—Oye y, ¿al final les contaste a tus amigas? —preguntó Minji.
Ya habían acabado sus deberes hace al menos una hora y desde entonces no han hecho más que conversar, robarse besitos, contarse anécdotas, más besos y más plática.
—Síp, pero no me creyeron —se alzó de hombros.
Ese mismo día viernes, luego de su encuentro con Minji en los baños, se acercó a sus amigas para por fin revelarles la verdad, mas ninguna le creyó.
Ni siquiera Bahiyyih.
Daba igual, Haerin solo rodó los ojos y no insistió más, sabía que era difícil de creer y quizás el lunes, si Minji la dejaba, podían llegar de la mano a clases y así dejar calladas a sus bobas amigas.
No tenía prisa, ella misma seguía muy sorprendida y alegre de su evolución con Minji y por ahora no le interesaba el resto, no mientras su unnie no dejara de besarla.
Aunque al parecer había otra que sí tenía prisa.
—¿No te creyeron? —frunció el ceño con desagrado—. ¿Por qué no?
—Minji, me has gustado desde hace demasiado y jamás te volteaste a verme, claro que no me creerían.
—Oye, eso es mentira —se apresuró en negar y Haerin solo alzó una ceja—. Siempre estaba atenta a ti, solo que no quería aceptar que era por otros motivos y lo hacía pasar por molestia —admitió, y joder, se sintió bien ser así de honesta.
Quizás si hizo falta que se besaran y se conocieran un poquito más para poder decir que le gustaba Haerin, pero siempre le llamó la atención.
La menor sonrió sonrojada.
—Vamos, saquémonos una foto juntas y la subes para que te crean. Yo ya les conté a las chicas —dijo Minji.
—¡¿Lo hiciste?!
—Por supuesto —asintió, dándole un beso seguido de una sonrisa, otra vez luciendo sus encías.
Se miraron embobadas unos segundos más para luego sacarse una selfie y publicarla. _
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