Final Alternativo de Las Brujas de Salem

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Un jardín grande en lo alto de la cárcel, tierra firme se tiende en el suelo, y al rededor sólo hay uno que otro árbol, más dos piedras grandes que podrían servir de asiento, en la orilla que da vista al pueblo se encuentra un lazo esperando por sus víctimas y en la dirección contraria una puerta de madera.

Aún no comienza a salir el sol pero el día está saludando trayendo claridad grisácea a la tierra, y una ligera brisa fresca se siente al rededor.

En el centro del jardín, se encuentran cinco figuras, dos en frente de las otras tres, se trata de John y Elizabeth Proctor, el otro grupo lo conforman Parris, Danforth y Hale.

Ambos grupos se miran fijamente, en la expresión de Proctor y Danforth hay seguridad y desafío en sus ojos, en los de Parris miedo, en los de Hale preocupación y los de Elizabeth ni siquiera son visibles porque se está tapando la cara con las manos para no mostrar sus lágrimas.

DANFORTH: ¡Colgadlo bien alto sobre el pueblo! Quien llore por él, llora por la corrupción!

PARRIS: ¡Pero señor! Por piedad esperad. Vamos Proctor, ¿es que estás dispuesto a sacrificar tu vida por la vanidad?

PROCTOR: No, no por vanidad, sino por la verdad, pues bien lo dice uno de los mandamientos de Dios ¡No mentirás!

HALE: Elizabeth, apiádate de tu esposo, ¡Hazlo recapacitar de su postura!

DANFORTH: ¡Suficiente! ¡Herrick! ¡Ven ahora mismo y lleva a este hombre impuro a que lo cuelguen! ¡Ahora!

(Se abre la puerta, pero no es Herrick el primero en entrar, sino Abigail, delante de él).

ABIGAIL: Un momento por favor buen hombre.

PARRIS: ¡Abigail! ¿Pero qué haces aquí? Sabes lo que se hará, una dama distinguida no debería de presenciar tales actos.

(Proctor acerca hacia sí a Elizabeth por la cintura, quien a dejado de llorar nada más escuchar a Abigail y ahora se mantiene serena mirándola fijamente).

ABIGAIL: Por eso mismo me he permitido venir tío, he tenido una revelación.

HALE (escandalizado): ¿Una revelación? ¿Pero ahora a quién osarás acusar criatura?

ABIGAIL: A nadie esta vez, ha sido una revelación buena, una esperanzadora, miraba desde mi ventana cuando un bello pájaro se ha posado ahí, y de pronto he tenido un mensaje en mi mente, con una sensación tan dulce y bella que casi podría asegurar que el mismo Dios me lo mandó.

PROCTOR (enojado): ¡Preferiría morir a volver a escuchar una mentira más de esta persona infame!

DANFORTH: ¡Silencio! Eso te lo cumpliré muy pronto, por ahora tú da ese mensaje que dices que tan importante es.

PARRIS: Eso criatura mía ¡habla! ya era hora de que una noticia buena saliera.

ABIGAIL: Muy bien, pues me he enterado en ese momento que ya les he mencionado, de que hay una manera de detener al fin todas estas brujerías que azotan nuestro pueblo.

PARRIS (pensando en lo aclamado que sería si él se encargaba de eso): ¿Cuál es esa forma?

ABIGAIL: Uno de los acusados debe confesarse, aceptar lo que hizo, de esa forma el Diablo al fin será derrotado, pues esa persona es la más liada con él, confesando el Diablo ya no tendrá más trabajadores que mal aconsejar.

HALE (entre dudoso e impresionado): ¿Y de quién se trata esa alma?

(Abigail recorre su mirada por todos los presentes, helándoles la sangre, temiendo ser acusados de repente, hasta que se detuvo en John Proctor y Elizabeth, que lo sujetaba del brazo.

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