos inertes yacían en un charco carmesí, la sangre emanando de heridas grotescas y profundas. La violencia ejercida era evidente en los rostros desfigurados y los miembros retorcidos en ángulos antinaturales. Eran sus propios padres, asesinados por su propia mano de forma brutal e irreversible."Quiero olvidar y ya lo hice", se mintió Aurelius desesperadamente, pero ese recuerdo persistía en lo más profundo de sus entrañas, tan amargo y corrosivo que amenazaba con consumirlo por completo. Unas lágrimas ardientes escaparon de sus ojos, fluyendo libremente por sus mejillas y haciéndolo parecer aún más bello a pesar de su llanto desgarrador.Una voz infantil e inocente resonó a su alrededor, arrancándolo momentáneamente de sus pensamientos tortuosos. Miró frenéticamente por todos los rincones de la cocina, pero no vio a su hermano menor. Exhaló un suspiro tembloroso de alivio, aunque casi al instante sintió una punzada aguda en los dedos, dándose cuenta de que se había cortado profundamente con el cuchillo que sostenía. La sangre fresca comenzó a brotar de las heridas, deslizándose por su piel de forma casi hipnótica.Rápidamente, como si la visión de más sangre amenazara con romper lo poco que quedaba de su cordura, dejó caer el cuchillo y las papas a medio pelar en el fregadero. Miró fijamente sus manos durante unos momentos interminables, visualizando ese momento que quería borrar de su mente para siempre, sus manos cubiertas de la sangre de sus progenitores, la mancha indeleble de su culpa.Sacudiendo la cabeza con vehemencia, como si pudiera alejar los recuerdos de esa forma, abrió el grifo del agua con manos temblorosas. El líquido frío fluyó sobre sus heridas abiertas, llevándose parte de la sangre, pero sin limpiar realmente las manchas de su alma atormentada. Buscó a tientas algunas vendas y un ungüento, aplicándolos apresuradamente sobre los cortes que ahora resultarían en cicatrices más, un recordatorio permanente de su fragilidad mental.Mientras la historia avanzaba, una atmósfera opresiva y cargada de tensión envolvía a Aurelius como una niebla densa. ¿Qué actos atroces e impensables había cometido este niño una vez inocente? ¿Cómo podría vivir con el peso insoportable de esa culpa abrumadora que amenazaba con hundirlo en la locura más absoluta?Las emociones de Aurelius eran un torbellino implacable, pasando de la negación desesperada a la aceptación forzada, del dolor desgarrador a una resignación turbia. Sus ojos, tan expresivos e inocentes, también reflejaban una profundidad atormentada que intentaba guardar para sí mismo, que solo el sufrimiento podría desencadenar, revelando lo tan frágil que es.Como una cuerda a punto de romperse, con eventos atroces que llevaron a Aurelius a cometer tales actos de depravación sin querer hacerlo, y cómo encontraría la fuerza, si su hermano nunca hubiera estado en su vida...todavía él lo tiene con él... todavía... ¡TODAVÍA CARAJO!---

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⏰ Última actualización: Jul 07 ⏰

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