𝗥𝗲𝗱 𝗗𝗲𝗮𝗱 𝗥𝗲𝗱𝗲𝗺𝗽𝘁𝗶𝗼𝗻

XV. Amor Único y verdadero I, II y III

Arthur volvía al campamento para ir a su tienda para poder cambiarse y tomar armas nuevas. En su pequeña mesa encontró una carta.

"Querido Arthur"
He escrito esta carta cien veces o más y no consigo dar con el tono adecuado. Soy yo. Sabes que soy yo por la letra tan fea que tengo. Sé que la última vez que hablamos dije que me iría para casarme y que no volveríamos a hablar. Sé que te dije muchas cosas y supongo que las dije en serio en ese momento, pero ahora no soy tan orgullosa como para dejar de hablar a la gente a la que le importo, o a la que le importaba.

La semana pasada fui a Valentine para quedarme un par de meses. He tenido mala suerte, y... bueno, es una historia larga y muy poco interesante, pero aquí estoy por ahora. Ví a dos de las chicas [o cualquiera que sea el término educado para referirse a ellas] que iban contigo y tus compañeros en la ciudad, y oí hablar de un hombre que parecías tú.
Me encantaría volver a verte, si pudieras dedicarme un poco de tu tiempo. Alquilo una habitación en la granja Chadwick, al norte de Valentine.
Siempre tuya.
Mary Linton.

Mary había sido novia de Arthur hace tiempo pero se separaron por circunstancias de la vida. Arthur guardó la carta y fue hasta donde estaba su caballo para llegar a Valentine. Al llegar a la granja Chadwick, ató a su caballo en un poste y tocó la puerta de la pequeña casa donde se hospedaba Mary, mientras esperaba se quitó el sombrero e intentó peinar su cabello desordenado.

—¿Si?— una mujer que no era Mary abrió la puerta.

—Vaya, lo siento, no quería molestarla, señora.  ¿Está la señora Linton?— Arthur realmente estaba nervioso por volver a verla.

—Iré a ver— la mujer entró a la casa sin dejar de apuntar a Arthur con un revólver —Señora Linton, preguntan por usted— se escuchó adentro de la casa.

De la casa salió Mary, una mujer adulta de más o menos de la edad de Arthur, vestía un vestido y un abrigo, tenía el cabello y los ojos de color castaño.

—Hola, Arthur— la mujer salió de la casa cerrando la puerta para hablar con él.

—Mary. Yo...— titubeó Arthur mientras sostenía su sombrero con ambas manos.

—He oído que tus amigos y tú andaban por la zona y...—

—Muy bien. ¿Dónde...? ¿Dónde está...? ¿Cómo se llamaba?— preguntó nervioso.